Tomado de la Vanguardia.com |
La anterior definición la adapté usando la formulada por C. De Miguel Sánchez y A. López Romero, en una investigación publicada en 2006, donde exponen ampliamente este tema. Ellos señalan que estas medidas (eutanasia o suicido asistido) deben ser tomadas siempre "en atención a la persona y de acuerdo con su voluntad", pues aseguran que se trata de un elemento indispensable para diferenciar entre eutanasia y homicidio. En las legislaciones de los países que permiten la eutanasia esta manifestación de voluntad del paciente ocupa un lugar fundamental en el proceso y, en muchos casos, se establecen salvaguardas especiales para garantizar que no se trata de una reacción momentánea ante un contexto determinado.
Así, por ejemplo, en Bélgica se exige una solicitud por escrito, voluntaria y reiterada, debidamente firmada por el paciente o por un adulto al que este haya autorizado. Debe transcurrir un tiempo prudencial entre la solicitud y la ejecución de la eutanasia, y se obliga al médico a buscar la opinión escrita de un segundo especialista en la enfermedad de que se trate. Del tipo de acciones que se tomen para que se produzca la muerte surge la diferencia entre eutanasia activa y eutanasia pasiva. La primera pudiera ser el suministro de un químico o una inyección letal. La eutanasia pasiva, se refiere a la supresión o no aplicación de medidas que mantienen a una persona con vida (respiradores, tubos de alimentación, etc.), la cual fallece como consecuencia de estas decisiones.
Decidir acabar con su propia vida, pudiera ser visto de otra manera, como "un derecho a no sufrir", pero para algunos otros, es un gran desprecio que se muestra ante nuestro creador, también habrá quien piense que el suicida es un cobarde. Es un acto que hace contra sí mismo, donde supuestamente no afecta a nadie, aunque sus familiares casi siempre quedan devastados. Es una acción muy difícil de calificar y hay que estar los zapatos de quien toma esa decisión. Muchas veces la soledad o falta de solidaridad de quienes rodean a esa persona, la fama y la soledad que causa el dinero, también son parte de esa decisión, muchas veces producto de una depresión producida por el uso de drogas el exceso de alcohol. Nunca falta una decepción amorosa.
Hay casos de personas que ya cansadas de vivir, como David Goodall (raro el apellido), un profesor australiano de 104 años, que viajó a Suiza para morir de manera asistida, porque sentía que, aun estando sano y con claras facultades mentales, ya no tenía razones para seguir viviendo; no podía trabajar, ni conducir y no quería ser una carga para nadie. También está el caso de la joven holandesa Noa Pothoven, quien sufrió problemas postraumáticos, producto de haber sido abusada sexualmente cuando era una niña. No estaba diagnosticada como “loca”, estaba en su pleno juicio y hasta escribió un libro para contar su historia en Winnen of Leren (Ganar o aprender), publicado en 2018. Sin embargo, a pesar de tener los más avanzados tratamientos y ayuda de los mejores siquiatras y médicos, su mente la mantenía en una eterna angustia y desasosiego, impidiéndole comer y dormir. Los momentos de estrés y depresión la llevaban a querer “desaparecer”, sentía que vivía un infierno, que no vivía, solo respiraba. Según publicó la BBC, Noa decidió acabar con su vida en mayo de 2019, dejando de comer y tomar líquidos como decisión personal, ante la negativa de obtener el permiso para recibir ayuda en un suicidio asistido. Tenía solo 17 años y su libro se considera una joya para ayudar a personas que hayan pasado por su situación.
