viernes, 9 de octubre de 2015

MI CHIQUITA

Hoy veía a mi hija chiquita haciendo una torta, un pastel. Con ganas, con afán, con deseo de hacer las cosas bien. Siempre me ha fascinado su empeño, su dedicación, su fuerza para trabajar, lo incansable que es y sobre todo su entrega. Esa, esa entrega que tiene el futbolista que llora cuando falla un penalti o el tenista que no repite un campeonato. Me recuerda a su hermana Paula cuando no sacaba 20 en un examen o a Patricia cuando no podía conseguir un trabajo digno o a Eduardo José cuando tiene que enfrentarse a una injusticia. Son luchadores de una misma genética, luchadores excepcionales. Como quisiera parecerme a ellos.

Hoy mi chiquita hacia un pastel, como dicen los Piris (mis nietos, sus hijos) y le parecía que no estaba perfecto, que no cumplía con los estándares, con sus estándares, que son de los más exigentes que conozco. Como los de su Madre, los de su abuela Pilly, los de su tía Antonia, siempre queriendo hacer las cosas perfectas. Bravo por ellas, bravo por querer hacer muy bien las cosas. Le agradezco a Dios haberme puesto en esta parte de la historia, en este sitio y espacio de la vida, con los seres con quien comparto este día a día. En estos momentos de mi existencia he aprendido a reconocer lo que vale la pena, (sería justo diría mi compadre Ascanio) y el esfuerzo de mis hijos, que es excepcional.

Hoy vi llorar a mí chiquita, porque pensaba que no le había quedado bien el pastel. Y les dijo algo, le quedó perfecto, con las imperfecciones que la gente aplaude, con esas que hacen lucir a los grandes pintores o escultores.

En el momento que escribo esto, estoy tomándome un Tempranillo, porque más vale Tempranillo que tarde, además escuchando a José José y saben, recordé algunos momentos de mi juventud temprana, momentos de aciertos y fracasos, gratos momentos, especialmente cuando YouTube de forma aleatoria, puso en mi computador la canción El Triste. Esa melodía cantada por JJ el 25 de marzo de 1972 en el II Festival de la Canción Latina. Escuché como este excelente artista interpretaba de manera perfecta, esa excelente pieza. Así como mi chiquita, terminaba su obra maestra del día de hoy.

Es increíble como una canción ejecutada con ese excelente performance, puede parecerse a una obra maestra de la repostería, como la que mi chiquita hace todos los días, como las que hace siempre. Que orgulloso me siento de mis hijos, no porque yo ha hecho algo por ellos, sino por lo que ellos mismos han decido hacer y sobre todo ser.

Saludos y bendiciones a todos.

Eduardo José León Hernández

Octubre 09, 2015 

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