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Una de las
razones de mí dificultad, es que justo este fin de semana pasado, los eventos
ocurridos en la frontera entre Venezuela y Colombia, mostraron como la
narco-dictadura excedió su capacidad de hacer daño, superó los niveles de
maldad que habían demostrado hasta la fecha y por supuesto exacerbó los niveles
de rabia, angustia y de odio; por qué vamos a negar esto último (el odio), si es la
verdad. Pero justo esa es la Diosidencia de estos eventos, con la lectura del
domingo.
En el capítulo 6 de Lucas entre los versículos 27 y 36, hay varias frases
donde Jesús nos dice: “Amen a sus enemigos, hagan bien a quienes los odian,
bendigan a quienes los maldicen, oren por quienes los maltratan” “Si alguien te
pega en una mejilla, vuélvele también la otra” “¿Qué mérito tienen ustedes al
amar a quienes los aman?, Amen a sus enemigos, háganles bien y denles prestado
sin esperar nada a cambio” “Así tendrán una gran recompensa y serán hijos del Altísimo,
porque él es bondadoso con los ingratos y malvados” “Sean compasivos, así como
su Padre es compasivo”. Esto lo he escuchado y leído muchísimas veces, pero
justo lo volví a leer en la mañana antes de ir a la misa y por primera vez me dije muy
seriamente: Jesús en esta escritura, no me está diciendo que los perdone, como reza el Padre
Nuestro, que ya es que jode, aquí me pide que los ame. No mi amor (como dirían mis hijas), Jesús aquí se pasó; así pensé. Con mucho empeño y esfuerzo, entendiendo
que el perdón sana más a quien perdona, probablemente algún día, tal vez pueda
perdonar a algunos chavistas, pero amarlos?
Quien carajo puede amar a iris
varela, a los hermanos rodríguez, a maduro y a cilia, quien, en su sano juicio,
puede sentir al menos un poquito de cariño por diosdado, así de chiquitico, como dijo la miserable de delcy; creo que solo su madre, porque yo no. Para mis hermanos colombianos, eso es como que un absurdo y extremista petrista ame a Uribe o un ultra conservador uribista ame a petro. Las minúsculas en los nombres o apellidos son a propósito.
Lo escrito en el párrafo anterior, a las alturas de que estoy
escribiendo esto, sigue siendo mi sentir, pero también me ha tenido
reflexionando desde que el Padre Alexander nos dio esa "golpiza", con su interpretación de este
tan espinoso asunto.
En esas mismas lecturas del domingo, San Pablo también destaca lo humano o terreno que recibimos de Adán y lo compara con lo espiritual que nos trajo Jesús, ser
en el cual se mezclan perfectamente ambas dimensiones y que forma parte de la inquietud que tengo. Dependiendo de como esté conformado nuestro componente
interno, de como estén de balanceados nuestros porcentajes de lo terreno y lo espiritual, será
nuestra respuesta, ante la exigencia de las escrituras sagradas, del sencillo y deliberado acto de amar a
nuestros enemigos.
¿Quiénes son nuestros enemigos? ¿por qué lo son? ¿que nos han hecho o
que no han hecho por nosotros para considerarlos así? Estas interrogantes
también caminan en la dirección contraria, ya que, seguramente, nosotros también nos
hemos ganado el desprecio o el odio de alguien, por nuestro comportamiento
(miren que no lo califico). Por eso aquello de: quien esté libre de pecados,
que lance la primera piedra. La palabra de Dios no nos deja salidas fáciles, no
hay callejones por donde escurrir nuestro bulto, en cuanto tratamos de romper
cualquier techo a pedradas, esas mismas piedras se nos devuelven. No es nada fácil.
