jueves, 23 de noviembre de 2017

EL SÍNDROME DE TOURETTE


Hace unos días, conocí del síndrome de Tourette por una excelente película que vi en la televisión. La misma versa sobre un niño, que a muy corta edad empieza a sufrir de esta enfermedad hereditaria, que le provoca movimientos involuntarios repetidos (tics nerviosos), acompañados de permanentes sonidos vocales, que en algunos casos incluyen palabras inapropiadas. Creció con ese desorden incurable, el cual se acentúa con la tensión o el estrés y que solo se detiene cuando duerme. Estudiar le era muy duro, no se podía concentrar para leer. Sufrió mucho por las burlas de sus compañeros en la escuela y luego en la universidad, por el rechazo de la gente, las miradas imprudentes, más los tratos desconsiderados de seres cercanos y maestros. Pero tuvo una madre que siempre lo apoyó, un director que le señaló un camino y lo más importante, una actitud positiva frente a su vida, marcada por ese desorden neurológico que no lo detuvo en su camino a la felicidad.

Se graduó de educador, ganó el premio como mejor maestro en su primer año de trabajo, conoció a una excelente mujer y como culmen de su carrera logró una maestría en enseñanza especial. Esta película está basada en una historia real, el maestro en cuestión vive y trabaja en una ciudad de los Estados Unidos y es imposible contarles lo que me transmitió esta historia y la excelente interpretación del actor, su humildad y valentía para lograr la aceptación inteligente de la enfermedad y su lucha para no dejarse vencer por ella. Los ojos se me empañaron varias veces, fue imposible evitarlo. La película se llama Al Frente de la Clase (Front of The Class) y es la vida de un excelente educador de nombre Brad Cohen, quien ha creado una fundación para ayudar a niños con el síndrome de Tourette. Pueden ampliar mas sobre este tema en www.classperformance.com.

Esta historia, en ese preciso instante que la vi, me llevó a pensar en mi país, en este síndrome neuro-social que vivimos, donde factores perturbadores nos afectan desde hace años. Lo contado en esa película, me aclaró la necesidad de comprender que es un mal que nos ataca y que necesitamos ser humildes para entender y aceptar que está allí, valientes para enfrentarlo y en nuestro caso vencerlo; porque a diferencia del síndrome de Tourette, el mal que padecemos si tiene cura.

Le doy gracias a Dios y a la vida por los tropiezos que ha puesto en nuestro camino, muchas veces esto hace falta, ya que de alguna manera han hecho salir sentimientos y sufrimientos escondidos que necesitan sanación. Le doy gracias al desgobierno nacional por no querer al Zulia, por no querer al país; esto nos ha llevado a  re-inventarnos, 
re-pensarnos y a unirnos para sobrevivir, para salir adelante, para defender lo nuestro. 

Los tic nerviosos que tenemos, los ruidos extraños (algunos obscenos) que hacemos cuando hay una absurda cadena de televisión, cuando vemos cada vez más niños en la calle y hambre en nuestro pueblo, cuando crece el número de enfermos sin cuidado, sin hospitales ni medicinas. Con malandros a granel sin nadie que les ponga coto, cuando palpamos lo que nos hace sufrir, cuando vivimos esta impunidad, sin un estado de derecho, cuando tenemos presos por pensar diferente y protestar; esto no hace otra cosa que fortalecernos y concientizarnos frente a este síndrome, este mal que nos aqueja.

Pronto lo vamos a neutralizar, no sé si lo podamos eliminar, es más, no sé si conviene exterminarlo por completo, ya que a veces es bueno tenerlo cerca, en nuestra memoria, pero sin rencores, para palpar como y cuanto nos ha dañado, para no permitir que ataque de nuevo.

Ayer domingo 26 dimos un paso excepcional en ese proceso de neutralización, avance que me enorgullece como Zuliano, porque poco a poco nos hemos unido cada vez más y hemos demostrado, que cuando hay unión, buena voluntad y fe en Dios, nada es imposible.

Como el niño de la película, hemos sobrevivido para empezar a vivir, ya nos graduamos de maestros ahora vamos a seguir haciendo la tarea y pronto, muy pronto, con esa cercanía que da la esperanza, haremos el postgrado y vacunaremos contra este mal a todo este bello país, utilizando como medicina nuestro ejemplo, nuestra dedicación, haciendo día a día la tarea, exigiendo libertad y justicia a todo nivel, y sobre todo, confiando en Dios.

El ayer es la historia que ya escribimos, el futuro es un misterio conocido solo por Dios, pero que debemos labrarnos hoy. Es en este momento en el que tenemos que actuar y es donde todos, sin excepción, debemos estar presentes.

Que La Chinita siempre nos acompañe a los Zulianos, a los Tachirenses, a los Anzoatiguenses, a todos los Venezolanos, para seguir dando lo mejor a nuestras familias y a este gran país, que Jesucristo tiene en un especial lugar de su corazón.

Amado sea en todas partes el Sagrado Corazón de Jesús, por siempre, Amen.


Eduardo J. León Hernández

Maracaibo, Estado Zulia
Septiembre 27, 2.010

Reeditado sin modificaciones en Barranquilla,
Noviembre 23, 2.017

PD: Recientemente tuve a un joven con esa enfermedad frente a mí y me hizo recordar este escrito. Es la primera vez que veo a alguien en persona con ese padecimiento y me afectó muchísimo, ya que por la pelicula conocía ese comportamiento y estuve sentado muy cerca de él en un restaurante. Sentir, conocer de su sufrimiento encerrado y vivir la incomprensión de la gente, fue verdaderamente triste.

Como pueden ver, este escrito es de hace siete años y aun no tenía mi blog. Ya en esa época venía destacando, como muchos, lo que hoy aqueja a nuestro país, hoy día con mucha más crudeza; ese maligno síndrome que aún no hemos defenestrado, pero que seguimos combatiendo.

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