sábado, 15 de octubre de 2022

LíDER O JEFE, LA DIFERENCIA ES ABISMAL

Mucho se ha escrito sobre esto, pero el liderazgo, el trato con la gente, es tan cambiante como la sociedad misma, ya que interactuar con nuestros semejantes en el campo laboral, político o deportivo, va en función de lo que siente y espera cada integrante del equipo, de la empresa, de la sociedad. 

Liderar es dar herramientas, recursos, espacio y posibilidad de trabajar, aportar, de acuerdo con el criterio de cada persona. Es estimular a quien necesita de ello, para ayudarle a motivarse en función del objetivo planeado.

Antes de seguir quiero aclarar que algunas personas utilizan erróneamente el término motivar y hay una gran diferencia con estimular, cosas del lenguaje, pero que pueden confundir. Estimular es hacer o decir algo que influencie la actuación de otro. Pudiéramos decir que es una especie de inducción, una señal que una persona recibe y que puede llevarla a comportarse de cierta manera. Hay estímulos positivos y negativos y por supuesto, dependiendo de eso, los resultados serán totalmente diferentes.

Motivarse es cambiar una actitud o una acción producto de un estímulo, normalmente externo y que la persona hasta puede percibir como necesario. Esa percepción también puede ser consciente o inconsciente, dependiendo de la sutiliza del estímulo.

El jefe, es alguien que simplemente da órdenes, que manda, que a veces aplica el temor, la extorsión y la amenaza como medio de control de las personas que están a su cargo. El jefe, en medidas y premeditadas ocasiones, actúa de esa manera con algunos que no están en su radar directo, pero a quienes les señala o les hace saber por intermedio de otro, el poder que tiene en la organización y cuanto daño le puede hacer.

Un jefe puede tener experiencia y conocer del negocio o actividad, puede inclusive ser un genio en la materia, pero les aseguro que no hay cosa más complicada que trabajar con personas con conocimientos técnicos superiores al promedio, si su actitud es la de un jefe. Para explicarme mejor, les cuento un cuento.

En un grupo empresarial del que formé parte, teníamos varias empresas con actividades fabriles, con distintos productos y servicios. En ocasiones se presentaban inconvenientes propios en las actividades de perforación y esa es un área donde siempre hay casos especiales, únicos, novedosos, que son un verdadero reto. En cada uno de estos eventos, luego de recopilar toda la información necesaria y que ya los técnicos de campo no lograban sortear esa dificultad, se le llevaba ese “problema” a nuestros dos o tres genios y ellos, en ocasiones lograban conseguir, no una, sino dos soluciones cada personaje de estos. Todas eran eficientes, aplicables y económicamente viables, además de hacerlo en tiempo récord. Eso era un verdadero y gran logro, pocas veces eso es posible y muchas empresas no cuentan con la suerte de tener sus propios "tres chiflados". El problema venía después, cuando tocaba decidir cual solución aplicar, sin herir la susceptibilidad del genio “perdedor” en la contienda. Era muy común que inclusive no fueran a trabajar por varios días y hasta renunciaban (a las semanas volvían). Por suerte, el presidente de ese grupo empresarial era quien hacia la selección de la alternativa ganadora y nunca tuve que meterme en ese berenjenal.

Así hay también hay jefes. Muy bien preparados, estudiosos, con excelente formación, pero con poca educación emocional; en ocasiones hasta presentan dificultades de expresión verbal y corporal.  Además, ellos tienen una particularidad, viven del chisme y lo promueven, lo premian y hasta lo agradecen, como el diablo que regala un poquito de poder imaginario a alguno de sus pequeños demonios, cuando este le trae un alma para meterla en su infierno.



El líder es diferente. Por supuesto que recibe y procesa toda la información que le llega. La información es poder y eso no se puede despreciar. Solo que el líder evalúa su utilidad, desecha lo que no ayuda o tiene solo como finalidad perjudicar a otro. El líder no vive de los chismes de los envidiosos que pudieran tener acceso a él. Un buen líder promueve el trabajo en equipo, da libertad para expresarse, de que surjan nuevas ideas, no las califica de buenas o malas, evalúa el contexto, el momento, la oportunidad de su uso; siempre deja las ideas por allí, porque nunca se sabe cuándo pueden ser usadas.

