“El que no vive para servir, no sirve para vivir”, es una frase que está en muchos muros y carteles en todo el mundo. “El Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir”, dice el evangelista Marcos en 20:28. Si Jesús, el Hombre más importante de la historia para los Cristianos, nada más que el Hijo de Dios, no hizo otra cosa que caminar, sanar en cuerpo y alma a los enfermos, perdonar y hablarle a la gente del amor, la justicia y en especial de la misericordia que debemos tener por los demás, sin dinero para viáticos (me imagino que algo recogían, excepto para los panes y los peces, sabemos que el mismo los hacía), pero con mucha decisión. El gran énfasis que hizo Jesús en su peregrinar, estuvo en lo importante que es servir, ayudar al prójimo, sin miramientos de edad, clase o nivel social. Los pobres eran su principal objetivo, pero recuerden que los ricos también lloran, eso también Jesús lo tenía bien claro.
Hay otro ejemplo bíblico, donde una de las figuras actuantes no es muy destacada. En el pasaje del Samaritano que ayuda al herido en Lucas 10:25-37, al cual encuentra golpeado y sangrando en la calle, que previamente fue visto y esquivado por un sacerdote y un levita que no se apiadaron de él, se hicieron los pendejos. “El Samaritano llegó junto a él, y al verlo tuvo compasión. Acercándose vendó sus heridas, echando en ellas aceite y vino, lo montó sobre su propia cabalgadura, lo llevó a una posada y cuidó de él. Al día siguiente, sacando dos denarios, se los dio al posadero y dijo: "Cuida de él y, si gastas algo más, te lo pagaré cuando vuelva". Seguramente, el posadero tuvo más participación que el Samaritano, aunque este último tomó la iniciativa, razón por la cual es el héroe del cuento, pero el posadero fue quien se quedó con el herido. La historia no dice como terminó el asunto, pero me gusta pensar que el posadero lo siguió cuidando hasta que sanó totalmente, cumpliendo el objetivo del Samaritano; trabajaron en equipo para prestar ayuda, para servir.
En casa de mis padres, varias personas los han ayudado con los quehaceres, estando jóvenes y mucho más ahora que ya están transitando la octava década. Con frecuencia ha habido alguien que “les ha servido”, bien sea limpiando, lavando o planchando la ropa, ayudándoles a bañarse, como pasa con mi padre en este momento y por ese servicio recibe la mejor compensación económica que podemos otorgarles (nunca será suficiente). Esas personas en mi casa son tan importantes, que se sientan de primero en la mesa a la hora de comer, usan la misma mesa donde nos sentamos todos, junto a mis padres y a cualquier otra persona que esté en la casa.
Quienes les han ayudado, servido, quien en este momento de sus vidas los acompaña y cuida, siempre han comido los mismos alimentos que mis padres y estaremos eternamente agradecidos por todo lo que han hecho y hacen por ellos y por nosotros. Algunas de esas personas ya pasaron a una mejor vida, pero los recordamos con mucho cariño y el agradeciendo nunca acabará.
El servicio y el agradecimiento son dos actos, gestos o reacciones que van de la mano. El segundo debe ser siempre la respuesta al primero. En mi familia y la de mi esposa, invariablemente se ha tenido claro que estos dos rasgos, como dice Nellita, son básicos en “la educación doméstica” y es por eso que, en cada momento que recibimos algo de alguien, damos las gracias. Si estamos en un restaurant y el camarero viene 20 veces a la mesa a traernos algo, a tomar un pedido o simplemente a preguntar cómo está la comida, 20 veces le damos las gracias. Nos han enseñado que debemos agradecer cada gesto o acción de servicio; es como devolver un saludo amable o una sonrisa, siempre satisface de manera hermosa a cada parte. No somos perfectos, tampoco quiero destacar a mi familia como seres superiores o excepcionales (aunque ciertamente, somos Maracuchos), ni mejores que los demás; yo solo les aseguro, que si mi madre me escucha hablarle mal a quien me está sirviendo, hace un “jeta en uno” más rápido que Tiger Woods en el Phoenix Open de 1997.
Agradecer es un pago desinteresado, que no se mide en monetario, porque tiene mucho valor, tanto para quien lo hace, como para quien lo recibe. Las personas agradecidas también son normalmente buenos servidores, porque entienden el vínculo de las dos acciones.
Las personas más famosas del mundo suelen ser presidentes, empresarios, artistas, cantantes, genios de la actuación. También la gente con mucho dinero y la nueva casta conocida como influencers, muchos de los cuales muy poco aportan, pero como hacen ruido, tienen miles o millones de seguidores, tan ciegos como los fanáticos religiosos.
Hay otro conocido grupo más pequeño (bastante más pequeño, casi imperceptible) que es la gente bondadosa, cuyo comportamiento y servicio a los demás, ha sido tan notorio y ha incidido de manera enorme en nuestra sociedad, destacándose por encima de esas estrellas de la economía, la política, la música y el cine, al menos ante los ojos de la gente que sabe apreciar la bondad desinteresada. En nuestro mundo hay muchísima gente buena, son una exagerada mayoría, solo que el bien no da rating, no lo apreciamos o al menos no lo hacemos a viva voz. Dado el enorme morbo de los medios y las redes sociales (que realmente es el nuestro), los actos vulgares, maliciosos e inclusive las desgracias, resaltan por encima de los eventos positivos y enriquecedores.
Otra parte de la virtud de quienes deciden ayudar a los demás, sirviendo de corazón, sin ningún interés, sin querer ser reconocidos por ello, es que hacen enormes esfuerzos en ayudar a alimentar, sanar y educar, sin tener los recursos económicos necesarios. Muchos son actos milagrosos, apoyados por ángeles silenciosos de esta tierra.
