miércoles, 4 de abril de 2018

CON GUSTO, SIN GUSTO Y A DISGUSTO.

Todos hacemos encantados las cosas que nos gustan, hay otras que las hacemos sin gusto, ósea sin ganas y algunas nos cuestan un poco más (tal vez mucho más), por lo complicadas, difíciles o dolorosas que pueden ser. 

La frase que titula este escrito la escuché por primera vez de boca de dos buenos amigos, Joaquín Herrera y José Doré, ambos MSC, durante una de las varias cenas que compartimos hace algunos meses. Esas palabras quedaron grabadas y dando vueltas en mí, por la significación que tienen y que ahora comparto con ustedes. 

A quien le gusta comer chocolates o una buena pasta, a quien le place caminar, andar en bicicleta, ir al cine o compartir una velada con sus amigos, por supuesto que lo hace con mucho gusto. Es algo placentero, le llena, le nace hacerlo, no le cuesta nada y si es algo dispendioso, donde tiene que gastar tiempo o dinero, sencillamente lo hace, porque le gusta y punto. Siente placer, lo hace gustosamente.

Hay otras actividades que no son de tanto agrado o sencillamente no son importantes para nosotros. No alegran nuestra vida, tal vez tampoco nos cuestan nada, no tienen importancia o pueden ser un fastidio, pero las hacemos; algunas no nos dan ni frío ni calor. Levantarnos a abrir la puerta cuando estamos ocupados, tomarnos un medicamento que tiene mal sabor, caminar de regreso a casa por algo que olvidamos, comer algo que no nos gusta (pero que es lo que hay), en fin, son muchas las cosas que no son de nuestro agrado, sin embargo las hacemos. Tenemos que hacerlas, así no nos guste, pero no nos duelen.

En último lugar, hay cosas que definitivamente van en contra de nuestros gustos, no nos causan el mínimo placer, muy por el contrario pueden ser duras, difíciles, hasta nos genera miedo el solo pensar en hacerlas. Algunos, por ejemplo, nos atemorizamos al tener que montarnos en un avión o asistir al odontólogo, se convierten en una verdadera pesadilla, pasamos días pensando en eso. El tener que caminar en la noche en una zona oscura, donde sabemos que corremos peligro, es algo terrible y no muy fácil de manejar, por eso muchas veces corremos, huyendo del peligro. Situaciones como estás hay para cada quien, dependiendo de su personalidad, valor y nivel de sacrificio.

He visto situaciones donde hay padres o madres, que viendo a un hijo enfermo, estarían dispuestos a cambiar de puesto y contraer la enfermedad o padecer lo que su ser querido sufre en ese momento. Serían capaces de dar su propia vida para salvar a uno de los suyos, si estuviera en sus manos; lamentablemente a veces eso no es posible. Es difícil cambiar lo que la vida nos presenta en esos momentos, solo con la ayuda de Dios es posible hacerlo.

Como cada año, quienes profesamos la fe cristiana católica, tratamos de vivir el viaje o peregrinar de Jesús como Hombre-Dios en la tierra, en especial lo acontecido en una fatídica y a la vez gloriosa semana, que conocemos como Semana Santa, durante la cual, nuestro redentor entregó su vida para salvarnos de la muerte, representada en el pecado. Los días en los que sufre, muere y resucita, por y para nosotros. Ese evento lo conocemos bastante bien, unos lo consideramos muy nuestro, algo personal que nos lleva a reflexionar el sentido del mismo y como afecta nuestras vidas, de qué manera reconocemos lo acontecido y como lo agradecemos; muchos otros no le prestamos atención y el resto, sencillamente nos quedamos en casa, vamos a la playa, al club o a donde mejor nos parezca, al final, "son vacaciones". Dios nos dio libre albedrío y cada quien toma lo que quiere como le plazca, no estoy aquí para lanzarle a nadie, ni una pelota playera.

De esa Semana Santa, el día Viernes, para mí, ya desde hace algún tiempo, es un día duro; ese día rememoramos la pasión y muerte de Cristo. Creo que desde que vi por primera vez la famosa película dirigida por Mel Gibson, la crudeza de la maldad del hombre reflejada en esas imágenes me marcó. Sin duda que ir viendo crecer el sufrimiento de Jesús, desde su oración en el huerto de Los Olivos, hasta su crucifixión en el Calvario, paso a paso, visualizando esa repetición de los maltratos y los dolorosos actos de vejación que le infligieron hasta asesinarlo, por supuesto que ilustran muchísimo más de lo que uno imagina, al leerlo en las sagradas escrituras.

