miércoles, 28 de febrero de 2018

EN CASO EXTREMO (Legitima Defensa Propia)


Hace algunos años un buen amigo me regaló un libro que se titula En Caso Extremo, es un texto escrito por un ex policía, un abogado penalista y el apoyo de un escritor, para darle sentido literario y forma a esas líneas. El libro básicamente fue escrito como un manual para sobrevivir en la Caracas de finales de los años 80 y principios de los 90, cuando se empezó a sentir con más fuerza el impacto de la delincuencia. 

Este texto incluye muchos consejos en cuanto al porte y uso responsable de las armas de fuego, sus riesgos y consecuencias, qué hacer y qué no hacer ante ciertas situaciones, así como muchas luces y advertencias sobre aspectos legales muy importantes.

Una de las cosas que me llamó la atención de ese libro, además de lo práctico y sencillo de leer, es el énfasis en esas consecuencias legales, en especial el tema de la defensa propia, de la legitima defensa; cuando y como aplica. No es mi intención hacer un análisis jurídico de este tema, no soy, ni pretendo ser jurista o abogado, pero hay situaciones lógicas que no ameritan demasiado ingenio a la hora de interpretarlas y en virtud de las necesidades es que lo hago; utilizando este artículo, para demostrar que es legal y necesario actuar en defensa propia, en esos casos extremos.
  
El título V del Código Penal Venezolano, habla de la responsabilidad penal y de las circunstancias que excluyen, atenúan o agravan las penas que regula la ley, y en su artículo N° 65, parágrafo 4, menciona que no es punible la acción  del “qué obra constreñido por la necesidad de salvar su persona, o la de otro, de un peligro grave e inminente, al cual no haya dado voluntariamente causa, y que no pueda evitar de otro modo”.

En revisión del mismo tema en las leyes que tratan sobre esto en otros países como México y Colombia, vemos que se maneja de manera más extensa, dada la conflictividad que se ha presentado en esos países en las últimas décadas y la participación de policías y militares, que han actuado en legítima defensa; sin embargo podemos observar mucha similitud y prácticamente llegar a las mismas conclusiones.

En otras palabras, defenderse de manera legítima, legal y responsable, ante agresiones de terceros, de donde quieran que vengan, no constituye delito y es algo necesario para salvaguardar la vida, la dignidad y los derechos de los ciudadanos. Además, es una obligación moral y ciudadana detener cualquier delito que presencie y pudiera, inclusive, ser penada por la ley la no actuación, por considerarse una omisión o negligencia, según lo señala el artículo 61 de la misma ley penal mencionada anteriormente.

Hay situaciones que todos consideramos normales y solo como un ejemplo, destaco que he visto jerarcas de la Iglesia Católica y me he sentado a su lado (aclaro que no estoy atacando a mi Iglesia, muy por el contrario, pertenezco a ella y creo que es necesario que sean protegidos, dados los frecuentes atentados que sufren por sus denuncias) observando que tienen guardaespaldas muy bien armados. Estos funcionarios tienen la obligación y la responsabilidad de defenderlos con el uso de su armamento, si es necesario y repeler cualquier ataque; esta respuesta, dependiendo de las circunstancias, magnitud y gravedad, puede tener como consecuencias la muerte del atacante.

En otras palabras, un agente de seguridad defendiendo de una agresión a alguien de la Iglesia, es algo legal y necesario. Estaría igual de ajustado a la ley si lo hace con alguna otra persona, no importando su condición religiosa, étnica o política. Esa misma defensa también puede hacerla cualquier civil, religioso, laico comprometido, monaguillo o sacristán; ósea cualquier feligrés que vea a su líder siendo atacado. Igualmente puede y debe hacerlo ese líder, cuando evidencia que alguno de sus feligreses sufre una agresión o está siendo sujeto de ella de manera constante y sus derechos e inclusive su vida, están en peligro. 

En resumen, no hay que tener, según la ley, una investidura policial o militar, para hacer valer el derecho a la legítima defensa. Creo que hasta aquí, con este ejemplo, estaríamos de acuerdo.

Parafraseando el texto del código penal venezolano, parte de cuyo texto mencionamos antes y para aclarar un poco más a donde quiero llegar, el código en mención claramente señala que no es delito defenderse si: a.- Se es obligado por la necesidad de salvar su persona, o la de otro, b.- Si existe un peligro grave e inminente, c.- Que el ataque no haya sido producido por acciones propias del afectado y d.- Que no pueda evitarse de otro modo.

Estas cuatro “condiciones” las aislé a propósito para hacer algunas preguntas, ya que es evidente que una buena parte del pueblo venezolano está “literalmente” siendo asesinado, está muriendo ante los ojos del mundo, de las fuerza armadas y policiales (cuya función constitucional es defender a ese pueblo) y de otros tantos venezolanos, que por intereses personales o indiferencia no hacen nada para evitar esas muertes; sobre todo de niños y ancianos, los más débiles e indefensos. Pregunto:

a.- Hay o no la necesidad de salvar gente que está muriendo, producto de la conducta miserable e irresponsable de la nacotiranía que detenta el poder en Venezuela ?
b.- Las propias muertes, enfermedades y la desnutrición no son, más que pruebas, efectos y una clara demostración de una acción delincuencial y asesina grave; que más que inminente, es verdadera, real y que ocurre a diario ?
c.- Hay alguna justificación para que el pueblo sea agredido y asesinado de esa forma ?
d.- Como evitar esas muertes, si no es por la fuerza ? Como se detiene a una banda de delincuentes asesinos que tiene secuestrado a un país ? Hay que esperar que mucha más gente muera; cual es la cifra necesaria para actuar ? No son ya mas que suficientes las pruebas de los delitos y masacres, ruidosas unas y muy silenciosas las otras, que esta banda de miserables han cometido ?

