lunes, 27 de agosto de 2018

EL DUELO



Imagen tomada de Google
Hay una canción con ese nombre, El Duelo, interpretada por el grupo chileno La Ley, acompañado por Ely Guerra, la guerrera mexicana que con su tonalidad de voz le da un gusto estridentemente exquisito. Es de esas canciones con muy pocas palabras en su letra, pero con mucho contenido y con un increíble sentimiento. El coro de la canción dice:


Sin dolor no te haces feliz
Sin dolor no te haces feliz
Sin amor
No sufres más

Felicidad (tristeza), Amor (odio) y Sufrimiento (levantarse), las tres palabras principales de ese coro son las que he separado en este párrafo, pero colocando a su lado lo opuesto, el antónimo de cada una de ellas.

El duelo es una “terrible sensación” o dolor que queda luego de una pérdida. Todos lo hemos vivido. La muerte de un ser querido, es uno de los duelos más fuertes (pero también de los más normales), la lejanía, el ya no tener a un amor, hay muchas situaciones que nos hacen sentir en duelo. Pilar Sordo, destacada psicólogo y conferencista chilena, de quien muchos deben haber escuchado o visto alguno de sus vídeos, ha estudiado y analizado, entre otros, este tema, motivada por las tragedias que generan en el pacifico sur latinoamericano los terremotos y son variadas las recomendaciones que hace sobre este padecimiento, ofreciendo soluciones prácticas, para que esto no se convierta en algo patológico y eterno. 

La pérdida de alguien cercano, según la lógica de sus reflexiones, puede (y debe) durar cerca de un año, ya que durante esos 365 días se pasa por todas las fechas importantes, en las que normalmente compartimos con los nuestros. Cumpleaños, días de la madre y el padre, navidad, año nuevo, etc., esos momentos alegres en los que disfrutamos cerca de los nuestros, que ahora se han ido y que la memoria trae a nuestro presente. Sin embargo, el duelo es un periodo muy individual, va a depender de muchas variables, la oportunidad de haber compartido con la persona que no está, el haber podido o no expresar lo que hubiésemos querido decirle, perdonarse mutuamente, en fin, son muchas cosas que van a depender de las circunstancias de vida de cada quien.

El duelo no solo se genera por la muerte de un ser querido, también por la pérdida o lejanía de un amor, el rompimiento de una relación, un divorcio, mudarse a otro país y dejar a la familia, a los amigos, los arraigos, eso también produce un complejo duelo. Y en ocasiones, ese duelo también se mezcla con una extraña culpa, y lo digo por experiencia propia, por cosas que vivo a diario y con las que lucho también. 

Ya tengo varios años fuera de mi país y veo como cada día la situación es más complicada y difícil, en todos los ámbitos, pero el de salud y la alimentación son los que más me aterran. En ocasiones, cuando me siento a comer o a tomarme algo, cuando veo que no tengo limitaciones y puedo comprar lo que mis recursos me permiten, sin tener que dar muchas vueltas, teniendo diferentes opciones y poder escoger a mi antojo, en ese momento recuerdo a mis padres, a mis hermanos, a mis cuñados, a tantos primos, tíos y amigos, que no sé si han comido bien y eso me genera un poco de culpa (insana, lo sé), pero es difícil de evitar. Tal vez no sea culpa, puede ser la tristeza de saber que los míos y el la mayoría del país no tienen lo que deberían. Son sentimientos difíciles de expresar y de explicar, pero que seguro muchos de quienes están fuera de Venezuela lo entienden. 

Por eso trato de no utilizar las redes sociales para mostrar lo que hago, mucho menos lo que puedo comer a diario. Para mi, es como tener una discoteca al lado de una funeraria y subirle el volumen a la música cuando están rezando. Pero no le critico "esta moda" a quien lo hace, aquellos que han tenido que emigrar para buscar un mejor vivir, no tienen por qué eximirse de eso, de vivir bien, para eso emigraron y si quieren mostrarlo, cada quien es dueño de sus actos; además que compartir la felicidad es agradable, debería ser lo normal. Solo se lo critico, y siempre se los lanzo en sus caras, a aquellos que han sido responsables de la debacle de mi país, los que han participado y recibido dinero y hecho negocios con la cuerda de sátrapas que manejan los recursos del estado venezolano. A los hijos de estos, que disfrutan o han disfrutado de bienes mal habidos y negocios sucios, en detrimento de toda una nación, tristemente son ellos quienes más aparecen en la redes.

También conocemos como duelo, a ese enfrentamiento que vemos regularmente entre dos hombres en las películas de vaqueros, cuando “el bueno y el malo” salen a la calle principal del pueblo, justo frente a la cantina y a la cuenta de tres sacan sus revólveres, ganando el más rápido o el que tiene mejor puntería. Similar evento se presenta al enfrentarse por el amor de una mujer o para defender su honor y de una forma más romántica, los contendores juntan sus espaldas, empiezan a caminar y a cierta distancia previamente acordada, dan la vuelta y disparan. Duelo tiene su origen etimológico en el latín dolus (dolor) por lo que siempre es algo que se siente feo, es sinónimo de luto, de algo que duele y mucho. Pero en esta su otra acepción, también es un desafío, un reto que puede librarte de algo, pero que conlleva a la muerte, al final siempre duele.

