domingo, 5 de marzo de 2017

CUANDO LAS LÁGRIMAS BROTAN

Llorar es el primer acto del ser humano, normalmente al nacer, es la primera señal de vida. Es algo natural, una salida del cuerpo y del alma a todas esas emociones que necesitan ser expresadas.

Las lágrimas a veces son secas o muy pocas, parecieran no querer salir, otras veces son profusas, cuantiosas y parecen no acabar. Son el drenaje de tantas cosas que llevamos dentro, que nos ahogan, que nos atragantan.

También hay lágrimas de alegría, lágrimas de pasión, lágrimas que denotan felicidad, esas son más alegres, bonitas y se contagian como la risa. Hay lágrimas de orgullo, de metas logradas, de matrimonio, de despedidas de viaje, de graduaciones, de carreras ganadas, de triunfo.

Hay lágrimas de novelas, de finales de concurso, lágrimas de ópera y de teatro, algunas fingidas, pero también sentidas, como las que emanan de los ojos del actor. Hay lágrimas de serenatas, de películas, de borrachos, de desamor o de mucho amor no correspondido.

Están las lágrimas de duelo, de dolor del alma, de guerras, de muerte, de enfermedad, de lejanía. Son lágrimas tristes, pero necesarias, son las inevitables. Lágrimas de niños, de madres, de amigos, de padres, de abuelos, lágrimas de familia y también compartidas con desconocidos. 

Llorar es bueno, es para descargar emociones, nivelan los dolores y las alegrías. Son el escape de las tensiones del alma y del corazón. Llorar y reír son las dos caras de una misma moneda, de un mismo ser. Son respuestas que muchas veces van acompañadas, que se activan juntas y que son medio locas, parciales a veces, tímidas otras veces y totalmente públicas en otros casos.

Llora cuanto quieras, llora cuando lo necesites, pero luego lávate la cara y sonríe, esa es la segunda fase. Llorar es necesario, te hace humano, te permite mostrarte a ti mismo quien eres, no debe darte pena, no es debilidad, es una necesidad. 

Llora, llora lo que quieras, saca lo que tienes dentro, pero luego sonríe, ríe. No, no es una actitud de locos, es parte de la vida. Si puedes llorar y reír, es porque simplemente estás vivo.

Jesús lloró, amargamente, literalmente de Él brotaron lágrimas de sangre, fue el preludio a algo muy triste, pero después, gracias a su confianza en Dios, llegó a la Gloria.

E. J. León

Marzo 05, 2017

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