Una forma de evitar este problema, esta disyuntiva, es poder amarlos a
todos y una clave, podría ser, no tener enemigos. Suena raro no, pero es así. ¿Si no estoy
sucio, porque limpiarme? Pero es que yo podré no buscarme los problemas con los
demás, ellos llegan solitos. Hay gente que no nos gusta, que nos cae como una piedra, es como odio a primera vista. Su forma de hablar, de mirar, de vestir, de mostrarse, a
veces cosas banales como esas, ya nos hacen tener reticencia contra alguien y
si el roce es algo continuo, muchas veces ese desprecio crece sin ninguna
explicación lógica. Ahora, si la persona me ha sido infiel,
si miente de manera descarada, me ha engañado, ofendido, insultado, robado,
golpeado, violado, en general, me ha hecho sufrir, ¿cómo lo perdono?. Bueno, podemos
trabajar eso, pero ¿cómo carajo se hace para después amarlo?, más aún si su mal
comportamiento hacia mi continúa. ¿Cómo amar a alguien que sigue agrediéndome y
que si me descuido, hasta puede matarme? Todas estas son las peguntas que
rebotan en mi cabeza y que trato de entender, de buscar algo de lógica a ese petitorio que Jesús, tan “olímpicamente” nos lanza en sus palabras. A estas alturas del juego, yo
no tengo las respuestas, pero, como dice el humorista Piter Albeiro, en una
parte de un chiste obre la creación de Adán y Eva, que muchos catalogan como el
mejor del mundo: Dios no se equivoca. No se equivoca, porque no puede. ¿Se
imaginan a Dios cometiendo un error y diciendo: “Ay Dios mío, ¿y ahora qué
hago?”. De alguna parte, en algún momento, la respuesta saldrá.
Mis años en Colombia y las visitas que he hecho a Centro América, me han
permitido tener contacto con personas que han vivido y sufrido los embates de
la violencia, el miedo, el terror y los maltratos y asesinatos producidos por
terribles dictaduras o acciones de la guerrilla y de los paramilitares. Las
violaciones a los derechos humanos, los desplazamientos, tantos acontecimientos
que no fueron propiciados por ellos, que les llegaron solitos,
producto de terribles acciones emprendidas por alguien más. Algunos de ellos
han aprendido a vivir con ello, a otros les ha costado o les es muy difícil
perdonar (ni de vaina pienso preguntarles si los quieren amar) y hay un grupo al
que esas marcas, no les dejan vivir en paz y sufren la desesperanza y el dolor,
sobre todo por los seres queridos que han perdido, que murieron o quedaron
mutilados en esos conflictos. Pero como dije, hay algunos que han salido
adelante, que ese sufrimiento no los ha detenido, que aprendieron a perdonar y
a vivir, tratando de olvidar, ya que, al final, los que sufren son ellos. Si
con la falta de perdón, los victimarios fuesen a pagar alguna condena, la parte
humana de cada uno diría: que al menos sufra. Pero ese pensar es lo que nunca
va a permitir a la victima sacar esa parte espiritual, que tan necesaria es para estar en paz.
Todo lo escrito anteriormente, que podrá ser una perorata para algunos,
me ha hecho reflexionar en lo debemos hacer en Venezuela desde ya (mi hija
Paula dice que después de sacar a maduro, a cilia, a diosdado, a iris, etc.,
que antes no). Es de vital importancia que iniciemos una campaña para salvar
del odio a nuestro país, no podemos ser iguales a quienes nos han tratado así,
no podemos comportarnos como ellos, sencillamente, no podemos seguir llenos de
odio. Ni todo el whisky y las celebraciones que tendremos después de salir de
esta pesadilla nos van a sacar ese sentimiento, esa frustración que va a estar
allí después de la resaca y en muchos de nosotros, el deseo de venganza va a
seguir presente; es más, se va a exacerbar cuando quienes nos vejaron, ya no
tengan el poder de las armas y estén a nuestra merced. Muchos podrán fugarse,
escapar por tener los recursos para ello, otros no estarán porque van a perecen en
los momentos duros que tendremos en los próximos días o semanas, pero además de
esos que lideran la narco-dictadura, quedarán nuestros vecinos, los malandros
del sector, inclusive algunos de nuestros familiares que aprovecharon de las
mieles (ahora será hieles) de estar enchufados o recibiendo beneficios por
estar cerca del poder. Ni hablar de lo que ocurrirá en las escuelas y liceos,
los hijos de muchos de ellos ya no podrán tal vez ni estudiar, la persecución
que sufrirán de sus propios compañeros será bestial; los niños y jóvenes pueden
ser más perversos que cualquiera en estas condiciones. Esto no lo podemos
permitir.
