viernes, 29 de noviembre de 2013

YA NO QUIERO QUE ME LLAMEN MARACUCHO


Ser Maracucho siempre había sido algo muy destacado, uno se sentía con el pecho hinchado al llegar a otra parte del país y te reconocían, todo el mundo te respetaba y te admiraba, porque siempre hemos tenido un talante de aguerridos y luchadores. Claro que siempre había envidiosos que nos criticaban; de todo hay en la viña del señor. Los maracuchos, por ejemplo, siempre habíamos sido de oposición. Si el gobernador que ponían era adeco, nosotros éramos copeyanos y viceversa. Siempre hemos actuado distinto. Jugamos dominó distinto, bebemos y comemos como nadie, en fin somos o creo que éramos, no quiero decir que mejores, y solo para ser modesto, digamos diferentes. Nuestra forma de hablar nos distinguía (aun sigue siendo así) y a su vez infundía mucho respeto. Y si decías que eras del Sur del Lago y familia de Chucho Melean, más aun, te tenían hasta miedo. En los centros de trabajo, universidades, instituciones deportivas, grupos culturales y en cualquier ámbito, ser maracucho nos distinguía. Era un honor, era algo hidalgo, éramos especiales.


Ahora siento que no es así. Un carajo, que aun cuando fue medianamente buen gobernador en el pasado, que demostró ha sido un traidor donde quiera que ha estado, lo dejamos ganar y sacamos a uno de los mejores gobernadores que hemos tenido, Pablo Pérez. Este año yo no he escuchado ni una sola gaita protesta que valga la pena y no porque no existan temas o motivos para componerlas, de eso hay que sobra. Tampoco he visto una queja colectiva ante tanto atropello, ante tanto abuso. Nos matan, roban, atracan, secuestran todos los días y no hacemos nada. Es más, ya ni siquiera nos quejamos!

Nos hemos convertido en unos triste pendejos conformistas, en unos escupíos! Los guajiros que en el pasado trabajaban (bueno no todos, conozco unos poquitos que no son así), ahora lo que hacen son colas para acaparar la comida, el papel, la harina, la gasolina y cualquier otra vaina que puedan contrabandear, con nuevos agregados como aparatos de línea blanca, sonido y vídeo, bajo el auspicio y participación de quienes custodian las fronteras. Nos están jodiendo pues! Y los maracuchos, nada. 

Con mucha pena escucho a diario frases como: Gracias a Dios que me vendieron dos margarinas! o Que vaina, ahora para todo es una cola! , pero dicho con un conformismo impresionante y con un tono de voz bajiiiito. Pero la que más me entorcha las que te conté es: Ya que mas, nos tenemos que acostumbrar, porque ya no hay nada que hacer! No, No y No, yo no me acostumbro, ni me acostumbrare a este estilo marginal, paupérrimo y opresor de vida.

Y yo me pregunto: Dios, como que no hay nada que hacer? Será que yo estoy viendo el mundo al revés? Llegaron unos marcianos y nos echaron una vaina en el agua? Qué carajo es lo que le pasa a la gente de mi país y en especial, que coño pasó con los Maracuchos? A donde fueron a parar?

Por esa apatía, por esa pérdida de valores especiales que teníamos, por ese aguevonamiento en el que estamos sumergidos y del que yo me niego a formar parte, por favor, se los ruego, YA NO QUIERO QUE ME LLAMEN MARACUCHO, hasta que esta pesadilla pase y volvamos a ser quiénes éramos, cuando hagamos algo para volver a nuestra realidad y a respetar nuestra dignidad. 


Eduardo J. León Hernández
Noviembre 2.013

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