Imagen tomada de Internet. |
En estos días de encierro o de protección, dependiendo de la óptica de cada quien, ha habido un cambio radical en nuestra forma de vivir. Unos han logrado compartir más tiempo juntos, otros han conocido verdades insospechadas. Algunos amantes han visto estropeadas sus escapadas furtivas, los teléfonos celulares han destapado muchas cosas, pero también esa tecnología ha permitido el contacto diario, sin ella serían mucho más difíciles estos momentos. Ha habido muchas risas, reencuentros y cumpleaños en línea, con gente desde diferentes ciudades y países; pero también muchas lágrimas, tristeza y frustración.
Reír es algo natural, como lo es llorar, de hecho, esto último es lo primero que hacemos cuando llegamos al mundo, en ese momento qué si no gritamos como ambulancia en emergencia, el médico o la partera, nos dan la primera nalgada para que demostremos con ese primer llanto que estamos vivos. Hay muchos otros momentos vinculados con el llanto y la sobrevivencia: “El que no llora no mama”, dice un dicho popular (tomen en cuenta que es algo muy peligroso de decir frente a un maracucho), es el timbre que usa un bebe cuando tiene hambre y necesita la teta de su madre.
Nuestro rostro cuenta con un poco más de cincuenta músculos que son usados para los diferentes gestos o acciones que hacemos a diario. Todos hemos escuchado que para reír solo se necesita el movimiento de unos seis pares de músculos, que son muy pocos comparados con los que hacen falta para estar serios.
La sonrisa, la risa y más aún las carcajadas, liberan oxitocina, adrenalina, endorfinas, serotonina y dopamina, ayudando a reducir el dolor físico y emocional, aumentan los leucocitos y mejora el sistema inmunológico; estas sustancias se conocen como las hormonas de la felicidad. La sonrisa abre puertas, facilita la comunicación y hasta permite hablar sin palabras. Es parte de nuestro atractivo (si tienes los dientes completos) y ayuda en muchas de las funciones del cuerpo, incluyendo los beneficios estomacales, intestinales y en general en el rompimiento del estrés, especialmente cuando reímos a carcajadas. La sonrisa, al igual que el bostezo, es contagiosa y normalmente arranca otra sonrisa a quien nosotros se la ofrecemos; aunque en estos días con el tapabocas, es bien complicado.
Para enojarnos, son muchos más los músculos que usamos, según algunos, llegan a ser hasta treinta y cuatro y los efectos cerebrales son totalmente inversos a los mencionados en el párrafo anterior, deteriora nuestro actuar, nos hace pensar de forma equivocada en muchas oportunidades y sus consecuencias sobre nuestra mente y cuerpo son indeseables; creo de eso hemos escuchado bastante.
Creía que nuestro llanto y nuestra risa
morirán en mi camisa y en tu bata de algodón
y que la lágrima le jugaba una carrera a la caricia.
Para llorar me hace falta tu alegría,
para llorar quiero aquí tu compañía.
para llorar me hace falta tu calor,
y hasta el frío de tus pies cuando acaba de llover.
Llorar es simple, pero también más complicado de lo que parece; sé que parecen palabras de Carlos Andrés, porqué es todo lo contrario (solo para venezolanos). Esas líneas de arriba pertenecen a una canción de Ricardo Montaner, que muchos de ustedes seguro habrán escuchado. Mezcla el llanto con la sonrisa, con la alegría, con el frío y el calor; todo eso es muy cierto, ya que hay momentos que lloramos de alegría, de “emoción” por un evento que nos agrada o sorprende gratamente, pero también, mas comúnmente, por situaciones muy tristes, fatales.
El matrimonio (el momento en el cual se contrae, no a lo que conlleva, eso es tema de un enorme estudio posterior), por ejemplo, es una situación que genera lágrimas encontradas, unas de alegría por la nueva vida, por esa feliz unión que comienza, pero también por la tristeza de “perder” a un hijo que se va de casa (a veces no se va, se lo llevan), pero también por un corazón herido que ve al amor de su vida, casarse con otra persona.