Menciono el caso de Stephen Hawking, quien murió en marzo de 2018. Este científico británico falleció a los 76 años de edad en su casa, tras librar una larga lucha de más de 55 años contra la Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA), que lo confinó en una silla de ruedas y solo podía comunicarse mediante una computadora; Hawking fue una de las mentes más brillantes que se haya conocido. Christopher Reeve el actor que interpretó a Superman, quedó paralitico del cuello hacia abajo luego de caer de un caballo y durante la convalecencia, su propia madre pidió que le retiraran el aparato que le permitía respirar, cosa que también el propio Reeve consideró cuando recobró la consciencia, pero luego cambió de opinión y se dedicó a trabajar por los demás, a pesar de no poder moverse. Robin Williams el gran actor y el magnifico el chef neoyorquino Anthony Bourdain, tomaron la decisión de quitarse la vida, sin supuestamente tener ningún problema de salud. El suicidio (asistido o no) y la eutanasia, son una decisión propia, es algo duro y terrible. Cada quien que lo practique, se deberá enfrentar ante Dios.
Es bueno conocer de instituciones llamadas regularmente Hospice, unidades de cuidados paliativos que proveen ayuda médica, espiritual y psicológica, a quienes padecen de enfermedades terminales y a sus familiares, con el fin de que dejen este mundo en paz y con dignidad. Lo menciono porque en muchas partes se desconoce la existencia de estas instituciones y por que hoy se me presenta una Diosalidad.
Hoy 9 de octubre de 2021, el día en el que estoy escribiendo sobre este tema, veo en el teléfono que mi amiga Cenobia de Fuenmayor está cumpliendo años y que también es el día Mundial de los Hospicios y Cuidados Paliativos. Judith, Paula y yo conocimos y apoyamos en un tiempo a Hospice de Venezuela, una institución creada por la congregación católica de los Misioneros del Sagrado Corazón en Maracaibo, hace más de 15 años, por la iniciativa del MSC Juan Marcos Coffey. La confluencia que produce la Diosalidad, es que Cenobia era quien dirigía esta institución y fue quien nos llevó hasta allí para conocerla.
He escrito antes sobre el aborto, ese cruel asesinato de niños (es mi artículo y mi opinión) y destaco ahora la eutanasia, una acción opuesta en el tiempo al aborto, ya que mayormente es decidida por una persona que ha tenido la oportunidad de vivir. Escribí en febrero de 2020, cuando en Colombia el aborto de un bebé de 7 meses de gestación contra la voluntad del padre, se hizo tristemente mediático y ahora, se presenta otro evento triste, que se debe llevar a cabo mañana Domingo 10 de octubre de 2021 en la ciudad de Medellín.
Según la nota publicada en la web de RCN, “Martha Sepúlveda Campo, de 51 años, fue diagnosticada con ELA (igual que Hawking) hace solo tres años. Con el tiempo, se agudizaron los dolores, el daño muscular y las dificultades de movilidad, así que en marzo 2021 le dijo a su médica que quería acceder a la eutanasia, lo que era imposible debido a que su enfermedad no era terminal. Tres meses después, la Corte Constitucional de Colombia amplió el derecho fundamental a morir dignamente a este tipo de pacientes y dio luz verde a su deseo”. Creo que esta corte, en algún momento cambiará la constitución con un fallo y autorizará la pena de muerte.
Hace unos días vi una entrevista televisada, donde la Sra. Sepúlveda estaba sonriente, celebrando su próxima muerte, junto a un hijo que la acompañaba tomando cerveza, era como una especie de jubileo por la proximidad de ese evento. Es muy difícil entender eso, siendo que este caso su enfermedad no está categorizada como terminal, pero para ella los dolores, el sufrimiento y sobre todo la pérdida progresiva de su movilidad, la llevan a pedir legalmente esta salida. "Cobarde seré, pero no quiero sufrir más, yo lucho por descansar”, fueron parte de sus palabras.
