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Hace casi 10 años llegué a la calurosa Barranquilla, lugar donde la vida me abrió un espacio para vivir, trabajar, reír, y a veces también llorar. Aquí he conocido gente maravillosa, entre la que hoy día están varios de mis mejores amigos. Barranquilla tiene muchas cosas en común con mi natal Maracaibo y creo que es esa una de las razones por las cuales me he adaptado a la Arenosa, como también la llamamos.
Recuerdo que ese día en mi vuelo desde Bogotá, había muy buena visibilidad y en el acercamiento al aeropuerto, pude ver muchos techos de viviendas, bodegas, fábricas, su color llamó mi atención, pero en ese momento no capté, ni siquiera se me ocurrió pensar, a que correspondía ese grisáceo, renegrido aspecto que tenían. Solo unas semanas después, cuando pasó el fenómeno de la novedad que se vive en los primeros días luego de una mudanza, fue que pude concientizar que era el color del asbesto. Eso me llevó a pensar en cuantos habitantes tenía esta ciudad y si de verdad había tanta gente conviviendo con este terrible y asesino compañero.
A continuación voy a reproducir parcialmente lo que escribí y publiqué en abril de 2019, cuyo link les dejo aquí Glifosato o Asbesto, cual es peor? Ese escrito en principio fue para comparar cual era más dañino, si el uso del Glifosato en la erradicación de las plantaciones de coca o el hecho de mantener este otro enemigo como es el Asbesto sobre la cabeza de tantos colombianos. Allí destaco la forma tan hipócrita y criminal como se ha manejado este tema, pero eso les invito a que también lean ese otro escrito.
El asbesto es un componente orgánico que se ubica como un elemento más en la tierra y se extrae de áreas donde hay altas concentraciones. Las denominaciones Asbesto y Amianto provienen del griego y del latín, respectivamente; la primera significa incombustible y la segunda incorruptible.
El asbesto está formado por fibras largas, muy resistentes y lo suficientemente flexibles como para ser entrelazadas y ser utilizado en la fabricación de techos, tubos para acueductos y otros, además agrega firmeza y capacidad de resistencia a las altas temperaturas, así mismo se ha utilizado para reforzar el cemento y los plásticos, por ser un buen aislante del sonido. Participa en la producción de las zapatas de los frenos y de los discos de embrague de vehículos, así como en pinturas, revestimientos y adhesivos; su uso industrial es muy común y amplio. Debido a su tamaño, todos los tipos de fibras de asbesto son patógenos, o sea, elementos capaces de producir algún tipo de enfermedad.
Las fibras de asbesto llegan al cuerpo humano, principalmente a través de las vías respiratorias y su impacto depende de la cantidad de fibras en suspensión existentes en el aire y del tiempo que dura la exposición. El asbesto afecta al ser humano, por estar expuesto al trabajar con él, en los sectores de la construcción, mantenimiento y restauración de edificios, pero también por tenerlo cerca.
Sus efectos en el ser humano se detectan mucho tiempo después de haberse contaminado y la razón que me lleva a escribir sobre este tema, es porque sus estragos mortales y crueles atacan a millones de personas, por el hecho de que, como ya dijimos, está ubicado en edificios, canchas deportivas, áreas industriales, estaciones de autobuses, mercados, pero principalmente en casas y escuelas. Si, justo donde pasa tanto tiempo la familia, los niños, en ese techo que nos cubre, que nos protege del sol y la lluvia, pero que poco a poco va contaminando nuestro cuerpo, bajo la maldita lógica de la suerte, ya que no a todos ataca por igual.
La exposición al asbesto puede ocasionar diferentes afectaciones de salud, incluyendo tres irreversibles tipos de enfermedades principales:
- Cáncer de pulmón: Es la primera causa de muerte relacionada con el asbesto en los pacientes expuestos y es una enfermedad con un período de latencia prolongado.
- Mesotelioma maligno: Es el cáncer que se forma mediante una capa delgada del tejido que reviste muchos de los órganos internos, en este caso alrededor de los pulmones.
- Asbestosis: Enfermedad pulmonar crónica, producida por las fibras de asbesto que penetran en los pulmones e irritan su tejido, lo inflaman y provocan una fibrosis pulmonar, en otras palabras se endurecen los pulmones y las personas mueren por no poder respirar.
Hace más de 40 años Estados Unidos, prohibió el uso del Asbesto y en 1989 estableció normas que requieren inspeccionar las escuelas y así eliminar o reducir la exposición de los ocupantes mediante el retiro o sellado del asbesto. En Venezuela el asbesto fue prohibido de manera paulatina, más por las exigencias técnicas, documentales y de tipo laboral (protección a los trabajadores) que por una medida firme de un ente de gobierno, ya que no fue hasta 1992 que el Ministerio de Sanidad prohibió su importación y uso en todo el territorio nacional, pero repito, en las década de los ochenta, su reducción paulatina fue constante.
A diferencia de Venezuela, Colombia si tiene minas de asbesto y por ser un negocio muy lucrativo, tuvo muchos defensores en los diferentes niveles del gobierno y en las asociaciones empresariales. Particularmente no recuerdo haber estado en ninguna casa o instalación en mi país construida con este tipo de material y miren que puedo decir que he recorrido todos los estados de mi país y haber vivido en varias ciudades de este a oeste.