El llanto también está y es imprescindible en algunas profesiones y reflejan totalmente lo opuesto a lo que siente quien llora. Cuando un actor se va en llanto, vemos su cara triste, muchas veces compungida, melancólica o perdida, pero por dentro ese actor se sabe ganador, feliz, porque su actuación le está llenando de gloria, por su buen trabajo, que se transformará muy probablemente, en un incremento de su cuenta bancaria y en importantes reconocimientos, nuevas contrataciones, elogios, el éxito profesional y la satisfacción personal.
Llorar, desde el punto de vista físico y mental, también tiene beneficios, no solo para un actor. Hay cursos de Riso-terapia, que enseñan como la risa cura, pero también hay Llanto-terapias, que no son muy conocidas, pero que existen y han sido usadas desde hace mucho tiempo. Son como el frío y el calor, que muchas veces nos recomiendan aplicar sobre algunos dolores musculares.
Como acción, llorar tiene una pésima reputación y más si quien llora es un hombre. Todos la asociamos con tristeza, depresión, como haber perdido, está enfrentada con la alegría y la felicidad, condición que nuestra sociedad nos dice que es la ideal, pero la vida está llena de altos y bajos; también la marea baja la aprovechan algunos pescadores. Hay estudios que demuestran que al llorar también se liberan hormonas que nos ayudan a mitigar el dolor y el hecho en sí, a liberar sentimientos y emociones reprimidas que nos hacen daño; quien de ustedes no ha comprobado eso, no hace falta un estudio científico para ello. Llorar es una anestesia natural, así como las lágrimas ayudan a eliminar toxinas, el llanto en general, nos libra de muchas afecciones, nos saca el dolor.
El lagrimeo es algo necesario para mantener el área de los ojos bien hidratada, lubrica el pestañear y ayuda a eliminar algunos cuerpos extraños, el polvo, etc. y son hasta antibacteriales, ya que poseen un fuerte contenido de una enzima llamada lisozima. Hay informes que aseguran que el cuerpo humano tiene tres tipos de lágrimas. La basales, que son las encargadas de humectar los ojos. Las lágrimas reflejas, que como su nombre indica, se producen para detener un ataque externo, como cuando cortamos cebollas. Las lágrimas emocionales, que entre otras, drenan excesos de manganeso, de leu-encefalina, la cual se ha descubierto en grandes cantidades en personas con Alzheimer y también prolactina, esta última hormona muy beneficiosa y necesaria para la producción de leche materna, pero que en exceso evita los embarazos; también es terrible cuando hay altos niveles en el cuerpo masculino, ya que produce problemas en decremento de la libido e impotencia, afecta las funciones de la próstata, vesículas seminales y testículos. Yo agrego las “lágrimas de cocodrilo”, que son esas que muy bien usan algunos para engañarnos y manipularnos: ¿cuantos de nuestros hijos y nietos (y nosotros mismos) no la usan a diario?
Llorar, es una catarsis, palabra cuyo significado deriva del griego limpieza, es simplemente liberarse de algo que nos afecta, mediante la experimentación de fuertes emociones. El soltar ese algo, es mucho más beneficioso que evitarlo o mantenerlo dentro, por eso cuando escondemos nuestros sentimientos, nos hacemos un terrible daño, que solo curamos al expresarlo.
Reír y llorar son parte de nuestra vida. No estoy de acuerdo, siendo cristiano católico, de que vinimos a este “valle de lágrimas”; Dios nos quiere felices. Pero la vida y nuestras decisiones, son las que marcan la pauta. Ese proceso de pérdidas y ganancias, de movernos arriba y abajo como la marea del mar, depende de las aguas de cada uno. De ese sufrimiento particular, que cada quien ve como sencillamente lo padece o como le saca provecho y aprende de él o de la sana persecución de la alegría.
"Por cada risa, debe haber una lagrima", es una frase de Walt Disney. Reír y llorar, es sano, no somos ajenos a ninguna de esas dos acciones, y aprovecharlas, eso depende de cada quien.
"Ni con la lágrima en el cuenco, ni con los dientes pelaos todo el día" (esta es mía). "Todo en la vida, debe ser como el buen whisky y los alimentos, balanceado" (esta también).
Eduardo J. León Hernández
Barranquilla
Junio 29, 2020
"Ni con la lágrima en el cuenco, ni con los dientes pelaos todo el día" (esta es mía). "Todo en la vida, debe ser como el buen whisky y los alimentos, balanceado" (esta también).
Eduardo J. León Hernández
Barranquilla
Junio 29, 2020