martes, 2 de enero de 2018

CARTA DE UNA MADRE A PAPÁ DIOS

Dejé pasar las navidades y el año nuevo porqué sé que estabas muy ocupado. Pero ya hoy es dos de enero, detuve por un rato mis quehaceres para escribirte, aunque estas cosas ya tú las sabes y muy bien, muchos de mis hijos y yo te lo hemos dicho tanto. Tú lo sabes todo, pero parece que me estás olvidando.

Aproveché que conseguí un computador desocupado y que hoy hay internet para escribirte, como madre al fin, creo que debo recordarte que estoy por aquí, que tengo una gran responsabilidad y que solo te tengo a ti. Tú bien conoces mi fe, estoy segura que mis oraciones te llegan, pero aun espero respuestas, las necesito con urgencia; la situación ya se convirtió en algo demasiado triste y delicado; es una tragedia desde hace meses.

Te participo, o mejor, te ratifico, que mi casa se ha vuelto un berenjenal. Desde hace ya unos cuantos años atrás, algunos de mis hijos han perdido la cordura, se la pasan atacando a los demás y por supuesto los otros se defienden, pero los resultados de esas peleas no son nada buenos, ya hay demasiados muertos, eso me tiene destruida. 


Esta matanza no puede continuar, los hijos de una misma madre se tienen que querer y ayudar. Si tienen diferencias, si no se quieren tratar, que cada uno viva por su lado, nada obligado es bueno; pero hacerse daño, eso si no lo podemos permitir, son muchos los muertos; y así fuese uno, eso duele.

Ese grupito de hijos míos se creen los dueños de todo, no le paran a lo que les hemos enseñado tú y yo, como que se les metió el diablo. Han robado de manera irracional, tal y como te lo digo, a ti no te puedo mentir. Yo no soy una madre alcahuete, reconozco y llamo las cosas por su nombre; por supuesto que me da mucha pena.

Algunos de mis hijos no colaboran. Se les habla, se les explica la situación, les pido apoyo para frenar esta locura, que los afecta a ellos mismos; pero parece que no les importara lo que pasa en la casa, están como si no fuera con ellos, como si estuvieran embrujados.

Otros de mis hijos se me han ido, eso me tiene bien triste y mortificada; decidieron mudarse a casa de algunos vecinos. De algunos de ellos no se mucho, me duele no saber si están bien, como los están tratando, aunque al menos allá podrán comer, aquí ya no podían. Tu sabes que en años anteriores, a muchos hijos de algunos hermanos y primos míos, yo los recibí aquí. Cuando ellos tuvieron problemas en sus casas, vinieron y se quedaron y mira que a muchos (bueno digamos que bastantes) les ha ido muy bien; hasta se han casado con gente de esta casa y muy a pesar de lo complicado de la situación, la mayoría no se quiere ir.

Quiero que te des cuenta, que mires para abajo, porque la casa me la tienen vuelta nada. Está toda rota, muchos bombillos están quemados, los pisos no sirven, el techo tiene muchas goteras y aun no empezado a llover. Te acuerdas del huerto del patio? Bueno, eso ya no tiene casi nada y ni hablar del jardín, parece que se lo hubiera comido un chivo; nada que renacen las maticas.

Igual pasó con todos los animalitos que nos regalaste, las vacas, las gallinas, etc. Por muchos años, mis hijos mayores los cuidaron y se reprodujeron en montones, aunque reconozco que algunos hicieron fiesta y se papearon unos cuantos; pero es que estos de ahora, no han dejado para nadie y de verdad ya no sé qué hacer. Por orto lado, ya le debo mucho a los vecinos, no me quieren vender si no les pago por adelantado y no tengo efectivo, tampoco tarjeta, ni chequera; me las bloqueó el banco.