En días pasados escuché decir, al conocido comunicador social y actor venezolano
Franklin Virgüez, el autor del Tic-Tac, que él se está preparando para
regresar a Venezuela a dedicar muy buena parte de su tiempo a enseñar su arte,
su profesión, su pasión por el trabajo a todos los jóvenes que se están
formando en el país, que puedan aprovechar de sus experiencias, que va a
enseñar “humanidad”, dijo que los últimos años de su vida los va a dedicar a
eso. Franklin no habló de vengarse, habló de ser maestro, de enseñar; es un muy
noble comentario y más aún lo es su plan.
Así deberíamos estar pensando (y actuando) todos, tener en cuenta que
nuestro principal objetivo es el de regresar a ayudar a reconstruir el país, a
rehacer toda la infraestructura destruida y deteriorada en estos 20 años de
perdición, pero más importante aún, a rehacer nuestra sociedad, a enseñar a la
gente a pensar en positivo y a perdonar, a olvidar los malos ratos, que
reconozco han sido muchos. A no odiar y empezar a buscar la concordia, retomar nuestras
verdaderas y nobles raíces; de no ser ese nuestro concepto y camino, estaríamos haciendo
lo mismo que quien le desgraciaron la vida a nuestro país.
Empecemos a cambiar ese pensar terreno y busquemos balancearnos más
hacia el comportamiento espiritual, si yo sé, no es nada fácil, pero tenemos
que empezar. Además algunos dirán: ¿y este nos está pidiendo que hagamos algo así, cuando aún los miserables ostentan el poder y siguen matando
gente? ¿Cómo hacer eso, si aún no tenemos las condiciones? Yo lo que estoy
haciendo es mostrarles a ustedes y a mí mismo, que necesitamos empezar a pensar
y a sentir distinto, para poder actuar en el momento que corresponda. Que
necesitamos hacer nuestro plan, visualizar los cambios; eso ayuda un montón.
Jesús le dijo a su Padre del cielo, mientras estaba siendo clavado y
erigido en la cruz: “Padre, perdónalos, que no saben lo que hacen”. Jesús sintió
miedo cuando lloró lágrimas de sangre en el desierto y le pidió también a su
Padre, que lo salvara de ese cáliz, de ese sufrimiento que sabía pronto tendría
que vivir, porque Él también era humano y sentía como tal. Igualmente, Jesús
sintió ira cuando tomó una cuerda y desalojó a los mercaderes del templo, dado
el celo que sentía por la casa de su Padre y detestaba o no aceptaba lo que
esta gente hacía en ese lugar. Jesús, a pesar de ser hijo de Dios, también era
hijo de María. Era un ser celestial, espiritual, pero también tenía parte de
terreno en Él.
Yo no le pido a nadie que sea como Jesús, ni loco que estuviera, aunque
eso es lo que Él mismo nos pide. Yo solo llamo a reflexionar, solos o
acompañados, como nos sea más fácil. A tratar de sacar pensamientos de venganza
de nuestra mente y de nuestro corazón, lo que no significa que no pongamos todo
nuestro esfuerzo para se haga justicia, que es otra cosa muy diferente. Que
empecemos a buscar la forma de perdonar, porque la falta de perdón solo nos
hace daño a nosotros mismos. Y, por último, a Amar a nuestros enemigos. Yo no sé
cómo se hace eso, mucho menos si yo lo podré lograr; no soy Jesús, ni cerquita
estoy. Pero le pido a Él, a Dios y al Espíritu Santo, que me den las
herramientas, los dones, la manera de llegar allí, de alcanzar ese imposible,
porque yo solo no puedo.
Eduardo J. León Hernández
Marzo 01, 2.019
Marzo 01, 2.019