viernes, 31 de mayo de 2024

PAZ, FELICIDAD, PLACER, ALEGRIA, QUE QUEREMOS?

Imagen Tomada de Internet

El símbolo de la Paz se hizo muy famoso en los años 60 del siglo pasado, era la época de los Hippies, una cuerda locos que cambiaron el pensar del mundo y cuyos aportes a la sociedad no han sido verdaderamente valorados. 

Al igual que los Hippies en su momento, todos los días cada ser humano en el mundo anda en la búsqueda de algo material o espiritual. Algunos o pocos están claros de lo que es, pero la gran mayoría creo que estamos meando fuera del pote, como diría mi papá. 

En esta época, vemos en cada medio de comunicación, miles de asesores, coachs, expertos en la nueva vida, fervientes consejeros de bienestar y ni hablar del tema nutricional; además de que también tenemos ese vecino o familiar que no tiene oficio y permanentemente te está diciendo que, como y cuando hacer lo que ellos creen que es necesario que nosotros hagamos. En fin, una gran cantidad de gente diciéndole al resto mundo como es que se debe vivir y ellos mismos no tienen idea de qué hacer con su vida.

Se especializan en ofrecer su ayuda, que con el interés de lograr ellos también una “ayudadita”, pero económica, bien sea por vender sus conocimientos en alegría y felicidad o por la monetización de sus cuentas en las redes sociales; no quiero decir que no existan personas de buena voluntad que muestren su bondad mediante un deseo real de ayudar.

Ahora, realmente nuestra verdadera necesidad es ser felices? Es posible estar alegres cada minuto de nuestras vidas? Podemos vivir entusiasmados y motivados de manera permanente? Puede el placer ser una experiencia continua? La respuesta tajante es NO. Y eso todos lo sabemos, porque lo vivimos día a día y probablemente sea una necedad que haga estas preguntas, nadie vive sanamente de esa forma.

Hay quienes en la mañana estamos aburridos, ladillados, molestos o malhumorados, tal vez por un mal dormir, la mala calidad del sueño es una de las causas de nuestras condiciones de vida y especial generadora o propiciadora de enfermedades. Un mal o buen dormir genera una cadena de eventos, que pueden ser virtuosos o desastrosos, dependiendo de ello. Y si a ese mal despertar le sumamos que no queremos ir a la oficina, a la universidad, está lloviendo y nos provoca quedarnos en la cama, la cosa se pone peor.

Por otro lado, ese inicio diario puede ser muy alegre, lleno de optimismo, en especial si las cosas van bien, cuando hay un enamoramiento, un nuevo empleo o un proyecto en la vida que nos llena de ilusión. Una agradable visita que estamos esperando, la aprobación de un crédito para comprar una casa o un vehículo nuevo, la llegada de un hijo, la caricia de tu pareja al abrir los ojos o, sencillamente, porque decidiste levantarte así; esto último es muy importante.     

Hay unas sustancias que están dentro de nuestro cuerpo, algunas se disparan de manera automática, otras son un poco más lentas en actuar y hay diferentes maneras de controlarlas. Oxitocina, Serotonina, Dopamina, Endorfina, Melatonina, Adrenalina y Cortisol son los nombres de algunas de esas sustancias. Son hormonas o agentes químicos imprescindibles en los estados de ánimo que podemos presentar cada día. Nuestro organismo funciona por el impacto de la neuroquímica, centenares de elementos bioquímicos y conexiones energéticas o eléctricas que nos permiten vivir y que generan o mantienen las experiencias, sentimientos o sensaciones que disfrutamos o padecemos cada día.  

Oxitocina, Serotonina, Dopamina y Endorfina, conocidas como el "cuarteto de la felicidad" y junto a la Melatonina que es la moderadora del sueño, controlan o estimulan, digamos las sensaciones o condiciones buenas. La Adrenalina, es el acelerador de todo nuestro cuerpo y el Cortisol, la hormona anti estrés o ansiedad, encargada de reducir o inhibir funciones no necesarias y poder enfrentar algunas situaciones que ameritan 100% de atención; sin embargo, recurrentemente opera en sentido contrario y el estar sobre expuesto a ella, puede generar problemas serios. 