Como toda persona, el líder puede tener más afinidad con dos o tres de sus colaboradores, inclusive, puede tener algún “malcriado” o hasta un “brollero” dentro de su círculo cercano, eso es inteligente, a veces suena alguna campana interesante de escuchar.

El líder visualiza, proyecta y piensa. Tiene un gran talante, mezclado con un "irresponsable valor" para lanzarse a nuevos proyectos, que a cualquiera pueden parecerle inalcanzables o inauditos. Los buenos lideres, en ocasiones son llamados locos por las arriesgadas decisiones que toman; un líder que no toma riesgos es un jefe. Los lideres pueden cruzar un puente tambaleante, pero lo hacen porque ven la excelente cosecha de esa temeridad en el otro lado. Son capaces de soñar despiertos y despertar en el momento justo, adecuado, para hacer realidad ese sueño.

Un líder no ofende y si llega a hacerlo, no tiene problemas en corregir y pedir disculpas. No se “rebaja” por reconocer con honestidad y de manera genuina, que su éxito es producto del trabajo dedicado de sus colaboradores; así los llama, porque de esa manera los considera. El jefe casi nunca pide disculpas. Se cree superior y nunca muestra sus debilidades, aunque está lleno de ellas, producto de sus temores y miserias. A un jefe le será muy difícil alcanzar esa máxima posición que tanto anhela y si lo logra, poco tiempo le durará; esto último es algo totalmente comprobado.

El problema con el jefe es que él no estimula, pretende erróneamente motivar, meterse en la cabeza de sus subalternos para dirigirles la vida. El líder, sabe que un trato amable, sincero y directo, con mucha educación, pero con firmeza, genera verdaderos resultados positivos. No quiero decir que el líder no tenga carácter, muy por el contrario, esa es una característica esencial para serlo, solo que sabe dosificarlo. Aprieta y presiona cuando hace falta, manteniendo esa presión sin herir, ni exceder el tiempo o la intensidad.

Revisando algunos artículos que tratan de este tema, conseguí uno de Diego Sosa, publicado el 17 de agosto 2004 en el portal www.degerencia.com, que no tiene desperdicio, por lo que transcribo aquí lo más resaltante, no le cambié nada.

“En muchos casos he visto empresas determinar objetivos específicos, muy bien trazados y con una lógica de realización muy real. Sin embargo, al poner los estímulos en las personas, hacen que estas se desmotiven sólo por ser estos negativos. Ejemplo: Planificamos llegar a una meta extraordinaria este año, al darlo a conocer al personal se les exige sacrificar su tiempo libre y darlo todo por la empresa. ¿Cuál cree que es la reacción del personal? Naturalmente que se desmoraliza. Ahora bien, si al usted lanzar este plan le comunica a sus colaboradores que esto no significará más horas de trabajo ya que eso lo tiene bajo control con el nuevo proceso diseñado, además del reclutamiento de personal extra, y que al final el 2% de las ganancias servirán de bono extra para el personal, entonces usted está transmitiendo estímulos positivos.” Por la plata baila el mono, dice un refrán, pero si aparte de haber un dinero extra, la gente se nota involucrada y considerada como parte importante en la consecución del objetivo propuesto, se convierte en un culmen. 

"Los elogios a aquel empleado crápula que sólo sabe venderse delante de los jefes, que siempre está donde puede ser visto, que arremete contra todo el resto del equipo, eso constituye también un estímulo negativo. Hay que tener cuidado con ese que siempre está contando chismes y llevando intriga a los superiores, ese es un elemento desmotivador y sólo ayuda a que el equipo no llegue a sus objetivos o que le sea más difícil su camino”. Preguntas inocentes: ¿Conocen a alguien así? ¿Hay algún jefe así en su organización o equipo? ¿Su jefe es así? ¿Se está viendo reflejado en estos comentarios? ¿Pudiera ser un Vasallo y no se ha dado cuenta? Si es así, ¿Qué piensa hacer? ¿O es que no tiene otra manera de mantenerse vivo en la organización o no se siente capaz?