Agnes Gonxha Bojaxhiu, una monja católica de origen albanés y naturalizada india, conocida como la Madre Teresa de Calcuta, fundó la congregación de las Misioneras de la Caridad en Calcuta en 1950 y durante más de 45 años atendió a pobres, enfermos, huérfanos y moribundos, al mismo tiempo que guiaba la expansión de su congregación primero en la India y luego en otros 130 países del mundo. Fue beatificada por San Juan Pablo II en 2003 y oficialmente canonizada por el papa Francisco en 2016. Agnes descubrió su vocación desde muy temprana edad y a los 18 años ya había decidido entrar a la vida religiosa, cambiando su nombre a «Teresa» en referencia a Teresa de Lisieux, santa patrona de los misioneros, dedicándose primero a enseñar en un convento y luego a “ocuparse” de los enfermos y los pobres de la ciudad de Calcuta.
En la década de 1970 ya era conocida internacionalmente y había adquirido reputación de persona humanitaria y defensora de los pobres e indefensos, en parte por el documental y libro Something Beautiful for God (Algo hermoso para Dios), de Malcolm Muggeridge. Por su labor humanitaria, Madre Teresa obtuvo el Premio Nobel de la Paz en 1979 y el más alto galardón civil de la India, el Bharat Ratna, en 1980.
Teresa de Calcuta es un ejemplo, de los muchos que hay y es sin duda alguna, una de las personas más reconocidas por sus acciones en favor de los más necesitados.
Madre Teresa no gustaba de esos reconocimientos, personas cercanas a ella revelaron que solo participaba en eventos a los cuales era invitada, con el objetivo de lograr la atención de los gobiernos y empresarios, en bien de los más necesitados. Eso le permitía también recaudar fondos para la atención de los verdaderos menesterosos. Por supuesto que Madre Teresa no escapó de quienes la señalaron como una interesada, una ortodoxa defensora de la aceptación del sufrimiento y de muchas cosas más. A mi no me constan sus errores o faltas, solo sé que Teresa de Calcuta venía de una familia muy acomodada económicamente y que decidió dejar una “buena vida” para servir a los demás.
Servir es ayudar, tener a bien. Es asistencia, auxilio, favor. También es sinónimo de encargo, misión, cometido, funcionamiento, de trabajo, de atender a otros y en lo referente a algunos deportes, es casi siempre, hacer un movimiento para entregar el balón a otro jugador, buscando anotar un punto a favor del equipo. El servicio siempre es un desprendimiento, es trabajar en equipo, con gusto, disposición y sin egoísmo. Es dejar algo de nosotros en los demás, donde no perdemos nada, por el contrario, todos ganamos mucho.
Muchas son las frases que han escrito figuras notables sobre el servicio:
- Si precisas una mano, recuerda que yo tengo dos. San Agustín.
- El mayor espectáculo es un hombre esforzado, luchando contra la adversidad; pero hay otro aún más grande: ver a otro hombre lanzarse en su ayuda. Oliver Goldsmith.
- Ayudar al que lo necesita no sólo es parte del deber, sino de la felicidad. José Martí.
- El socorro en la necesidad, aunque sea poco, ayuda mucho. Mateo Alemán.
- La raíz de todo bien crece en la tierra de la gratitud. Dalai Lama.
- Recibe un beneficio y nunca lo olvides; si lo otorgas, nunca lo recuerdes. Pierre Charron.
- Desde la perspectiva de la gratitud, todo es un milagro. Mary Davis.
- Nada es más honorable que un corazón agradecido. Séneca.
- El amor expulsa al miedo y la gratitud doblega al orgullo. Louisa May Alcott.
- El servicio y el agradecimiento, son la misma cara en los dos lados de una hermosa moneda. Eduardo León.
Hace un tiempo escribí Servir o Ser Vil, donde están las dos caras de esa decisión, pero hoy quise destacar el trabajo humilde, agradecido y hecho con mucho amor de los jóvenes de Ganache Café Bistró: Arlec, Dayan, Rosneria, Yurleidy, Juldry, Manuel, Rodrigo, Camilo, Omar, Carlos, José, Juan David, Gabriel, Alexis y del amigo Jorge Serrano, el socio que no cobra (chiste personal no publicable).
Esto no es una publicidad, aunque de pronto ayuda. Tampoco para buscar descuentos, ya me lo otorgan de vez en cuando. Pero ustedes pueden obtenerlo si van Ganache, preguntado por al menos dos de las personas antes mencionadas.
Escribo sobre estos jóvenes, sobre su servicio, porqué sencillamente lo merecen, me place hacerlo y son un excelente referente para destacar esa hermosa cualidad del buen trato. Es triste ver personas que siendo muy bien atendidas, por creerse superiores, tratan a los demás de manera grosera e irrespetuosa, mostrando su bajo nivel cultural y educativo, producto de su amargura; esto es común verlo en cualquier área de servicio. Todo lo que no nos gusta tenemos el derecho a reclamarlo, pero con decencia, con respeto al otro y además, donde no te traten bien, sencillamente paga la cuenta y no vuelvas.
Para quienes nos sirven a diario, sean taxistas, mecánicos o vendedores de café, y también con las personas que nosotros mismos servimos, tengamos esa hermosa actitud de ser amables, de sonreír, de ser siempre agradecidos y principalmente con Dios, quien nos ha regalado esta vida, que será hermosa o dolorosa, dependiendo de cuanto servimos y agradecemos, todos los días.Barranquilla
Octubre 10, 2022
Dar gracias a diario, es un hábito sano para el espíritu ... Y servir de corazón genera una gran satisfacción ...
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