Como pueden ver solo estas siete hormonas, de las cincuenta principales que tenemos, controlan ritmos, sentires y muchas actividades de nuestro ser, que son básicas para el “buen vivir”, actuando directamente sobre el sistema nervioso y las respuestas del cuerpo y de la mente ante cualquier situación que lo amerite. Les recomiendo leer un poco más sobre ellas, pero busquen información verdadera y verificada, como por ejemplo en los libros de Marian Rojas Estapé. En "Como hacer que te pasen cosas buenas" y "Buscando tu persona vitamina" ella habla muy claro sobre el tema de la vida, realidades, problemas, familia, amistades y explica de manera muy sencilla lo referente a estas hormonas. También les recomiendo otro escrito mío de hace unos meses Angustia - Ansiedad - Depresión 

Dejemos la Paz de último y veamos lo demás. Felicidad: Es un estado de bienestar general y que puede durar un corto o mediano tiempo, es difícil ponerle un término ya que depende de la vida de cada quien, pero que con seguridad no es permanente. Alegría: es una explosión de “contentura” que explota en un momento determinado, por un evento puntual, hermoso, lleno de cosas buenas y que nos ayuda a ver la vida de forma más clara, con colores intensos, sonidos agradables y olores exquisitos, pero esto también es temporal e igualmente difícil de definir su duración. Placer: Satisfacción o sensación increíblemente hermosa, que puede llevarnos ver las estrellas en un cuarto oscuro, cuya duración normalmente es muy corta. Aquí van desde placeres sanos, hasta placeres dolorosos y adictivos, como los vicios, la dependencia al sexo, al alcohol, drogas, etc y hasta las relaciones tóxicas que necesitan ser reavivadas constantemente.  

Tengo un ejemplo algo didáctico que nos muestra lo etéreo o relativo que puede ser un momento cualquiera y como el tiempo que dura puede ser inversamente proporcional a la "sensación". Hacer el amor, tener sexo romántico, explotar esa "divinura infinita" (aunque algunos no lo logran) que dos personas disfrutan en esa faena, normalmente suele percibirse que dura mucho menos tiempo de lo que se quisiera. Piensen ahora en la quemada que produce un fósforo, que al momento de encenderlo, su cabeza ardiendo se nos pega a un dedo. El evento amoroso se convierte en algo maravilloso, pero su clímax no dura más de cinco minutos, aunque los juegos alrededor de ello pueden extenderlo un poco más. En cambio la quemada, que son solo tarda microsegundos en hacernos sentir dolor, pareciera que dura una eternidad y el sufrimiento por esa quemadura nos afecta de manera extrema. Su intensidad “pareciera” ser muchísimo más larga que el clímax del primer evento.  

El Placer es efímero, dura muy poco, esto aplica al Ferrari nuevo, la lancha que nos hace feliz solo dos días, cuando se compra y cuando se vende, al celular que pasa de moda. El comer un dulce, un helado, una torta o una Coca-Cola, que nos enganchan y necesitamos estar consumiéndolos a diario para sentir ese placer. Ni hablar del “placer morbo-vicioso” de ver a los demás siendo felices en las redes; esto es lo que genera la Dopamina y después aparece el Cortisol exacerbado por la envidia. La Alegría también tiene algo de Dopamina, pero con una mezcla más alta de Serotonina y Endorfina. En la Felicidad ya está presente con más fuerza la Oxitocina y también las tres hormonas antes nombradas; es como una mezcla progresiva, que por muy buena que sea, también necesita Melatonina para descansar un poco. Vivir permanente Feliz y Alegre solo lo hacía Heidi, mi teoría es que ella vivía fumando alguna vaina rara. Pudiéramos decir que la felicidad, está compuesta de momentos alegres sucesivos y placeres recurrentes, que repito, no son eternos.   

La definición más básica de Paz es la de la RAE: “Armonía entre las personas, sin enfrentamientos ni conflictos”. Según la ONU, la Paz no sólo es la ausencia de conflictos, “La Paz consiste en aceptar las diferencias y tener la capacidad de escuchar, reconocer, respetar y apreciar a los demás, viviendo de forma pacífica y unida”. Los sinónimos de Paz son: concordia, armonía, conciliación, acuerdo, amistad, unión.  Sin embargo, la paz a la que me quiero referir es la paz interna, la de cada uno de nosotros, que si bien puede estar influida por lo que ocurre a nuestro alrededor, depende mucho de nosotros tenerla o no.

Paz, pudiéramos decir que es un estado donde hay equilibrio, consistencia y perdurabilidad, en el cual, mente, cuerpo y alma están en la misma sintonía. Alcanzarla no es nada, pero nada fácil, requiere de una decisión férrea, del conocimiento de como funciona nuestro cuerpo y nuestra mente (por eso mencioné la simbiosis de actuación de las hormonas y el sistema nervioso), de no tener perjuicios, no mentir, ni dejarse seducir o atacar por las críticas de los demás, aunque siempre un buen consejo debe ser evaluado y ayuda tener un referente vinculado con la actuación ética, justa, bondadosa, sin maldad. Para estar en Paz hay que dejar a un lado la envidia, el odio, mostrar nuestra vulnerabilidad y tener presente que lo más importante para llegar allí es el Amor. ¿Es bien jodido no? 