Aquí hago un inciso, para ampliar las inocentes interrogantes anteriores. Cuando vean a una persona, que frecuentemente utiliza el nombre de su jefe o de algún superior, que defiende a ciegas ante otros alguna instrucción recibida “que pudiera estar equivocada”, que no se ajusta a la realidad o está lejos de aportar para lograr el objetivo o problema que se estudia, pero que aun así insiste en justificar la orden de su jefe; por favor, no duden en aclararle que esa no es la vía, que un verdadero profesional es capaz de decirle a su superior, cuando no está de acuerdo con lo que le solicita u ordena, que existen otras maneras de hacerlo. Un profesional que se respete no es un vasallo. Si su superior es alguien inteligente y un buen líder, escuchará su planteamiento y si no lo convence, ese líder le explicará la razón de ser de su instrucción.

“Los buenos profesionales no piden, no se venden, ellos dejan que su trabajo hable por sí solo, se basan en resultados. Esos individuos no temen salir de un empleo, no tienen miedo de buscar un nuevo reto y cambiar de lugar de trabajo. Eso hace que estos profesionales sean mejores pagos, estos también son los que le dan mejores y mayores beneficios a una empresa.”

“El estímulo no es difícil de ser fornecido, buscando lo que deja feliz a las personas y al equipo, conociendo a cada persona, así podrá saber que espera él de usted y de la empresa. Muchas veces un simple curso, un elogio, una palabra de aliento, una sonrisa, estar presente en un momento importante podrá ser el estímulo perfecto”.

Un jefe persigue su propio beneficio. Un líder incluye en su éxito a sus colaboradores. Un jefe no tiene miramientos, no se compadece con lo que le ocurre a la gente que está a su alrededor y a los vasallos que lo siguen, normalmente son personas incompletas. Un líder siempre ofrece respeto, es cercano, ético y honesto, trata de proyectar integridad, porque sabe que su gran éxito está en ser ese mejor ejemplo que sus colaboradores seguirán.

Pregúntate, eres Líder o Jefe. Eres un Profesional o un Vasallo. Solo tu puedes contestar esa pregunta y cambiar lo que sea necesario.

Espero que estas palabras sean un estímulo para quienes lo necesiten y que puedan motivarlos a cambiar, si ese es el caso. También son un reconocimiento para aquellos que no temen mostrar su vulnerabilidad, su bondad y el respeto de trabajar con y como seres humanos. Y recuerden siempre:

Un jefe se dedica a buscar culpables.
Un Líder se enfoca en las soluciones.


Eduardo J. León Hernández

Barranquilla
Octubre 15, 2022


  

 

lunes, 10 de octubre de 2022

ASÍ COMO TRATAS A UN CAMARERO, ASÍ ESTÁ TU CORAZÓN

Desde hace ya algún tiempo tengo dos sitios favoritos para escribir. Uno de ellos es Ganache Café Bistro, donde el café, los croissants y cualquier comida o postre que me sirven son fenomenales; principalmente porqué están hechos con cariño, dedicación y además usan productos de primera calidad. Pero lo que más disfruto en ese sitio es la atención, el “enganche” es el excelente trato de la gente que allí sirve. El servicio es una de las virtudes que más debería destacar en los seres humanos, lo vemos escrito en todas partes, pero no estoy seguro de qué lo hayamos entendido.