Su propia familia cuenta lo difícil que ha sido para ellos aceptar la decisión de la Sra. Martha, seguramente no quieren verla sufrir, compartir el padecer diario de sus dolores y es por eso por lo que la apoyan, pero de allí a celebrarlo, a mí no me llega. En este punto recuerdo los últimos años de vida de mi suegra Trina Julia Perozo, uno de los seres más dulces que he conocido. Ella padecía de una artritis degenerativa terrible, casi no podía caminar y su último año lo pasó entre su chinchorro y una cama. Estando de pie, sentarse para ella era un suplicio, le llevaba hasta 20 minutos hasta que su rodilla finalmente cedía y ella caía sobre la silla lanzando un fuerte “sonido” que no era una queja, pero tampoco una satisfacción, era de verdad duro no poder hacer nada por ella. Pero Mima, así le decíamos, nunca se quejó, siempre trataba de sonreír, apreciaba su cafecito y una malta fría, le encantaba ver a sus nietos a su alrededor. Con todas sus limitaciones, hacía sus “sanes” y ahorraba su propio dinero, el cual disfrutaba gastar comprándole helados a mis hijas y a sus demás nietos. Conozco también el caso de una persona allegada a mi familia, que conocí desde niña, quien falleció hace solo unos días. Maribel también sufría de ELA, pero a diferencia de la Sra. Martha y al igual que Hawking, siempre mostró un incansable espíritu de lucha, de ganas de vivir, cosa por la que batalló hasta su último día.
Ver sufrir a un ser querido es muy duro, pero de allí a querer que muera y celebrarlo, yo paso, como dicen en el dominó. Pero quien soy yo para lanzar en este caso una piedra, la vida es muy complicada, da muchas vueltas y cada quien hace de su rabo una fiesta; solo pido a Dios que nos libre de estar en una situación como esta.
La razón por la cual destaco este caso y critico la eutanasia en general, es porque cada día noto un mayor desprecio por la vida. El asesinato, el suicidio y la eutanasia, crecen cada vez más. Hay instituciones que también luchan contra el aborto cada día, pero pareciera que no es suficiente. La misericordia, la empatía, el amor por el prójimo, que finalmente es el sentimiento mayor que debe salvar a nuestra sociedad, parecieran que están cada vez más lejos de nosotros. El egoísmo, el odio y el afán de aparentar lo que no somos lucen estar ganando la batalla (no lo creen, métanse en las redes, es un sencillo ejercicio). No se si es algo de este tiempo o es que los medios ahora hacen nuestras miserias más visibles, pero tristemente, así lo siento yo.
Ciertamente creo que los buenos somos más, pero somo lentos, no reaccionamos a tiempo. Creemos en el dejar ser, dejar pasar, nada de eso es mi problema y lamentablemente la inacción nos está afectando a todos.
La eutanasia, el suicidio y el aborto, son eventos que todos hemos tenido cerca, en algún momento nos han pasado por la mente, esa parte de nuestro cuerpo que puede ser nuestro peor enemigo, si no la sabemos controlar. Debemos estar atentos a estas circunstancias, acercarnos con caridad y no con imposiciones a quienes sufren y padecen, mostrándoles que la vida, bajo cualquier circunstancia, siempre es la mejor opción.
Dios y la Virgen de Chiquinquirá nos bendigan, siempre.
Eduardo J. León Hernández
Barranquilla
Octubre 09, 2021
Ciertamente creo que los buenos somos más, pero somo lentos, no reaccionamos a tiempo. Creemos en el dejar ser, dejar pasar, nada de eso es mi problema y lamentablemente la inacción nos está afectando a todos.
La eutanasia, el suicidio y el aborto, son eventos que todos hemos tenido cerca, en algún momento nos han pasado por la mente, esa parte de nuestro cuerpo que puede ser nuestro peor enemigo, si no la sabemos controlar. Debemos estar atentos a estas circunstancias, acercarnos con caridad y no con imposiciones a quienes sufren y padecen, mostrándoles que la vida, bajo cualquier circunstancia, siempre es la mejor opción.
Dios y la Virgen de Chiquinquirá nos bendigan, siempre.
Eduardo J. León Hernández
Barranquilla
Octubre 09, 2021