Creo que este escenario justifica a todas luces una acción interna y/o externa para detener este genocidio, este exterminio no puede seguir ocurriendo. La excusa de la búsqueda de una salida pacífica y democrática, ya lleva miles de muertos encima y otros miles que lamentablemente morirán por los efectos de las acciones criminales que siguen sucediendo cada día, si no hacemos algo.

Hace muy pocos días, mis dos nietos de 9 y 7 años, grabaron un vídeo, expresando cada uno su visión y pensamientos sobre la situación de su país, de Venezuela. Cada uno a su nivel de comprensión (que no necesariamente se corresponden a su edad biológica) y ambos, a su manera, hacían mención de la urgente necesidad de un cambio.

El primero, mi nieto mayor, se expresó de manera muy educada y su mensaje estuvo dirigido a los hombres, a los “machos” de Venezuela, ya que no los ha visto haciendo nada; caso diferente de los jóvenes que mueren, enfrentándose con lo que pueden a las armas del poder. Él se enfocó en la trágica apatía de parte de la población, que según su opinión, debería actuar: los hombres o “machos” del pueblo. 

Mi otro nieto, dos años menor, fue mucho más directo y pidió mandar al infierno a maduro (siempre en minúscula), ya que según él, estando ellos, esta situación NUNCA cambiará.

Estos vídeos, en especial el último, fueron motivo de discusión en algunos grupos donde los subí. Algunos lo atacaron porque se veía muy feo que un niño se expresara de esa manera, que “había que darle una pela (reprimenda) a sus padres” por permitir que se expresara así; mucho mas horrible se ve un niño muerto por un cáncer no tratado o de hambre. Otros asintieron y aceptaron que era una verdad, tal vez dicha por quien no debería pensar así a su corta edad, pero que dada su inocente valentía, se permitía hacer lo que muchos no son capaces de decir, así lo piensen; unos por miedo, otros por conformidad, algunos otros por les da igual. Muchos hicieron mutis, un no deseado silencio, sencillamente no opinaron, no quisieron meterse en el “peo”, como decimos en criollo. Esto último es lo que verdaderamente me preocupa. 

He escuchado de gente de muy buen corazón, de gente buena, también, porque no decirlo, de algunas religiosas y sacerdotes amigos, gente que no teme tomar partido y que dicen sin tapujos lo que creen y piensan. Palabras más, palabras menos, en ellos hay un consenso de que tal vez Dios debería llevarse a muchos de los miserables narcotiranos que gobiernan a Venezuela, como ya lo hizo con el primer cobarde (no sabemos a dónde, algunos lo intuimos, pero se fue);  que les ofrezca una mejor vida, que se los lleve a donde Él lo crea conveniente, pero que nos ayude a salir de ellos. Pero a veces Dios también necesita de nuestra ayuda.

Ojo, estas no son palabras mías, repito, son de gente adulta, con muchos años de vida y suficiente experiencia viendo y conociendo abusos cometidos por tiranos y dictadores en Europa, África y Centro América; no son unos navegaos como diría un margariteño. Son palabras pronunciadas por quienes han visto y literalmente ven a la gente de nuestros pueblos morir, bajo la más triste impunidad, solo por satisfacer bajos y miserables deseos de riqueza y poder de unos pocos.

Un amigo, muy culto, admirador y estudioso de San Pablo, un día me dijo: Si Pablo estuviese vivo y estuviera en Venezuela, creo que sería el primero en pedir la cabeza de estos delincuentes; ya él mismo hubiese ido por ellos.

Yo no sé si sería así, creo pensarlo también, por lo que conozco a través de la historia del ímpetu de Pablo y su defensa de la verdad y de la justicia. Pero de lo que si estoy seguro, es que no puede valer más la vida de quienes asesinan a niños y a ancianos, que la de esos mismos seres inocentes que mueren a diario. No hace falta ser San Pablo para reconocer eso.

Estamos frente a Casos Extremos y las leyes y la comunidad internacional nos apoyan. Son muertes diarias que superan a las que ocurren en cualquier país con una guerra declarada y cada día me pregunto: como para cuándo es que vamos a dejar esto? 

No estoy diciendo que tenemos que salir a las calles a matar a nadie, creo que debemos salir a defendernos, a defender a este pueblo, a enfrentar lo que sea y dar nuestra propia vida si es necesario, no importándonos a quienes nos llevemos por delante, si el objetivo es salvar las vidas de tantos inocentes, liberar al pueblo y detener esta flagrante matanza. Contra todo un pueblo no hay fuerza pública que valga. 

O es que es verdad lo que dice Andrés cuando recalca que los “machos” de mi país son unos cobardes? Perdón si suena fuerte pero, no les parece cierto? Tampoco es cierto de que ya llegamos a un Caso Extremo? Pensemos y actuemos, no esperemos que sean de nuestras casas los muertos.


Eduardo J. León Hernández
Febrero 28, 2.018

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