miércoles, 30 de enero de 2019

YO POR MI IGLESIA METO LAS DOS MANOS EN EL FUEGO

Santuario Mariano de Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá
En los últimos meses he visto muchas reacciones contra la Iglesia Cristiana Católica y en especial contra el Papa Francisco, que no me extrañan, siempre han existido detractores y siempre existirán. Pero de alguna forma, quienes formamos parte de ella debemos aclarar algunos términos y actuar en favor de nuestra Iglesia, al menos yo lo hago.

En primer lugar, quiero dejar claro que NO soy un ser dechado de virtudes. Cómo todos los humanos, he cometido, cometo y seguiré cometiendo errores hasta el final de mis días, pero si trato de ser cada día una mejor persona y actuar lo mejor posible con el resto de la humanidad y en especial, con los más necesitados y quienes me rodean; ya que es lo que creo debe ser el fin principal de cada uno de nosotros. Para hacer bien a la humanidad, no hay que pertenecer a ninguna iglesia, ni siquiera tener un credo religioso o creer en Dios. 

Muy buena parte de mi vida la he pasado muy cerca o dentro de la Iglesia Cristiana Católica, en especial en mi congregación, conocida como Familia Chevalier, compuesta por los Misioneros del Sagrado Corazón, las Hijas de Nuestra Señora del Sagrado Corazón y los Laicos de la Familia Chevalier. La considero mi segunda familia y es una institución que me ha permitido crecer, conocer y profundizar en las sagradas escrituras, compartiendo con gente maravillosa, seres humanos ejemplares y totalmente entregados a ayudar a los demás. En ella me siento muy bien y en ella espero estar por siempre. Durante los últimos cinco años, he estado muy cercano a los Padres Charly García y Simón Pérez, de la congregación de Sacerdotes Eudistas y a mi párroco actual, el Padre Pedro Nel Pérez, a quienes les agradezco enormemente su amistad y permanente ayuda, en esta vida de migrante.

La Iglesia Católica, como toda institución, necesita de reglas y normas, las cuales han ido cambiando en el tiempo. La Iglesia, no escapa a los cambios de la sociedad y como ente conservador, esos cambios normalmente no van a la par de lo que ocurre alrededor y algunas conductas, muchos de quienes estamos dentro, creemos que deben ser modificadas y hacemos lo posible para buscar esos cambios.

Hay practicas o ritos litúrgicos, que pueden tener diferencias en cada país e inclusive entre ciudades de un mismo territorio. La forma como se procede en las misas, normalmente es la misma, hay un texto que sirve para llevar una secuencia específica y unas oraciones comunes. Dependiendo de cada cultura, de la manera de vestir, hasta del idioma de quienes escuchan, puede haber diferencias. Yo he estado en templos (una cosa es el templo y otra es la Iglesia) donde me han reclamado porque no puedo tomar agua dentro de el, pero he ido a otros donde he comido, he almorzado dentro del templo, junto al sacerdote y es totalmente normal; de hecho, es un irrespeto a la comunidad el no hacerlo y despreciar la comida. Donde yo resido hoy, en algunos oficios va gente (hombres y mujeres) con pantalones muy cortos, con camisas y blusas de manga sisa o de tiros, mujeres que muestran más de lo que deberían, de acuerdo con lo que yo crecí, de acuerdo a lo que es mi cultura, pero aquí es normal. Un día me acerqué con el sacerdote a cargo de ese templo y le comenté sobre el tema y me dijo: “Yo hice la misma pregunta cuando llegué a esta parroquia (él también es extranjero) y mi antecesor me contestó, que esa forma de vestir era normal, que culturalmente siempre ha ocurrido, así que, quédate tranquilo, acostúmbrate”. Yo ya me acostumbré también, de hecho, les tengo una anécdota vinculada con el tema de la vestimenta.

Un día estaba yo de lo más concentrado, de rodillas en el reclinatorio de la banca frente a mí, orando, agradeciendo y tratando de escuchar la voz de Dios, esperaba que me diera alguna respuesta a mis inquietudes; Dios tiene muchas formas de respondernos. Aún arrodillado, cuando abrí mis ojos para levantarme y miré al frente, me encontré con el espectacular trasero de una mujer, que calculo tendría unos 30 años, parecía hecho a mano por un escultor. La susodicha vestía un pantalón blanco muy pero muy corto, estaba a no más de 70 centímetros de mí y se le veía hasta el alma. De inmediato yo cerré mis ojitos, le dije mentalmente a Dios “¿Señor, porque permites esta tentación?” y sentí que me dijo: mosca, que Judith está a tu lado. Lentamente me senté y continué un rato con mis ojitos cerrados, fue un momento muy peligroso.

