Mi mamá es una mujer blanca, muy blanca, con pecas,
pero mi padre la llama Negaaa; no, no falta la R, es que él tiene frenillos en la lengua y no la puede pronunciar. Cuando habla dice: jojo, jatón, fejocajil y como le mamamos gallo por eso. Me cuentan que un día, el veía en la televisión una competencia de fórmula uno donde hubo un terrible accidente, él fue a decirle a la gente que estaba en la casa: "En la cajeja hubo un tejible choque, un fejaji coloj jojo ajastjó a un poco de gente"; fue una vaina genial, inolvidable, pregúntenle a mi Tiabe! Pero eso es muy natural para nosotros, es parte de nuestra
cotidianidad, nos reímos de lo que cada uno de nosotros somos y no nos sentimos
mal por eso; mucho menos nos ofendemos.
Molestamos al barrigón, al que le
cortaron mal el cabello y le dejaron un hueco o le quedó una patilla más larga que la
otra. La apariencia externa, no nos importa. Bueno, mi papá ya está llegando a
los 80 en unos meses, él a veces si se molesta, ya es la edad; pero seguro lo
joderemos hasta que se muera, somos así, además él mismo nos enseñó eso.
Tengo muchos amigos trigueños, morenos y negros, de ambos
sexos, por supuesto, lo aclaro por ese afán de ahora querer separar todo entre
femenino y masculino, enreda mucho las cosas. Hay una negra hermosa, María Lourdes,
que ha vivido al fondo de mi casa paterna por más de cuarenta años, es una de
las personas más importantes de mi vida; no se lo digo seguido, pero ella lo
sabe. Mi compadre Hernán, mi vecino Jairo Peralta, mi hermano Marcos Romero,
Luguito; compañero de tantas parrandas, Edgar “Whiche”; mi pana, el guitarrista de siempre, Ada
Quiñonez; una morena preciosa que es como mi hermana, era la única “negrita”
que mi abuela María Vivas quería, mi difunto primo; el negrito José, son tantos
los negros, trigueñas, morenos, mulatas, como quiera que los queramos llamar,
los que hay en mi vida, como los hay en la de todos y son personas
excepcionales. Mi hijo menor Eduardo José, también es moreno y es mi hijo, mosca.
Mi bisabuelo era bastante moreno.
Cada vez que veo esos modismos de nuestro lenguaje, como el
mencionado y exacerbado uso de la clasificación feminista y machista, tratando
de darle genero a todo, como si ya no estuviera bien claro en las bases de
nuestro lenguaje; me pregunto si eso lo genera gente que no tiene otra vaina más útil que hacer o es que venden tinta y así nos para obligan a escribir más palabras. Lo mismo
ocurre con el uso de la palabra afrodescendiente. Se jodieron las negras, los
trigueños, las morenas, los mulatos y los moros. Se jodieron también las canciones y
poemas románticos, donde esa palabra no cabe.
Por un momento piensen en esa famosa canción, Embrujo de
Amor, que empieza: “No se mi Negrita Linda que es lo que tengo en el corazón” y
sigan cantándola. Ahora que la recordaron y cantaron, sustituyan Negrita por Afrodescendienta (osea con a,
por que es femenina), suena igual? Hagan lo mismo con esa otra famosa melodía de
Ismael Rivera: Mi Negrita me Espera, donde Maelo pronuncia negra o negrita varias
veces y procedan a hacer la misma sustitución; es una vaina horrible, o no?
Piensen ahora, ustedes las mujeres, cuando están en la cama
o haciéndole algún cariño a su marido, algo morenito él, la vaina sonaría así: Hola mi
Afrodescendiente lindo, o Te amo Afrodescendiente de mi Corazón, o con mas fuerza, Dale duro mí
Afrodescendieennteee. Si a mí me hablan así me voy para otro lado. Esa vaina le
tumba la libido a cualquiera.