“El que no vive para servir, no sirve para vivir”, es una frase que está en muchos muros y carteles en todo el mundo. “El Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir”, dice el evangelista Marcos en 20:28. Si Jesús, el Hombre más importante de la historia para los Cristianos, nada más que el Hijo de Dios, no hizo otra cosa que caminar, sanar en cuerpo y alma a los enfermos, perdonar y hablarle a la gente del amor, la justicia y en especial de la misericordia que debemos tener por los demás, sin dinero para viáticos (me imagino que algo recogían, excepto para los panes y los peces, sabemos que el mismo los hacía), pero con mucha decisión. El gran énfasis que hizo Jesús en su peregrinar, estuvo en lo importante que es servir, ayudar al prójimo, sin miramientos de edad, clase o nivel social. Los pobres eran su principal objetivo, pero recuerden que los ricos también lloran, eso también Jesús lo tenía bien claro.

Hay otro ejemplo bíblico, donde una de las figuras actuantes no es muy destacada. En el pasaje del Samaritano que ayuda al herido en Lucas 10:25-37, al cual encuentra golpeado y sangrando en la calle, que previamente fue visto y esquivado por un sacerdote y un levita que no se apiadaron de él, se hicieron los pendejos. “El Samaritano llegó junto a él, y al verlo tuvo compasión. Acercándose vendó sus heridas, echando en ellas aceite y vino, lo montó sobre su propia cabalgadura, lo llevó a una posada y cuidó de él. Al día siguiente, sacando dos denarios, se los dio al posadero y dijo: "Cuida de él y, si gastas algo más, te lo pagaré cuando vuelva". Seguramente, el posadero tuvo más participación que el Samaritano, aunque este último tomó la iniciativa, razón por la cual es el héroe del cuento, pero el posadero fue quien se quedó con el herido. La historia no dice como terminó el asunto, pero me gusta pensar que el posadero lo siguió cuidando hasta que sanó totalmente, cumpliendo el objetivo del Samaritano; trabajaron en equipo para prestar ayuda, para servir.   

En casa de mis padres, varias personas los han ayudado con los quehaceres, estando jóvenes y mucho más ahora que ya están transitando la octava década. Con frecuencia ha habido alguien que “les ha servido”, bien sea limpiando, lavando o planchando la ropa, ayudándoles a bañarse, como pasa con mi padre en este momento y por ese servicio recibe la mejor compensación económica que podemos otorgarles (nunca será suficiente). Esas personas en mi casa son tan importantes, que se sientan de primero en la mesa a la hora de comer, usan la misma mesa donde nos sentamos todos, junto a mis padres y a cualquier otra persona que esté en la casa. 

Quienes les han ayudado, servido, quien en este momento de sus vidas los acompaña y cuida, siempre han comido los mismos alimentos que mis padres y estaremos eternamente agradecidos por todo lo que han hecho y hacen por ellos y por nosotros. Algunas de esas personas ya pasaron a una mejor vida, pero los recordamos con mucho cariño y el agradeciendo nunca acabará.

El servicio y el agradecimiento son dos actos, gestos o reacciones que van de la mano. El segundo debe ser siempre la respuesta al primero. En mi familia y la de mi esposa, invariablemente se ha tenido claro que estos dos rasgos, como dice Nellita, son básicos en “la educación doméstica” y es por eso que, en cada momento que recibimos algo de alguien, damos las gracias. Si estamos en un restaurant y el camarero viene 20 veces a la mesa a traernos algo, a tomar un pedido o simplemente a preguntar cómo está la comida, 20 veces le damos las gracias. Nos han enseñado que debemos agradecer cada gesto o acción de servicio; es como devolver un saludo amable o una sonrisa, siempre satisface de manera hermosa a cada parte. No somos perfectos, tampoco quiero destacar a mi familia como seres superiores o excepcionales (aunque ciertamente, somos Maracuchos), ni mejores que los demás; yo solo les aseguro, que si mi madre me escucha hablarle mal a quien me está sirviendo, hace un “jeta en uno” más rápido que Tiger Woods en el Phoenix Open de 1997.

Agradecer es un pago desinteresado, que no se mide en monetario, porque tiene mucho valor, tanto para quien lo hace, como para quien lo recibe. Las personas agradecidas también son normalmente buenos servidores, porque entienden el vínculo de las dos acciones.