Estos dos significados, están presentes en la vida de cada venezolano de bien. Tienen un permanente duelo, un enfrentamiento inútil, innecesario y absurdo al que han sido obligados a vivir. Un duelo con la sobrevivencia, un enfrentamiento en plena calle, pero con una amplia desigualdad frente a su oponente; tienen armas muy disimiles y llevan las de perder. Esa desigualdad, que a veces le lleva hasta a perder la vida, también le provoca el otro duelo. Sufre ese duelo por tristeza, por impotencia, por minusvalía, por desesperanza, por no poder hacer nada, sintiéndose acorralados; se siente terrible participar en un duelo diario y sufrirlo a la vez.

La canción El Duelo, que curiosamente la interpreta La Ley, con la Guerrera de invitada, me llevó a estas letras. Venezuela, la Guerrera, vive en un permanente duelo, sin Ley, que produce mucho sufrimiento. Venezuela está siendo moldeada a fuego, está conociendo de la forma más brutal lo que significa equivocarse al darle las riendas a quien no debe, por buscar la vía más fácil. Venezuela está como preñada, está haciendo frente y soportando una gestación muy dolorosa y aunque estoy seguro que Venezuela sacará la espada y vencerá, el destino la ha llevado a que aprenda la lección con sangre, para que nunca la olvide. 

Pero el amor siempre está presente, también es parte de los desafíos. El amor y el sentido de supervivencia están en la gente de buen corazón, a quienes Dios nunca abandona. El duelo, el luto, no es eterno, puede durar años en salir, pero al final termina y solo queda como un mal recuerdo, que llega en algunas ocasiones, para decir a nuestras mentes que ya pasó y que hay un futuro por delante, ese otro duelo o reto que la vida nos presenta cada día, para ser felices, para no sufrir más; para vivir en paz.

El dolor, el duelo, es una parte de la vida, que si canalizas, que si tomas como incentivo, como parte de un sacrificio que te ha tocado vivir, puede impulsarte a salir adelante, más allá de donde te lo imaginas. No le temamos a los duelos, a los retos que nos presenta la vida (son inevitables), debemos enfrentarlos, vencerlos, siempre unidos y con la ayuda de Dios.  



Eduardo José León Hernández

Barranquilla
Agosto 27, 2.018

Enlace para el vídeo de la canciónwww.youtube.com/watch?v=bVYX4q62rnE

viernes, 3 de agosto de 2018

ENEMIGO ÍNTIMO


El bien y el mal, el amor y el odio, la paz y la guerra, todas son caras de una misma moneda, son elementos que se identifican entre sí, que tienen fuerzas similares, pero en direcciones contrarias; si no conocemos a uno, no podemos vivir el otro completamente. Así es nuestra vida.

Las guerras han sido una constante en la humanidad desde que hay historia. Los egos, la incomprensión o las necesidades (también las necedades) del hombre, han sido el origen de muchas de ellas; pero ha sido más en el corazón que en la mente, donde la mayoría de ellas ha nacido.

Hay historias de amor que terminan en tragedias, (sobre todo si son novelas de televisión escritas por mexicanos), Romeo y Julieta, la famosa obra de Shakespeare que todos conocemos, es un buen ejemplo. En esta historia se hace notable y crece la expectativa de la tragedia, cuando leemos la obra o vemos su interpretación, más por la violencia que la rodea que por otra cosa. Su propio desenlace es la mejor muestra, la muerte se lleva al amor y por amor, llegan a la muerte.

El bien y el mal, son el origen del hombre. Dios, nuestro creador, pone al hombre en escena por amor, pero en ese su afán, algo se le sale de las manos y un ángel se convierte en demonio, lo demás lo conocemos bien. Un amigo mío diría, “menos mal que fue así, porque si no la vaina sería muy aburrida”. Por alguna razón (y miren que ha habido teólogos discutiendo el tema, desde que esa disciplina existe), Dios, teniendo el poder supremo, permite que aun el mal exista.

El frío es necesario para conocer el calor, o la falta de él. La luz y la oscuridad, no podríamos percibirlas si no coexistieran. Así como el negro y el blanco, son el resumen de la policromía. Todo en nuestra vida son extremos, diferencias, contradicciones, enfrentamientos, choques; a veces de trenes, otras de almohadas de plumas, pero diferencias al fin.

Pero eso, nosotros los humanos, ninguno es igual a otro, ni lo será. Estamos hechos del mismo material, por las mismas manos, pero nuestras esencias son únicas, no se pueden replicar exactamente. Somos seres hechos a imagen y semejanza de Dios y Él, también es único.