Colombia ha dado pasos muy tímidos para evitar esta desgracia e inclusive el propio estado colombiano ha sido el responsable de que el asbesto esté en tantos techos de la geografía colombiana y en especial el de la gente más pobre, ya que era una exigencia la fabricación de viviendas de interés social utilizando el Eternit, transmutación lingüística del nombre del techo ondulado que contiene el asbesto, por ser esa la marca más famosa, no solo en Colombia, sino en todo el mundo.
La intención de este escrito no es crear una alarma o pánico entre la población, no tengo ni el alcance ni los medios para hacerlo, pero si crear conciencia entre aquellos que aun no se han dado cuenta del peligro que viven.
Barranquilla sin Asbesto, es una campaña que inicio hoy 21 de enero de 2024, un poco demorada para mi gusto, para en primer lugar explicar y dar a conocer que el asbesto es un elemento cancerígeno terrible, que está sobre la cabeza de millones de colombianos, que si bien es cierto no los afectará a todos, ya que solo una minoría tendrá la desgracia de estar entre los afectados, hay pruebas suficientes para iniciar una campaña para acabar con él.
A medida que se desarrolle la campaña, daremos a conocer como identificarlo, que se puede hacer para mitigar su impacto, cuales son las medidas que el estado colombiano está obligado a realizar según lo que señala la reciente legislación que fue aprobada a la fuerza y las recomendaciones de organismos internacionales vinculados al tema.
También mostraremos estadísticas de los impactos de este enemigo público en otros países, lo oculta que puede estar la información oficial en Colombia y muchos otros aspectos que darán una visión al ciudadano común y a aquellos que se interesen en el tema, para aliviar un poco los impactos que esta enfermedad causa.
Probablemente, alguna persona que esté leyendo este escrito, un familiar o algún amigo, podrá desarrollar (o ya está haciéndolo) alguna de las enfermedades mencionadas anteriormente, pero no descubrirá su gravedad hasta dentro de unos 12 a 20 años, cuando ya no es posible hacer nada, padeciendo un insoportable sufrimiento que lo llevará, indefectiblemente, a la ruina corporal y mental, a la muerte, además de causar una terrible huella entre quienes lo rodean, dado el horrible deterioro de su cuerpo y la forma de morir.
Lo anterior no es una exageración, grupos europeos con quienes he creado el contacto para documentarme sobre este tema, lo revelan en sus papeles de trabajo, en las demandas contra empresas y contra los propios estados y también en los esfuerzos que realizan para obligar, aun después de décadas de prohibiciones del asbesto, que se retire o encapsule totalmente, garantizando evitar el mínimo daño y que además se atiendan a esas personas que se enfermaron hace más de dos o tres décadas, para morir sin dolor y de manera decente, ya que en todos los casos, los efectos son irreversibles y la muerte es segura.
Además de recomendarles nuevamente la lectura de mi articulo de 2019, busquen en las redes la Ley Ana Cecilia Niño, impulsada por una incansable luchadora de 42 años, que padeció y murió en enero de 2017 en Duitama - Boyacá, por un cáncer, producto de los efectos del asbesto. Lean todo lo referente a la aplicación de esa ley y lo que está pendiente por hacer por parte del estado colombiano, que es mucho, ya que la ley solo prohibió la explotación y uso, pero está pendiente la ruta de trabajo, las acciones a tomar, para eliminar los miles de millones de metros cuadrados de techos o al menos mitigar el daño mediante su encapsulación. Esta es una tarea titánica, que llevará décadas en completarse, pero que si nunca de inicia, la desgracia silente continuará.
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Sigan a la senadora Nadia Blel, quien lideró por años el proyecto para prohibir la producción y uso del asbesto en Colombia y empiecen a verificar que tipo de techo tienen ustedes, sus familiares, la escuela de sus hijos, hasta su lugar de trabajo.
Si encima de esos techos falsos, consiguen láminas onduladas, grisáceas o renegridas, preocúpense, sobre todo si la construcción tiene más de 8 años.
También hay publicaciones, trabajos de investigación y seguimientos que hacen varias universidades en Colombia, así como medios de comunicación social y organizaciones sin fines de lucro, interesadas por la salud del país. Esto lo pueden conseguir en las diferentes redes y medios de comunicación digitales.
“Una vez se produjo en la selva un incendio. El fuego amenazaba con devorar los árboles y los acogedores bosques. ¿Qué hacer? Un pajarito corrió hacia el río, se metió dentro y luego se puso a volar sobre las llamas. Las gotas de agua que llevaba en sus plumas las esparcía sobre el fuego intentando apagarlo. Iba y venía del río, repitiendo aquella maniobra. Un zorro le dijo ¿Qué estás haciendo? ¿Crees que con esas gotitas de agua conseguirás apagar ese incendio tan grande?
El pajarito contestó: Ya sé que mi ayuda es insignificante ante ese fuego. Pero no puedo hacer más de lo que hago. Así por los menos sé que estoy cumpliendo con mi deber. Si todos hubiéramos colaborado en apagar el fuego según nuestras posibilidades, las llamas ya se habrían extinguido. Y de nuevo volvió al trabajo”
Por una Barranquilla sin Asbesto.
Eduardo J. León Hernández
BarranquillaEnero 20 de 2024