Las personas más famosas del mundo suelen ser presidentes, empresarios, artistas, cantantes, genios de la actuación. También la gente con mucho dinero y la nueva casta conocida como influencers, muchos de los cuales muy poco aportan, pero como hacen ruido, tienen miles o millones de seguidores, tan ciegos como los fanáticos religiosos. 

Hay otro conocido grupo más pequeño (bastante más pequeño, casi imperceptible) que es la gente bondadosa, cuyo comportamiento y servicio a los demás, ha sido tan notorio y ha incidido de manera enorme en nuestra sociedad, destacándose por encima de esas estrellas de la economía, la política, la música y el cine, al menos ante los ojos de la gente que sabe apreciar la bondad desinteresada. En nuestro mundo hay muchísima gente buena, son una exagerada mayoría, solo que el bien no da rating, no lo apreciamos o al menos no lo hacemos a viva voz. Dado el enorme morbo de los medios y las redes sociales (que realmente es el nuestro), los actos vulgares, maliciosos e inclusive las desgracias, resaltan por encima de los eventos positivos y enriquecedores.

Otra parte de la virtud de quienes deciden ayudar a los demás, sirviendo de corazón, sin ningún interés, sin querer ser reconocidos por ello, es que hacen enormes esfuerzos en ayudar a alimentar, sanar y educar, sin tener los recursos económicos necesarios. Muchos son actos milagrosos, apoyados por ángeles silenciosos de esta tierra.

Agnes Gonxha Bojaxhiu, una monja católica de origen albanés y​ naturalizada india, conocida como la Madre Teresa de Calcuta, fundó la congregación de las Misioneras de la Caridad en Calcuta en 1950 y durante más de 45 años atendió a pobres, enfermos, huérfanos y moribundos, al mismo tiempo que guiaba la expansión de su congregación primero en la India y luego en otros 130 países del mundo. Fue beatificada por San Juan Pablo II en 2003 y oficialmente canonizada por el papa Francisco en 2016. Agnes descubrió su vocación desde muy temprana edad y a los 18 años ya había decidido entrar a la vida religiosa, cambiando su nombre a «Teresa» en referencia a Teresa de Lisieux, santa patrona de los misioneros, dedicándose primero a enseñar en un convento y luego a “ocuparse” de los enfermos y los pobres de la ciudad de Calcuta.

En la década de 1970 ya era conocida internacionalmente y había adquirido reputación de persona humanitaria y defensora de los pobres e indefensos, en parte por el documental y libro Something Beautiful for God (Algo hermoso para Dios), de Malcolm Muggeridge. Por su labor humanitaria, Madre Teresa obtuvo el Premio Nobel de la Paz en 1979 y el más alto galardón civil de la India, el Bharat Ratna, en 1980.

Teresa de Calcuta es un ejemplo, de los muchos que hay y es sin duda alguna, una de las personas más reconocidas por sus acciones en favor de los más necesitados. 

Madre Teresa no gustaba de esos reconocimientos, personas cercanas a ella revelaron que solo participaba en eventos a los cuales era invitada, con el objetivo de lograr la atención de los gobiernos y empresarios, en bien de los más necesitados. Eso le permitía también recaudar fondos para la atención de los verdaderos menesterosos. Por supuesto que Madre Teresa no escapó de quienes la señalaron como una interesada, una ortodoxa defensora de la aceptación del sufrimiento y de muchas cosas más. A mi no me constan sus errores o faltas, solo sé que Teresa de Calcuta venía de una familia muy acomodada económicamente y que decidió dejar una “buena vida” para servir a los demás.

Servir es ayudar, tener a bien. Es asistencia, auxilio, favor. También es sinónimo de encargo, misión, cometido, funcionamiento, de trabajo, de atender a otros y en lo referente a algunos deportes, es casi siempre, hacer un movimiento para entregar el balón a otro jugador, buscando anotar un punto a favor del equipo. El servicio siempre es un desprendimiento, es trabajar en equipo, con gusto, disposición y sin egoísmo. Es dejar algo de nosotros en los demás, donde no perdemos nada, por el contrario, todos ganamos mucho.