En todos nosotros existen los mismos sentimientos, unos están dispuestos en formas diferentes que en los otros, dimensionados de otra manera, pero todos están en nuestros genes; los buenos y los malos, solo que unos están más dormidos que otros.

El miedo, es para mí, uno de los más duros, uno que sobre sale de entre muchos de los sentimientos. No es el mejor o el peor, el miedo es difícil de clasificarlo, de ponerle un mote, es complicado de catalogar. El miedo es capaz de mover o de paralizar, puede hacernos reaccionar para defendernos, pero también puede impedir que actuemos; todo depende, como siempre, de cada situación, de cada momento, de cada ser humano.

El miedo evita que amemos, impide a veces que nos enamoremos, hace que escondamos nuestros sentimientos hacia los demás por el temor a ser rechazados, a no ser entendidos e inclusive despreciados. El miedo no es malo, lo que puede perjudicarnos es como actuamos ante él. Tener miedo no es solo de cobardes, también los valientes lo padecen y mucho. Parir a un niño puede generar mucho miedo a una mujer, por el dolor a sentir, por las consecuencias, por muchas razones; pero la satisfacción de traer una vida al mundo, arropa ese miedo. Pero hay mujeres que abortan y también es por miedo. Por temor a que un padre se entere de un error, por ser descubierta en un amorío o por el hecho de ser amenazada por su amante, que no desea tener ese hijo; por miedo, comete ese terrible acto.

El valor y el miedo compiten a diario en nuestras vidas. No solo frente a situaciones de peligro, que no son las más frecuentes, se presenta en cada decisión, en cada acción, en cada comentario, hasta “el qué dirán” es algo que genera mucho miedo a muchas personas, las destruye. La indecisión es un reflejo diario del miedo, una falta de acción que nos paraliza. La falta de amor por los otros, la ausencia de caridad por el prójimo, también tiene mucho de miedo en su esencia.

Muy a pesar que el miedo, en la mayoría de las veces, creemos que nos afecta o se activa por factores externos, es contra cada uno de nosotros, a lo interno, con quien juega el miedo la más terrible partida; es dentro de nuestras propias vidas, en lo más íntimo, en nuestra mente y corazón, donde hace mayor daño, de manera consciente e inconsciente.

Frecuentemente el miedo aflora por falta de amor, por no respetarnos a nosotros mismos, de no creer que valemos, cuando nos sentimos acomplejados, rechazados o menos que los demás; cuando no nos sentimos amados. Dios nos ama a todos con el mismo amor, con la misma intensidad, sin distinciones de raza, color, estudios e incluso, sin distinción de credos. Dios ama hasta a quienes no creen en él, también son sus hijos. Si Dios te ama y tú sientes amor por ti mismo, no te hace falta nada más.

Es el miedo nuestro enemigo íntimo, es el que más nos atormenta, en ocasiones de forma silente, otras con mucho escándalo. Muchas veces mientras más conscientes somos de las cosas, más temor sentimos y pareciera una contradicción, pero es que cuanto más sabemos, mayor cantidad de misterios por aclarar encontramos. Dicen que, a mayor edad más incertidumbre y mayor es el miedo, pero también es superior (o debería ser) la experiencia y la fuerza interna para enfrentarlo; eso sigue dependiendo de cada quien. 

El miedo nos oprime, nos deprime, nos exprime; pero también hemos sido dotados con las fuerzas y habilidades necesarias para vencerlo. El miedo hay que encararlo a diario, es casi como respirar, como pensar, como sentir el latido de nuestro corazón, hay que enfrentarlo cada día; con amor y decisión, un día a la vez.

El miedo, ese enemigo íntimo, siempre estará allí. Alzado unos días, muy discreto, como haciéndose el pendejo en los otros, siempre al acecho; esa es su naturaleza.

Dios nos regaló a Jesús su hijo, que dio su vida por nosotros, Él tuvo mucho miedo. Pero lo enfrentó, con el apoyo de su Padre, que estaba con y en Él. Dios también está en cada uno de nosotros, Él es Amor, la única fuerza capaz de destruir y compensar con creces, todo lo que nos hace daño, en especial dentro nosotros mismos. No debemos tener miedo, mejor dicho, no debemos esquivarlo, ya que él siempre estará dentro de nosotros y hay que enfrentarlo; unos días con vehemencia, otros con inteligencia.

"Temo a un solo enemigo que se llama, yo mismo" (Giovanni Papini).

"El miedo es mi compañero más fiel, jamás me ha engañado para irse con otro" (Woody Allen). 

El miedo es tu enemigo íntimo, el más cercano; salúdalo y busca hacer la paz con él. (E.J.León).




Eduardo J. León Hernández


Barranquilla
Agosto 03, 2.018    

LA CULPA MATA MÁS GENTE QUE LA GUERRA

Tomado de www.seamosfelices.com Hace unos días escuché la sentencia que titula este escrito y me llevó a recapacitar en cuanta culpa hay en ...