Según la REA, un desplazado es una persona inadaptada, que no se ajusta al ambiente o a las circunstancias. Otras definiciones más detalladas señalan, que un desplazado es alguien forzado a dejar su hogar, pudiéndose mantener o no, dentro de las fronteras de su país. Las causas más frecuentes para que se propicie este fenómeno son: la violencia generalizada, conflictos armados y violaciones a los derechos humanos. En muchos casos los desplazados son amparados por su gobierno y en otros el mismo gobierno es el causante del desplazamiento. Se estima que en el mundo, los desplazados actuales, alcanzan más de 80 millones de personas, un poco más el 1% de la población de la tierra.
Hablando específicamente de América Latina, tenemos dos corrientes: los desplazados y los emigrantes, entendiendo a estos últimos, como aquellos que impulsados por la pobreza, el desempleo o por su propio interés de buscar una vida mejor, se van a otros lugares. En este caso vamos a hablar en particular de los ciudadanos colombianos y venezolanos que han estado inmersos en ambas corrientes de manera constante.
El caso de Colombia, es el más antiguo, ya que ha ocurrido durante las últimas seis décadas, producto de conflictos armados, ataques de grupos de narcotraficantes, guerrilleros y paramilitares y de miembros de algunos gobiernos, que buscando apoderarse de sus tierras, ejercieron presiones inhumanas sobre la población campesina, sobre los más pobres. El principal reducto o receptor de desplazados de Colombia ha sido Venezuela, por la propia cercanía y la historia común de ambos pueblos. Se estima, que al menos un quinto de la población venezolana está formada por un colombiano de origen o por alguna persona con vínculos con este país.
En la última década, el flujo de desplazamiento y emigración ha cambiado, son los venezolanos quienes han inclinado la balanza. Una buena parte ha ido a los Estados Unidos, país con el cual ha habido siempre un contacto directo, siendo uno de los principales receptor de emigrantes venezolanos en la historia, pero el mayor contingente se ha ido a Colombia, por la cercanía limítrofe y por la afinidad cultural y de idioma.
Hay tres corrientes o tipos desplazados de Venezuela a Colombia, muy claramente definidas.
- Los venezolanos sin vínculos con Colombia.
- Los colombianos por nacimiento que vivían en Venezuela y cuyos descendientes nacieron allí.
- Los hijos de colombianos, nacidos en Colombia, pero que por diversas razones su documentación legal los acredita como venezolanos y que ahora no pueden probar su nacionalidad colombiana.
Los primeros, muchos de ellos han ido a Colombia con su documentación en regla, algunos con visa de trabajo, otros con la visa Mercosur, que por cierto ya no está vigente. Otros no tienen un estatus migratorio legal, por lo que son susceptibles de deportación y con serias dificultades para encontrar un trabajo. Los segundos, no tienen problemas legales, ya que pueden vivir en Colombia de forma legal, sin mayores trabas migratorias. Y los últimos, que me atrevería a decir que son la mayoría y también los que están pasando por la peor situación, ya que en su mayoría tienen el derecho a estar en Colombia, pero no tienen recursos para obtener la documentación que corresponde. Se debe reconocer al Gobernador del Atlántico, quien tiene raíces venezolanas, quien ha demostrado una gran preocupación por estos últimos y a la Iglesia Católica que también ha hecho un gran aporte, para tratar de paliar esta situación.
El desempleo en Colombia ha aumentado sensiblemente en los últimos años y quedando gente desempleada, por supuesto complica la posibilidad de emplear a los desplazados, aun teniendo documentos. Los manejos de la política migratoria, empezando por los lineamientos para poner reducir o controlar la emisión de nuevas visas de trabajo, inclusive en áreas donde hacen falta profesionales, como es el caso de los médicos, ya que hay un gran déficit en especialidades claves y por la persecución por parte de autoridades migratorias en ciudades como Barranquilla, donde se ha salido a la calle a buscar ilegales, complica aun mas la situación. Esto es último es bien triste, ya que los gobiernos democráticos de Venezuela, nunca tuvieron esta política, los deportados eran capturados en los caminos verdes, pero nunca en redadas en las ciudades. El único que maltrató a colombianos y los obligó a cruzar la frontera, fue el actual dictador venezolano.
Pero hay, a mi forma de entender, algo más grave aún, que es la falta de apoyo a estos pueblos. No es, ni ha sido, un secreto para el gobierno de Colombia, ni para ningún otro gobierno de la región o del mundo, con representación consular en Venezuela, que en ese país hay hambre, violencia y muerte, desde la mala hora que chavez tomo el poder. Las dificultades para conseguir comida, medicinas y cualquier otro artículo o servicio básico, lo padecen también los funcionarios y empleados consulares. Por allí todos tienen muy claro lo que ocurre en Venezuela.
Y aquí es donde llegamos al llegadero, y es donde las políticas públicas y la política exterior frente a gobiernos dictatoriales deben ser coherentes. Los más afectados por la tiranía, aparte de los venezolanos, son los propios colombianos. Los que viven en Venezuela, los que se han desplazado hacia Colombia y claramente identificados anteriormente y los propios nacionales que ven amenazados los pocos empleos disponibles. Yo puedo entender la “necesidad” del gobierno colombiano de ser diplomático con el des-gobierno venezolano, ya que eran parte de la discusión del acuerdo de paz, pero no es justo sacrificar a su propio país y a muchos de sus coterráneos por un apoyo político.
El dictador y muchos de los funcionarios del desgobierno venezolano, son narcotraficantes, Colombia lo sabe y han dado un apoyo incondicional a la guerrilla, pero ya esto tiene que parar. El gobierno de Colombia utilizó al dictador para hacer el arreglo con la narco-guerrilla colombo-venezolana y ya se firmó el acuerdo de paz. Ahora toca defender al pueblo que sufre, al pueblo que padece, al pueblo hermano de Venezuela, a ese "mellizo", donde también viven millones de colombianos.
Eduardo J. León Hernández
Abril 06, 2.017
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