La palabra paz aparece más de 370 veces en toda la Biblia. En el Nuevo Testamento suma 91 (31 en los Evangelios y en Hechos, 43 veces la utiliza San Pablo y en 17 ocasiones está en los restantes escritos). Este término también se utiliza en este maravilloso libro como saludo y como despedida y maravillosamente se le menciona como “la calma interior y el consuelo que da el Espíritu, el cual es un don de Dios para todos sus hijos, que trae al corazón sosiego y serenidad”.

El valor de la paz interior es incalculable, con seguridad la hemos "vivido", siendo niños, sin problemas, con padres cariñosos, comida y techo. Cuando estamos en paz no tenemos miedo, desaparecen la preocupación y el temor. Somos capaces de afrontar cualquier situación o desafío con seguridad y templanza. Podemos encarar cada día, cada reto, cada deber, con seguridad y confianza en los resultados. Estando en paz, somos libres para pensar y actuar. Podemos ser felices, estar alegres y también apesadumbrados, tristes y por muchos problemas que se nos presenten, claro está en momentos diferentes, es la paz la que nos permite seguir el camino que corresponde, el que hayamos decidido seguir, con calma y sabiduría, aceptando cada circunstancia, superando las no tan buenas y disfrutando la vida. Hay muchos relatos de personas privadas de libertad, prisioneros de guerra, encarcelados durante muchos años, que conservan o conservaron la paz y nada los turbaba. Ellos mismos explican que quienes los tienen tras las rejas no pueden quitarles su libertad de pensar, a pesar de no contar con lo esencial para una vida decente. 

En las cartas de San Pablo, la palabra paz también aparece como saludo, pero comúnmente va precedida de la palabra gracia o favor, completando una salutación densa y fuerte. Etimológicamente, saludar proviene del acto de desear salud y bienestar a las personas que nos encontramos, de hecho, se decía Salud y no hola, como estás, que tal, como decimos ahora. 

Pero antes que este apóstol, Jesucristo usaba la palabra Paz para saludar a la gente en todos los sitios donde llegaba, era infaltable, como podemos leerlo en los evangelios. Igualmente, la palabra Paz es de principalísima acción en los oficios religiosos de nuestra iglesia católica, porque fue el deseo, el regalo que Cristo nos dejó. Él sabía que era lo más importante para el ser humano, esa paz interior que sobrepasa la paz que ofrece el mundo, que leemos en Juan 14:26–27: “La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo”. 

Cierro esto con la historia de Jean-Dominique Bauby, un hombre que debió tener una gran fortaleza, enorme valentía y sobre todo, una gran Paz. Bauby fue un periodista francés, editor de la revista Elle, que en 1.995, a sus 43 años, sufrió un ataque cerebrovascular por el cual quedó cuadripléjico y mudo, solo pudiendo parpadear con su ojo izquierdo y mover levemente su cabeza, mientras sus facultades mentales permanecían intactas. Estaba encerrado en cabeza.

Aun con esa condición escribió un libro con sus memorias titulado “La escafandra y la Mariposa”. Bauby no se entregó a su tragedia y con la ayuda de una Logopeda de nombre Sandrine Fichou, diseñaron un mecanismo donde ella pronunciaba las letras del alfabeto en cierto orden y él escogía la letra mediante el movimiento del parpado. Cuando ella creía que tenía una palabra la decía, y Bauby abría más el ojo, si era la adecuada. “Así creó varios mensajes para familiares y amigos y su jefe en Elle, le propuso escribir a través de los parpadeos un libro en el que relatase todo lo que pensaba, soñaba y sentía, en ese cautiverio en el que se encontraba”. 

Se calcula que fueron necesarios alrededor de 200.000 parpadeos para dictar todo el libro. El 7 de marzo de 1997 se puso a la venta el libro en toda Francia, agotándose la primera edición de 150.000 ejemplares en la primera semana. Dos días después, y de forma repentina, Jean-Dominique Bauby fallecía a consecuencia de una neumonía. (Información tomada de El hombre que escribió parpadeando ). 

Tanta fortaleza y dedicación estuvo soportada por una enorme Paz, que lo llevó, luego de decir algunas cosas que necesitaba divulgar, a descansar en Paz. 

Tristemente, en lugar de ser lo contrario, la palabra PAZ que debería ser parte de nuestro saludo, mayormente la usamos cuando alguien muere. Pareciera que es la única ocasión que hemos aceptado que se está en Paz, a pesar de que nadie ha vuelto a echarnos ese cuento.


Eduardo J. León Hernández

Barranquilla
Mayo 31, 2024

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