El hombre es la mayor creación de Dios, es un hecho cierto y que nadie discute. Pero, de verdad lo creemos? A ver, me explico. Si somos lo mejor de la
creación, deberíamos ser los seres con el mejor comportamiento, con la mejor
actitud, con la mayor bondad, los buenos de la historia pues, pero parece que
no lo hemos entendido o no entendemos, que eso es lo que más nos conviene. Alguien dijo una vez, si los malos supieran lo bueno que es ser bueno, el mal desaparecería.
Para esto necesitamos quitarnos la careta, debemos empezar por mostrar realmente quienes somos, no lo que tenemos. Que seamos capaces de
sonreírnos con personas de cualquier “nivel
social”, que reconozcamos que todos somos iguales, que nacimos de la misma
forma y que algún día nos moriremos, lo que no conocemos es en qué condiciones. Lo único que nos
diferencia en esta vida, es nuestra actitud ante ella, nuestra manera de ser, eso sí lo podemos
manejar y mejorar.
En una actividad muy especial a la que asistí hace un tiempo, un amigo Jesuita nos pedía
que buscáramos dentro de nosotros, que indagáramos de manera muy privada y
personal, cuanto tenemos de Mosca y cuanto de Abeja. Entendiendo que la abeja
busca las flores y produce miel, mientras que la mosca va a la basura y reparte
enfermedades. Cuanto de cada uno tenemos nosotros ?. En el caso de estos dos
voladores, es su naturaleza lo que los lleva a hacer una cosa o la otra, no
tienen conciencia de sus actos, pero nosotros sí, fuimos creados con la
capacidad de decidir qué hacer. Cuando puedas, mírate al espejo y pregúntate,
cuanto de mosca o de abeja tienes? Como está esa combinación en tu vida?
Si preferimos producir miel, en lugar de enfermedades, entonces, parece
que si vale la pena ser bueno. El problema es que no nos hemos propuesto esa
tarea de tratar de dejar de ser menos infecciosos y más dulces. Nosotros no decimos que somos buenas
personas, parece que nos da pena, ni siquiera decimos que somos, solo mencionamos
lo que tenemos, y no es que tener sea malo, todo el que con un sano y dedicado
esfuerzo logra tener, poco o mucho, es digno de poseerlo. El asunto es que eso
no es lo central en la vida y es lo que nos tiene jodidos.
Además, vivimos con muchas caretas. La careta del licenciado, del médico,
del ingeniero, del rico y hasta el pobre se pone su careta. Lamentablemente la
sociedad nos ha llevado a separarnos de manera terrible entre sectores que
tienen y otros que no tienen. Conozco países que hasta sus legislaciones lo
señalan y de esa manera sus ciudadanos son tratados. Viven en “estratos”, por
lo que cada quien tiene su careta, creando desconfianza, ya que pensamos que
todos los demás (o muchos de ellos) son malos, que nos quieren dañar y no hacemos
nada para cambiar esto.
Muchos ni siquiera sonreímos, somos incapaces de saludar o al menos
tratar de poner la mejor cara que tenemos. Sonreír, además de ser un gesto de
agrado para con el prójimo, es una de las actitudes que más nos ayuda a
nosotros mismos, a nuestra propia salud.
Ser alegre, ser agradecido, tener una actitud positiva, no son una
posesión exclusiva de algunos, es una decisión que todos podemos y debemos
tomar, por nuestro propio bien y como aporte a la sociedad y a nuestra propia
familia. Todos tenemos problemas, algunos
con más frecuencia e intensidad que otros y no es fácil andar mostrando una
sonrisa de manera permanente. No es sencillo sonreír teniendo un fuerte dolor de cabeza, pero, nos ayuda más andar con cara de amargado?
También es importante que tengamos claridad de que ser bueno no es ser
pendejo o tonto. Ayudar a los demás es esencial en la vida. Es una demostración
de que realmente nos importa el otro, si nuestra ayuda es tomada con
desconsideración o burla, el daño se lo hace el propio malagradecido. En la
vida ser útil es lo más importante. Quien se cree más importante, normalmente
no es muy útil.
Estar alegre, agradecer y ser positivos, son la base de la bondad y
practicando estos gestos, si practicándolo como cualquier deporte, concientizándonos
de que debemos hacerlo, vamos ganando la “habilidad” de ser buenos. Es con
nuestra actitud, con nuestro esfuerzo, que nos volvemos mejores personas.
No se nace siendo bueno o malo, hay condicionamientos familiares,
culturales y sociales que nos influyen, eso también es cierto, pero cuando se
toma conciencia de vida, ser bueno o malo, no es una condición preestablecida,
es una decisión.
Entonces, ser bueno, es malo?. Tú
decides.
Eduardo J. León Hernández
San Salvador
Agosto 04, 2017
No hay comentarios:
Publicar un comentario