Siguiendo con los cambios. ¿Si yo les digo que en una oportunidad vi a una mujer proclamando el evangelio, que en Europa se comparten Templos y Sacerdotes con la Iglesia Anglicana o que hay Sacerdotes Católicos que son casados? A muchas personas esto les parecerá una locura, que es algo inaudito, pero es así; esto ocurre en algunos países. Los que culturalmente no están preparados para los cambios, van a tener problemas. Tengo un gran amigo, por quien siento un muy gran aprecio, me ha dado muchos de los mejores consejos que he recibido, alguien muy práctico y coherente. Es el provincial de la congregación a la cual pertenezco pero en otro país y es el defensor ante el vaticano de algunas causas para santificar a un grupo de mártires (con esa descripción, algunos ya sabrán quien es). El preparó un trabajo defendiendo el matrimonio de los sacerdotes de la Iglesia Católica y de eso ya hace muchísimo tiempo. No es un muchacho, ya pasó los 70 años, pero está muy claro del mundo en el que vive. Dentro de la Iglesia Católica ese clamor es muy antiguo y está bastante bien documentado.

He compartido con religiosas misioneras, de diferentes países, algunas que utilizan la típica vestimenta de las “monjas” y otras que visten de civil, hacen excelentes trabajos a favor de la comunidad. Mi gran amiga la hermana Florinda, una brasilera que se fue a Venezuela a llevar el Corazón de Jesús y María a todos los rincones donde le ha sido posible, para mi es una heroína. Son muchas las experiencias que he compartido con ellas y que me han hecho crecer.

Igual ha sido mi compartir con Laicos comprometidos y muchísima gente, feligreses de diferentes ciudades y países que hacen un trabajo de “hormiguita” para educar, evangelizar y ayudar a muchas personas. Con muchos he tenido serios encontronazos, no lo voy a negar, pero esa es la Iglesia, está formada por seres humanos, con diferencias de pensamiento y maneras de actuar que nunca son las mismas, no deben ser las mismas. Esa es una de las particularidades de la Iglesia que yo defiendo, porque me permite disentir, con respeto por supuesto. Sabiendo que hay jerarquías y momentos para hacer cada cosa, sin temor a ninguna clase de reprimendas o reclamos.

He llegado a tener discusiones muy serias, con más de un sacerdote, a quienes les comenté asuntos de la parroquia con los que no he estado de acuerdo y les he criticado su comportamiento, pero como dicen las escrituras, lo he hecho en privado, con respeto y pruebas en mano. En algunos casos me pidieron que desalojara el despacho, en otros aceptaron de buena gana los comentarios. ¿No es esto lo que ocurre cotidianamente en cualquier ámbito?

Hice el anterior recuento para dejarle ver a quienes no me conocen que sé muy bien cómo funciona la Iglesia, la cual está compuesta por sacerdotes, religiosas y la feligresía, pero con Jesucristo a la cabeza. Él fue quien la fundó y esa es la razón por la cual nadie podrá destruirla. Para fines didácticos, digamos que el Papa, los Cardenales y Obispos son los guías principales, son quienes definen líneas de acción, los Sacerdotes y Religiosas, junto al pueblo de Dios las siguen o escuchan, pero no como borregos. Todos sin excepción, estamos obligados a comentar, detener o enfrentar cualquier postura equivocada de quien sea en nuestra Iglesia, por supuesto, repito, con decencia y respeto con el infractor. Yo puedo criticar al Papa y lo he hecho por este mismo medio, al ver su postura tan absurda frente al problema político en mi país y otros más, donde tiranos y bandas de narcotraficantes se han dedicado a diezmar la población, por enriquecerse y mantenerse en el poder. He criticado a sacerdotes que son capaces de defender en sus homilías los crímenes de esa narco dictadura. Soy de los que siempre ha dicho que sacerdote pedófilo o pederasta debe ir preso y no solamente transferido de una parroquia a otra para tapar esa falta. Pero también entiendo que son seres humanos que se equivocan, como lo hacemos todos.