El Padre Joaquín, en una homilía donde destacó el tema de la pasión y muerte de Jesús, nos proponía un simple ejercicio mental y yo les invito a repetirlo. Cierren sus ojos o si tienen buena imaginación, háganse cuenta de que les están punzando un dedo con una aguja, solo con la punta, hasta ese momento cuando brota la sangre. Luego imaginen que esa misma aguja la empujan mucho más y atraviesan totalmente su dedo, de un solo golpe. Ese mismo ejercicio háganlo con algo más grueso, un clavo por ejemplo o sencillamente recuerden el último martillazo que hayan recibido en un dedo; se siente horrible, verdad? Esto que les destaco suena como un ejercicio de masoquismo, tratar de imaginarse ese sufrimiento no es sencillo, pero solo piensen lo que sintió Jesús, nuestro Señor, fue mucho más que una simple aguja, un clavo o un martillazo.

En Lucas 22:42, Jesús le dice a su Padre: “Aparta de mi ese cáliz, si tú lo quieres, pero que se haga tu voluntad, no la mía”, Jesús sabía lo que le iba a ocurrir, pero obedeció a su Padre. Conocía su destino, el sufrimiento corporal que padecería, cada golpe y cada latigazo, cada caída, su muerte en cruz. La debilidad que causaría el dolor, la pérdida de sangre, ser escupido y vejado en toda la ruta que le tocó recorrer, Jesús era y es Dios, pero también humano y sabía cuanto iba a sufrir. Pero Jesús también sintió otro dolor no físico, Él también sabía de antemano que sería traicionado, que sería negado por el más cercano de sus discípulos, que iba a ser abandonado por sus amigos y que solo su madre y algunas de las mujeres que le seguían, le acompañarían en todo el “via crucis” y junto al más joven de sus apóstoles, finalmente estarían con Él ante la cruz. Conocer previamente el comportamiento de los demás, de sus propios amigos, fue terrible. Sin embargo, como alguien hace tanto, como resiste algo que a todas luces no le gusta?. El disgusto debió ser enorme, pasar por algo que le causó tan dolor, para salvar a un pueblo egoísta y pecador, eso solo se hace por amor. Un amor infinito, que tan malamente correspondemos nosotros.

Cuantas acciones realizamos nosotros a disgusto, como regalo a los otros o a nosotros mismos? Hasta donde somos capaces de sacrificarnos por los demás, como muestra de que realmente somos seres humanos? De qué manera quebramos nosotros nuestra soberbia y nuestro egoísmo para tratar de ser mejores personas?. Sé muy bien que no es fácil, no somos El Hijo de Dios; aunque también somos sus hijos, sencillamente distamos muchísimo de parecernos a Jesús, empezando por mí. Cada vez que veas a alguien caminando encorvado y sin ánimo, acércate y trata de ayudarlo, no sabes qué tamaño de cruz es la que lleva. Si alguien desconfía de ti, sin ningún motivo, piensa en cuantas veces ha podido ser engañado. Cuando otro te pida algo, dentro de tus posibilidades, trata de tenderle la mano, probablemente muchos de sus amigos lo han abandonado; además de que el mundo es un pañuelo y la vida da muchas vueltas, no sabes cuándo te va a tocar a ti.

Cada vez que tengamos ante nosotros una situación que no nos gusta, que nos disgusta, pensemos en que nos ayuda a nosotros y a los demás, evaluemos los beneficios de ese sacrificio, que no es lo mismo que sufrimiento, aun cuando lo puede incluir, es algo superior (Ver *) y aprendamos que no todo lo que duele es malo, sin querer inducir a nadie al masoquismo, ya que son situaciones que se nos presentan en la vida de todos y a veces no entendemos, causándonos amargura y decepción.

Piensa cuantos momentos difíciles has vivido, que te han dejado al menos la oportunidad de re-evaluar tu vida y dale gracias a Dios por ellos, ya que la cosas, que nos gustan y las que no también, no solo pasan en el cine, nos pasan a todos en la vida, como dice TNT.



Eduardo J. León Hernández

Abril 04, 2.18



* Ver 
http://ejleonh.blogspot.com.co/2013/07/sacrificio-vs-sufrimiento.html

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