Pero es lamentable ver como a estas alturas de la vida aún
hay separaciones por color, razas, credos y nivel económico. Es muy triste de
verdad y pareciera que en lugar de disminuir, va en aumento. Las guerras
religiosas, los enfrentamientos entre “pobres” y ricos, auspiciados por los
propios desgobiernos, como el de mi país, donde la siembra de odio separatista
ha sido tan infame. El uso de estas frases, para mí, es generadora de más
divisiones.
Se es afrodescendiente por que los negros vienen de África y
cada negro tiene que definirse así? Entonces hay afroamericanos, afroargentinos
y afrovenezolanos. En mi caso, que soy (supuestamente) descendiente de
españoles, italianos y noruegos, debo llamarme espitaruegovenezolano; que vaina
tan estúpida. Imaginen si llevamos eso a la comida, porque si aplica para una
vaina se usa en la otra. Llego a un restaurant y me provoca un Pabellón Criollo,
que trae caraotas (frijoles) negras y le digo al mesonero: Tráeme, por favor,
un pabellón, pero las caraotas Afrodescendientas las quiero refritas. Con
seguridad el carajo me contesta algo así: Mira, de vaina, y si es que hay
caraotas, probablemente las trajeron de Nicaragua.
O cuando nos toque comprar unos zapatos o una camisa de ese
color y pidamos una Guayabera Afrodescendienta o un Liquiliqui Afrodescendiente,
se podrán imaginar la cara del vendedor maracucho diciendo: Vertale
hermano las guayaberas que tengo son chinas y me gustaría ver un llanero que sea de
esos lados, tendréis una foto pa´ ver que te consigo en el almacén?. Coño, la canción de Juanes: Tengo la camisa Afrodescendiente,
como Afrodescendiente tengo el alma!! No, no, no, esto es una locura.
Pero a qué viene esta repentina explosión contra “The new
wave of my language”, realmente nada tengo contra mi idioma y sus usos, en
contra quienes por motivaciones políticas absurdas, quieren desvirtuar el uso
de algunas palabras, para crear más separación y odio. Pero también porque hoy
es el día de un Santo Negro, San Benito de Palermo. El nació en Sicilia, Italia, sus padres italianos y sus abuelos africanos y seguro no le gustaría que le llamaran Italoafricano, yo creo que le encantaría seguir siendo el Negro.
San Benito de Palermo, fue en esa ciudad donde murió, es un
santo que se destacó por su humildad y caridad, su pasión fue la cocina; aunque
muchos dicen que ese oficio lo realizó más por su poca formación que por otra
cosa, pero fue por ese medio que realizó muchas de sus curaciones, muy milagrosas. En la cocina lo visitaron quienes con él querían hablar, hasta un Virrey llegó allí. Sin ser sacerdote, en un momento de su vida, por su sabiduría, fue nombrado superior
de una de las órdenes a la cual perteneció. La gente lo rodeaba cada vez que salía
a la calle para besar sus negras manos, en busca de salud, de paz y sanación.
Se destacó por su don de palabra, por sus buenos y acertados consejos, dicen
que tenía una palabra iluminadora; osea un negro que emanaba luz. Por revelación divina supo exactamente el
día y la hora en la que iba a morir y sus últimas palabras fueron “En tus
manos, Señor, encomiendo mi espíritu”.
San Benito, cuya fiesta oficial es en el mes de Abril, su día es celebrado en varias fechas, en diferentes partes del mundo. En Venezuela,
dependiendo de la zona, se celebra principalmente el 27 de diciembre, el 1° de enero o el 6
de enero. La celebración es una gran fiesta, la cual incluye una procesión que
en algunas ciudades es muy concurrida, dados los milagros que la gente reconoce
ha recibido de él y la gran devoción que despierta en el pueblo. Por muchos años fui un asiduo
visitante de su templo en La Concepción, una pequeña ciudad cercana a mi Maracaibo.