Sabes qué otra cosa me da pena y mucha rabia, lo del botiquín de las medicinas y el cuarto de salud. A los que sabían de eso me los hicieron ir y no volvieron a comprar remedios de los buenos. Trajeron a unos amiguitos de ellos, que supuestamente iban a ayudar, pero hicieron como la zorra, se quedaron y ahora son los que mandan. A los muchachos no le han comprado los útiles escolares, parece que no les importa que no estudien y a veces (bueno, muchas veces) se van para el colegio sin 
desayuno, cuando en mi vida pasaba esto? A los pobres maestros los maltratan, le faltan el respeto y hasta le dicen lo que tienen que enseñar. Con el pobre cura también la tienen agarrada. Donde lo ven le quieren dar unos carajazos, porque les dice las verdades en sus caras; el padre creo que piensa igual que yo, que están poseídos. Cada vez que pasan por la iglesia le tiran piedras a los vitrales o le quieren tumbar la puerta.

A este grupito de des-adaptados (no los llamo de otra forma porque seguro me regañas), no les gusta trabajar y para poder seguir haciendo lo que quieren, tu sabes lo que hicieron: Me robaron la libreta del banco. De allí sacan lo que quieren, le dan cuatro lochas a unos cuantos de sus hermanos, con tal de que les celebren sus gracias. Yo no sé a quién habrán salido tan malos unos y tan pendejos los otros, hasta viven aplaudiéndoles.

En los últimos tiempos me he conseguido en la casa mucha droga, eso aquí no pasaba. Ese no ha sido el ejemplo que les he dado, a ti te consta que nunca me gustado esa basura y no puedo decir que no es verdad; ya los han acusado algunos vecinos que me han traído pruebas y hasta fotos. Otra cosa que me tiene mal, muy mal, es que ahora se creen que están en el oeste de las películas. Andan con pistolas y fusiles, y como dicen por ahí, no llevan medio para amenazar al que no le guste lo que ellos hacen. Para colmo son amiguitos de los jueces y se sienten apoyados; yo sé que ellos los tienen comprados, al igual que a la policía.

Papá Dios, aquí quiero ser más enfática, mi gran preocupación es el odio. El estallido de ese sentimiento ha sido tan fuerte en esta casa, que me tiene aterrorizada. Yo sé que puedo volver a sembrar las maticas y buscar otros animales, también sé que se puede arreglar la cuestión de la escuela, comprar medicinas, bombillos, la cerámica para los pisos, los techos y cualquier otra cosa; pero el odio y el resentimiento entre hermanos, eso sí es grave, me preocupa y mucho, me duele.

Solo como ejemplo, te cuento que hay una hija mía (tu sabes cuál es), que está muy, pero muy enferma y hay algunos de sus hermanos que viven pendientes de que se muera para celebrar, eso es terrible; aunque yo reconozco que ella no es ninguna joyita y no ha hecho sino hundirse cada vez que ha hablado.

Papá Dios, yo necesito que me escuches, que me pares; te exijo como madre de millones y también como hija tuya, que me des alguna luz de que hacer para parar este desastre. Por allí andan algunos conversando, tratando de llegar a un arreglo y ver si se pueden mejorar las cosas. Yo no se cuales son las verdaderas intenciones, pero es que esa cuerda de hijos míos que tiene la llave de la casa, te repito y reconozco, son unos perversos. No hacen caso y creo que tienen tantas culpas encima, que no van poder vivir tranquilos en ninguna parte, por las vainas que han echado. Se que tengo que sacarlos de aquí, pero necesito ayuda.

Mis hijos serios, los buenos y trabajadores, ya no hayan que hacer para vivir. Como te dije antes, algunos se han ido, no aguantaban esto; pero hay muchos otros que lo están pensando. El problema es que no tienen como y saben que irse a otra casa no es fácil, da miedo.

Por último te voy a pedir también por mi hermana, la que vive al lado; la de las arepas de huevo y el vallenato. Algunos de los míos que están allá, cada vez que me llaman por teléfono o me escriben, dicen que esa casa como que lleva el mismo camino que la nuestra, también se quiere descomponer. Tu tampoco puedes permitir eso.

No te escribo más por hoy, todo esto ya tú lo sabes, no quiero ser tan repetitiva y fastidiosa, solo espero tu pronta respuesta. Recuerda que yo tengo mucha fe, esperanza y como buena madre tengo la fuerza necesaria y puedo resistir; pero mis hijos, ya están débiles, ellos la están pasando muy mal, te necesitan.  

Me despido, pidiéndote la bendición para mi y para mis hijos.

Tu muy querida hija, Venezuela.



Eduardo J. León Hernández

Barranquilla
Enero 02, 2.017

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