viernes, 12 de mayo de 2017

DE UN LAICO DE A PIE AL PAPA FRANCISCO

En Enero de 2.010 mi esposa y yo recibimos un gran regalo, nos enviaron a un curso de espiritualidad en Guatemala que marcó nuestras vidas. Como Laicos Misioneros del Sagrado Corazón, pudimos conocer de primera mano, de la propia voz de quienes padecieron los rigores y crímenes de la dictadura que sufrió ese país durante el siglo pasado. Conocimos mucha gente buena, visitamos sitios de martirio, espacios donde se cometieron los más ruines y viles asesinatos, violaciones, con métodos de torturas que nunca llegue a imaginar que pudieran existir.

Conocimos las historias de José María Gran, Faustino Villanueva, Juan Alonso y Gaspar García, Misioneros del Sagrado Corazón, todos de origen español, pero con corazón chapín los tres primeros, quienes fueron vilmente asesinados en las montañas de Guatemala por defender a su feligresía. Gaspar murió en Nicaragua, igual defendiendo al pueblo, aunque fue un poco más atrevido. También supimos de la vida de Monseñor Juan Gerardi, quien se dedicó a denunciar y desenmascarar a los asesinos del pueblo. En resumen, pudimos conocer por boca de testigos presenciales y con documentos ciertos, las barbaridades que se cometieron en Guatemala, durante esa guerra civil, así como la entrega de estos sacerdotes, quienes junto con sacristanes y fieles, entregaron sus vidas para defender a su pueblo.

Hoy veía por enésima vez, algunas críticas hacia el Papa Francisco y por muchas razones recordé a Guatemala. Vi en ese espejo horrible y tortuoso a mi país, a Venezuela, el mejor país del mundo, que hoy está sumido en la más terrible situación socio política de su historia. Un país secuestrado por un grupo de narcotraficantes, asesinos, corruptos y con los peores resentimientos que puede albergar el ser humano. En esto último no exagero, para nada.

En este día y hora, cuando tenemos más de 40 asesinados en las protestas del pueblo que ya llevan más de un mes, quise escribirle esta nota al Papa Francisco, la cual probablemente nunca lea, pero por mi formación y pensamiento, me siento obligado a hacerlo. Esto no es un ataque al Papa y mucho menos a mi Iglesia, que nadie se equivoque, son mis reflexiones puestas en blanco y negro, con la esperanza de que sea leído donde corresponda.

Santo Padre, desconozco totalmente que información ha recibido usted de mi país, pero con todo respeto, y en esto quiero ser enfático, puesto que yo no dudo ni por un momento de su buena voluntad y sus convicciones humanas y cristianas, con solo leer un tweet de Mon. Ramón Ovidio Pérez Morales, algún escrito del Padre Luis Ugalde S.J. o ver una foto de Mon. Roberto Lückert, dando un discurso en plena protesta esta misma semana, usted puede saber quienes están del lado de la verdad. Hay unas declaraciones que prefiero no calificar, donde se le endosa a usted la frase de que la oposición en Venezuela está dividida, creo que eso no fue lo que usted quiso decir o, probablemente, no fue la parte central de su sentencia y fue sacada de contexto.

En Venezuela no hay oposición y gobierno, realmente lo que existe es pueblo y tiranía, nada más. La tiranía está formada por un grupo de no más de 2.000 seres, que junto a sus familiares y socios (aquí los llamamos enchufados), sus bandas terroristas, la parte de las fuerzas militares y policiales que les mantienen en el poder y el poco pueblo que los apoya no pasan de 500.000 personas, pero este grupete posee el poder de la maldad y de las armas, tiene sencillamente secuestrado a mi país, de más de 30 millones de habitantes (ver la Gasolinera Secuestrada en este mismo blog ) y para desgracia de todos, ellos también están atrapados, siendo su salida la represión, única forma de mantenerse en el poder, el máximo tiempo posible.

Quien enfrenta a esta tiranía es el pueblo, principalmente la gente joven, los muchachos pues, esos a quienes usted mismo en Julio de 2.013, con motivo de la Jornada de Juventud de Rio de Janeiro, simplemente les dijo “formen todo el lío que puedan, vivan el evangelio con todas las consecuencias”. Eso es lo que está haciendo la juventud de mi pueblo, muchos de ellos lo escucharon de su propia voz. Nuestros jóvenes están defendiendo a su pueblo y a su verdad, no importándole las consecuencias y dejando en ello la vida, si es necesario.

Mi pueblo se cansó de pasar hambre, de morir de mengua, sin medicinas, ni servicios hospitalarios; prefiere morir en la calle protestando, que a manos de un delincuente que lo agrede para robarle un teléfono. Los jóvenes de mi país y sus familias, llevan viviendo 18 años de calamidades y aunque muy pocos de ellos conocen otras realidades con la que comprar, están claros que tienen que salir de este yugo para tener un futuro. Estos muchachos, salen a pedir respeto a sus derechos, con cantos, banderas y con mucho miedo, pero los mueve la insensata valentía del que lo tiene todo casi perdido, pero está decidido a recuperarlo. 

Su Santidad, usted es un hombre austero, sabemos cómo ha vivido y lo poco apegado a los lujos que es. Si viera la ostentosa vida de los corruptos dictadores de Venezuela, si viviera la forma como dilapidan y roban el erario público sin importar el sufrimiento y las carencias del pobre, si pudiera palpar la realidad de mi país, haciendo alguna de las infinitas colas para comprar algún alimento, no le temblaría la mano para señalarlos, ni le faltaría pecho para condenar a estos tiranos.

Papa Francisco o mejor, Padre Jorge, así lo siento más cercano y quiero ir a lo más profundo de usted. Diariamente en sus oraciones, mi esposa, este servidor y muchos en el mundo le pedimos a Dios por nuestros sacerdotes, por su salud y por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas. Cada día también pedimos que el Espíritu Santo le dé a usted la sabiduría y la fortaleza necesaria para seguir llevando el timón de nuestra iglesia, para que sepa discernir lo que más nos conviene, sabemos que no es nada fácil, estamos del lado dentro. La voz de Jorge Mario Bergoglio en el mundo es importante, se escucha, se le respeta, se considera como algo valioso, es una caja de resonancia que amplía la voz de los que sufren y necesitan ayuda, es una voz que hace falta. 

Su opinión, su pronunciamiento a favor de mi pueblo, es indispensable en estos momentos, ya la tiranía está muy golpeada y muchos de sus líderes quieren negociar su salida, usted lo sabe. No sé si es parte de la estrategia del Vaticano mantenerse rezagado para el último momento de la negociación, es una posibilidad, pero necesitamos acción. En las calles de mi pueblo, cae gente muerta cada día, por formar líos y no van a dejar de hacerlo. Usted puede ayudar a que sean menos, pronúnciese, actívese, aquí no hay dialogo posible, con el demonio no se conversa, se le derrota.

Pido a Nuestra Señora de Fátima que lo ilumine, en la visita que hará el día de hoy a su santuario, pero no solamente a usted, sino a todos los Venezolanos. A quienes estamos haciendo líos, para que no nos llenemos de odio y aquellos que están haciendo lo indebido, a quienes están destruyendo a mi pueblo, para que se arrepientan y depongan sus ataques y su maldad. Le pedimos a la Santísima Trinidad que nos bendiga y permita salir de esta mala hora, que nos ayude a liberar esta gasolinera secuestrada.


Eduardo J. León Hernández
Laico MSC
12 de mayo de 2.017   


  

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