Muchas son las frases que han escrito figuras notables sobre el servicio:

  • Si precisas una mano, recuerda que yo tengo dos. San Agustín.
  • El mayor espectáculo es un hombre esforzado, luchando contra la adversidad; pero hay otro aún más grande: ver a otro hombre lanzarse en su ayuda. Oliver Goldsmith.
  • Ayudar al que lo necesita no sólo es parte del deber, sino de la felicidad. José Martí.
  • El socorro en la necesidad, aunque sea poco, ayuda mucho. Mateo Alemán.
Igualmente hay muchas otras citas sobre el agradecimiento:
  • La raíz de todo bien crece en la tierra de la gratitud. Dalai Lama.
  • Recibe un beneficio y nunca lo olvides; si lo otorgas, nunca lo recuerdes. Pierre Charron.
  • Desde la perspectiva de la gratitud, todo es un milagro. Mary Davis.
  • Nada es más honorable que un corazón agradecido. Séneca.
  • El amor expulsa al miedo y la gratitud doblega al orgullo. Louisa May Alcott.
Yo tengo la mía, que involucra a las dos.
  • El servicio y el agradecimiento, son la misma cara en los dos lados de una hermosa moneda. Eduardo León.
Todo el mundo sabe que trabajar atendiendo al público es agotador. ¡Más aún si es un público hambriento! Pero de pana, a los pobres mesoneros les toca lidiar con personajes que parecen salidos de un cuento de terror. El gremio de los mesoneros, camareros o como quiera que los llamen en su ciudad, es uno que merece toda la consideración y el respeto de los clientes, al igual que cualquier servidor. Los camareros son fuente de inspiración, porque al trabajar con el público se llenan de cuentos e historias —lamentablemente, no de dinero—. A pesar de recibir poca remuneración y peor reconocimiento, ellos siguen allí, haciendo su trabajo con mística y dedicación.

Hace un tiempo escribí Servir o Ser Vil, donde están las dos caras de esa decisión, pero hoy quise destacar el trabajo humilde, agradecido y hecho con mucho amor de los jóvenes de Ganache Café Bistró: Arlec, Dayan, Rosneria, Yurleidy, Juldry, Manuel, Rodrigo, Camilo, Omar, Carlos, José, Juan David, Gabriel, Alexis y del amigo Jorge Serrano, el socio que no cobra (chiste personal no publicable). 

Esto no es una publicidad, aunque de pronto ayuda. Tampoco para buscar descuentos, ya me lo otorgan de vez en cuando. Pero ustedes pueden obtenerlo si van Ganache, preguntado por al menos dos de las personas antes mencionadas. 

Escribo sobre estos jóvenes, sobre su servicio, porqué sencillamente lo merecen, me place hacerlo y son un excelente referente para destacar esa hermosa cualidad del buen trato. Es triste ver personas que siendo muy bien atendidas, por creerse superiores, tratan a los demás de manera grosera e irrespetuosa, mostrando su bajo nivel cultural y educativo, producto de su amargura; esto es común verlo en cualquier área de servicio. Todo lo que no nos gusta tenemos el derecho a reclamarlo, pero con decencia, con respeto al otro y además, donde no te traten bien, sencillamente paga la cuenta y no vuelvas.

Para quienes nos sirven a diario, sean taxistas, mecánicos o vendedores de café, y también con las personas que nosotros mismos servimos, tengamos esa hermosa actitud de ser amables, de sonreír, de ser siempre agradecidos y principalmente con Dios, quien nos ha regalado esta vida, que será hermosa o dolorosa, dependiendo de cuanto servimos y agradecemos, todos los días.


Eduardo J. León Hernández

Barranquilla
Octubre 10, 2022

LA CULPA MATA MÁS GENTE QUE LA GUERRA

Tomado de www.seamosfelices.com Hace unos días escuché la sentencia que titula este escrito y me llevó a recapacitar en cuanta culpa hay en ...