San Benito es tan especial para mi gente, que tiene hasta
una forma especial de “bailarlo”, es común ver los chimbangles, que es un grupo
de hombres que tocan unos tambores, cada uno con un sonido muy particular y el
ritmo es muy cadencioso, muy propio de ese baile. Hay quienes les han puesto
letras, frases muy cortas para identificar cada uno de los repiques, pero que
no se pueden escribir; además de que no serviría de mucho, igual no se entendería,
hay que escucharlo. Los chimbangles en esas zonas, son tan famosos como los mariachis, de hecho los contratan para algunas fiestas.
Cuentan algunos registros escritos, que la costumbre de hacer
este baile proviene de la Costa Oriental del Lago de Maracaibo, especialmente de
Cabimas, donde la indetenible erupción de un pozo petrolero, específicamente el
Barroso II, que desde el 14 de diciembre de 1922 estuvo lanzando petróleo al
aire, ponía en peligro a las comunidades vecinas. No había manera de
colocarle el cabezal al pozo para dominar el fluido y un habitante de la zona le pidió permiso
a los operadores para bailarle a San Benito, frente al pozo; paso seguido, el
flujo disminuyó, pudiéndose controlar el Oro Negro que fluía de la tierra. Este
reventón fue el que dio origen a la industria petrolera venezolana. Detalle curioso, San Benito no tomaba licor, pero en sus fiestas es normal que la gente le lance ron a la imagen del Santo (claro está que también se lo toman), se dice que eso mismo es lo que hicieron los obreros cuando celebraban el milagro del Barroso.
Negros famosos es lo que sobran. Desde mi admirada Whitney
Houston, todas las negras que cantaban las mejores melodías de los años 60 y
70. El Negro Ricardo Aguirre, interprete inmortal de nuestra gaita zuliana, Los
Ángeles Negros, Barry White (curioso su apellido), Nat King Cole, The Jackson
Five (uno se “hizo” blanco y se murió), Tierra, Viento y Fuego y esa gran mayoría
de exponentes del Blues y del Jazz. Y ni hablar de mi bella Halle Berry, de Whoopi Goldberg
y Oprah Winfrey, dupla que debutó y se hicieron famosas en The Color Purple Color. Los Obama, Martin
Luther King y Henry Stephen, con su limón limonero. No podía faltar uno de muy
reciente aparición, el Negro del Whatsapp, me imagino lo que me escribirán en
el grupo mis amigos Luis Dautant y Jorge Gómez, cuando lean esto.
El color no es un estigma, somos nosotros los que estigmatizamos
por lo que nos da la gana, por gusto, por odio, por mamar gallo, por joder. Es esa
parte macabra de nuestra naturaleza que nos lleva a querer marcar a los demás,
pero también es culpa de nosotros mismos, los que nos dejamos marcar; sentirnos
mal por lo que realmente somos, no tiene ningún sentido. El judío se burla del católico,
el rico del pobre, el flaco del gordo, el blanco del negro, el que tiene la
ropa limpia del que anda sucio, el simpático del feo; pero, quien es el que
realmente está mal?.
Algunos dicen que el color negro es la falta de luz y que
el blanco refleja precisamente la belleza de luminosidad. Esas podrán ser definiciones
físicas, pero me gustaría saber, de sus inventores, como estarán sus almas.
“Pintor nacido en mi tierra, con el pincel extranjero, pintor
que sigues el rumbo de tantos pintores viejos, aunque la Virgen sea blanca, píntame
angelitos negros.
¿No hay un pintor que pintará angelitos de mi pueblo? Yo
quiero angelitos blancos con angelitos morenos. Ángel de buena familia no basta
para mi cielo.
Si queda un pintor de santos, si queda un pintor de cielos, que
haga el cielo de mi tierra, con los tonos de mi pueblo, con su ángel de perla
fina, con su ángel de medio pelo, con sus ángeles catires, con sus ángeles
morenos, con sus angelitos blancos, con sus angelitos indios, con sus angelitos
negros, que vayan comiendo mango por las barriadas del cielo.” (Tomado del poema
de Andrés Eloy Blanco).
Feliz Día de San Benito, de nuestro Santo Negro.
Eduardo J. León Hernández
Barranquilla
Diciembre 27, 2.017