Los Hechos de los Apóstoles y el
Evangelio de Juan de este pasado domingo, nos dan un mensaje que no podemos
dejar a un lado.
Pedro y sus amigos, fueron
llevados al Sanedrín y fueron reprendidos por continuar con la proclamación de
la palabra de Dios, por continuar haciendo del conocimiento público lo que
Jesús vino a enseñarnos con la palabra, pero también con su acción.
Se les reprendió porque salieron
de su escondite, donde estaban protegiéndose del régimen, de ese miedo que
infunde el terror y los golpes; las amenazas de que podían ser asesinados los
mantenía agazapados. Pero no pudieron seguir escondidos, si habían sido testigos
de lo que el Redentor había dicho y hecho, como podían quedarse callados, no era
posible, de hacerlo habrían traicionado al Jefe, al verdadero Rey.
Juan relata también, como Jesús
aparece de nuevo y por tercera vez a los Apóstoles, invitándoles a continuar
con la pesca, que había sido infructuosa durante toda la noche. Sin mirar atrás
lanzan las redes y el fruto de esa
acción, produce una gran cantidad de peces, que con muchísimo esfuerzo,
por su peso, llevan a la orilla. Jesús ya los espera con el desayuno y luego de
hacer la bendición y concluida la comida, le pregunta a Pedro: Pedro tú me
quieres, y él responde: Tú sabes que te quiero Señor, tú lo sabes todo. Esto
ocurrió tres veces y al final siempre Jesús le dijo a Pedro: Apacienta a mis
ovejas. Le estaba confirmando que en él, confiaba su iglesia.
Todos sabemos que Pedro fue un
incondicional de Jesús, que sin miedo enfrentó a quienes lo fueron a capturar el
día que se inició su suplicio, arrancándole una oreja a uno de los soldados.
Pedro tenía su carácter, pero luego, a la hora de la verdadera angustia, el
miedo lo invadió y lo negó tres veces, las mismas veces que Jesús luego de
resucitado le preguntó si lo amaba. Por eso dice la escritura que Pedro se
sintió muy triste, se acordó de lo que había hecho antes, pero no por eso Jesús
lo hizo a un lado, entendió que era un ser humano con virtudes y defectos y Él
muy bien sabía que cumpliría la misión que le estaba encomendando, nada más y
nada menos que guiar la Iglesia que recién fundaba. Una Iglesia que Pedro debía
conducir, junto al resto de los apóstoles, sin miedo, sin temor, sin espadas,
con su palabra y con su ejemplo. Eso fue lo que hicieron y gracias a su valor y
entrega, tenemos la Iglesia y la historia de hoy. Gracias a ellos conocemos la
palabra de Dios.
Yo ayer recibía la misma
pregunta, veía a Jesús preguntándome: Eduardo tú me quieres? Entendiendo esta
pregunta como un cuestionamiento de amor no solo a Jesús, sino a todos los
desvalidos, enfermos y encarcelados, a todos aquellos hermanos que sufren, a
todos los que viven en Venezuela, en mi pobre país rico, donde cada día es
mayor el sufrimiento. Donde están mis padres, hermanos y amigos, quienes
también están reflejados en el rostro de Jesús. Me sentí muy mal, me sentí
traidor por haber abandonado mi Patria, por haber salido a otro país
protegiendo a mis hijos y nietos. Pero luego también sentí que cada uno hace lo
que está en sus posibilidades, no es fácil sentirse cobarde y traidor y de paso
escribirlo, créanme que no lo es, pero por amor a mis nietos e hijos soy capaz
de volverlo a hacer. Yo tuve la oportunidad, sé que muchos de los que están
leyendo esto no la tuvieron y no la tendrán.
Y es a ustedes es quienes dirijo
este escrito, no es posible seguir encerrados, padeciendo ante un régimen
absurdo y loco, que ha llenado de miedo a nuestro país, pero peor aún, que nos
ha estado inmovilizando poco a poco, poniéndonos a hacer colas diarias,
distrayéndonos en ese avatar de estar brincando de un lado a otro para poder
subsistir.
Jesús nos llama a no tener miedo,
a salir de nuestros escondites, con nuestra palabra, sin espadas y confiando en
Él. Debo reconocer que esta es la parte que más me ha costado escribir, ya que
pedirle a otros que hagan lo que yo no puedo hacer es muy difícil, pero no tengo
de otra. Venezuela no saldrá de esta situación, sin que sus ciudadanos no
hagamos presión. Y no es saliendo a tirar piedras o quemar cauchos, no es con
violencia que a un tirano se derrota. Muchos esperan a las fuerzas militares
que lo hagan, pero eso pudiera ser peor. También esperan que la oposición lo
haga (quien es la oposición?) o que los hijos de otros vayan a las calles a
salvarnos. Quiero decirles que ya eso está ocurriendo, pero no los estamos
apoyando.
La protesta pacífica, pero
contundente, el cierre cíclico y temporal de vías, la reunión y creación de
liderazgos parroquiales, la conversación con el contrario que tiene los ojos
vendados, la información a través de todos los grupos existentes en redes
sociales, en fin, cualquier medio que sirva para hacer presión debe ser
utilizado. No es fácil, yo no tengo y dudo que alguien tenga una fórmula
mágica, pero hay que activarse. Preservar la vida y estar ajeno a una lesión haciendo
estas cosas, nadie lo puede asegurar, pero es que acaso ya no está ocurriendo?
No están muriendo de mengua los venezolanos, no es cierto que Venezuela está muriendo
poco a poco por el temor de sus ciudadanos. No es posible seguir viviendo en
las catacumbas, sin salir al menos a decir las verdades, sin protestar.
Pedro tuvo miedo, pero al final
lo venció y salió adelante.
Dios nos bendiga a todos.
Eduardo José León Hernández
Abril 11, 2016
No hay comentarios:
Publicar un comentario