lunes, 28 de marzo de 2016

Señor, como te lo pido?

A ti no tengo que explicarte las calamidades que está viviendo nuestro país, es mas ya tu sabías que todo esto iba a pasar, pero ya está bueno Papa-Dios.

Yo conozco bien todo eso del libre albedrío y que los pueblos tienen lo que se buscan, lo que se merecen, que con su forma de vida y sus actos dan como consecuencia lo que les ocurre.

Muchos en Venezuela votaron por el muerto, buscando un cambio, buscando una mejora y les salió el tiro por la culata, por creer en un mesías que resultó peor que todos los anteriores gobernantes.  Hasta mi santa madre, Iris Haydee, votó por él, ella también cayó por inocente. Yo tengo mi mente tranquila y tú lo sabes, a ti si no te podemos esconder el voto. Yo quería un país bello y voté por Irene.

Señor mío y Dios mío, acaba de terminar la Semana Santa, donde conmemoramos la muerte y resurrección de tu hijo, a quien entregaste por nosotros para que pagara nuestros pecados, sobre esa razón, te pido que quites de nuestro país ese castigo, que no fue impuesto por ti, sino por la mala decisión del pueblo en unos casos y en otros por la candidez de los Venezolanos.

Padre ya esto se ha vuelto una tragedia, una bien grande y dolorosa, donde hemos perdido el país, hemos perdido vidas y mueren sobre todo niños. Donde no hay seguridad ni física, ni jurídica, no hay comida, ni medicinas, ni servicios médicos, ni repuestos, ni agua, ni gas, ni luz. Mejor creo que te escribo lo que hay, sería más corta la lista.

Carajo Papa-Dios, te pido aquí, delante de todos los hermanos que lean esto, que ayudes a mi país a parar esta tragedia. Tú sabes que yo converso contigo así, de frente, con mi lenguaje, como le habla un hijo a su Padre, como nos has dicho que lo debemos hacer. Esto lo digo para que no se sorprendan los lectores, no te estoy faltando el respeto, solo estoy haciendo de forma pública y escrita mi ruego. No es un escrito para reírnos, es para que creemos conciencia.

Jesús, tu que estás allí cerquita, renovado en nuestros corazones, aunque muchos no hayan podido celebrar en misa tu resurrección, por temor a salir a la calle este fin de semana pasado y de pronto no volver, como le ocurrió a esos hermanos Cristianos en Pakistán, que murieron a manos de los talibanes, principalmente mujeres y niños, los más inocentes, celebrando tu vuelta a la vida. 

Ayúdanos Jesús, hacemos el acto de constricción más fuerte de nuestras vidas, reconocemos nuestros muchos pecados, sobre todo el de habernos alejado de ti y esta oración también la hago por los que están en el gobierno y por quienes lo siguen, que están ciegos y no ven más allá de sus pestañas los crímenes que están cometiendo.

Madrecita María, tu que tuviste que sufrir toda tu vida, que sabias que perderías a tu hijo y nunca te quejaste. Que a pesar de todo siempre tuviste amor en tu Corazón y confiaste. Tu que junto a San José, el gran olvidado muchas veces por nosotros, el que creyó en Dios sin ver, solo escuchándolo en sueños y siempre fue estoico a la hora de responderle, ambos únanse en ruegos ante el Señor, únanse en peticiones ante la Santísima Trinidad, para que el Santo Espíritu se pose sobre Venezuela y nos ayude a salir de esta calamidad, de esta tragedia.

Es un ruego desesperado, si lo es, ya que veo a mi gente sumida en la desesperanza, el miedo y la anarquía, y de eso no va a salir nada bueno.

Impregna de valor a mi pueblo Señor y acompáñalo, como esa nube que acompañó a los judíos cuando los sacaste de Egipto, pero en este caso saca al impío, al corrupto, al violador de los derechos humanos, al tirano, al que no te respeta. Sabemos que ellos también son tus hijos, ten misericordia también de ellos y a los que te acepten, aunque sea un poquito, cámbiales su corazón.  

Venezuela ha sido consagrada al Corazón de Jesús y hoy te clama. No dejes de escuchar nuestros ruegos y aun cuando el tiempo es tuyo, carajo Señor, ya está bueno.

Eduardo José León Hernández

Marzo 28, 2016 

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