Cualquier sacerdote denunciado, su caso debe ser investigado, como a cualquier mortal, pero a la luz de la feligresía, para que pueda defenderse y limpiar su nombre cuando las denuncias son falsas, cosa que ocurre con muchísima más frecuencia de la que se piensa. Un sacerdote conocido tuvo que ser cambiado de su parroquia para quitarle de encima una mujer que estaba “locamente” enamorada de él y lo acosaba constantemente. Mi amigo y hermano, hoy difunto, el Padre Ángel Leonardo, en más de una vez se vio frente a mujeres que se sentaban en la primera fila, con una falda algo corta y que constantemente le cruzaban las piernas durante la misa. Él les pedía muy respetuosamente que fueran a sentar en las bancas posteriores; esa cruzadera de piernas, mostrando el asunto, a cualquiera descontrola. Esto ha ocurrido toda la vida y seguirá ocurriendo.

En resumen, yo pongo mis manos en el fuego por mi iglesia, porque Jesucristo es la cabeza de ella y son muchísimos los integrantes de ella que se dedican a hacer el bien. Los detractores que la critican solo ven la actuación de un muy reducido y diminuto número de sus integrantes; nunca reconocen el enorme trabajo que hacen millones de misioneros y gente buena voluntad, para ayudar al más necesitado, al indigente, al migrante, al preso, al enfermo. En el caso del Papa Francisco, a quien abiertamente se le ha atacado por su guabineo y supuesto pensamiento socialistoide, reitero que tampoco comparto su actuación, creo que ha sido muy permisivo y sus palabras de apoyo no llegan. Pero reconozco que él mantiene una fuerte lucha para corregir muchas cosas desviadas y de hacer cambios importantes dentro de la Iglesia. Estoy muy claro que ha emitido escritos y pastorales únicas, compuestas por excelentes palabras y con mucha profundidad. Probablemente algunos de quienes lean lo de socialistoide, no lo podrán entender, porque no conocen ni han sufrido el contexto real de la vida de los países que han estado esperando unas palabras más duras contra esas dictaduras y que no llegan, a pesar de que los obispos le han explicado detalladamente y sinceramente la situación. El Papa, es humano, también se equivoca.

Para ponerles un ejemplo entendible. Una madre tiene varios hijos, unos están armados y son quienes controlan los negocios, los otros trabajan también en esas mismas empresas, de las cuales igualmente son dueños, pero el primer grupo los tiene oprimidos y no les permite comer, ni les provee salud, además se han empeñado en hacerse dueños de todo, sin dejar participación de los otros. La madre está haciendo mutis desde hace mucho tiempo, porque no quiere tomar partido para que nadie sienta su apoyo, se crea con más poder y se arme una guerra. El asunto es que quienes están armados ya están matando a sus hermanos, literalmente, de hambre, por no haber medicamentos o asesinándolos a tiros. Esa madre está muy equivocada, tiene su corazón del lado incorrecto o no quiere a sus otros hijos. Por que no les pide, al menos, a quienes disparan que guarden las armas?. Algún día, aunque ya será muy tarde, esta madre se dará cuenta de su error.

Enfrentar a la violencia con sus palabras duras y sinceras, desde el púlpito, fue lo que hizo Monseñor Arnulfo Romero, hoy día Santo de la iglesia Salvadoreña, quien murió asesinado en ese mismo sitio por decir la verdad a un régimen opresor y asesino, como lo hicieron muchísimos otros mártires en ese país, en toda Centro América y en el mundo. He leído como Obispos Venezolanos y Nicaragüenses han dicho públicamente que el pueblo debe revelarse y que no puede dejarse matar; no hacen un llamado a la violencia, pero si destacan el derecho a la protesta y a la propia defensa de la vida ante un ataque.

Este es un tema muy complicado, creo que San Juan Pablo II lo habría tratado de otra forma, con mucha mayor contundencia. Tristemente un latino, que debería conocer mejor estas situaciones, para mí no ha estado a la altura. Si estas palabras hacen felices a los detractores de mi Iglesia Cristiana Católica o me generarán malas miradas y comentarios de mi propia gente, a mi me resbala. Solo les digo, que yo no sigo a hombres, que siento un profundo respeto por nuestros guías y por mis hermanos de comunidad, pero que mi norte es Jesucristo. Él es el único a quien mis padres y guías me enseñaron a seguir y a quien mi mente y mi corazón han aprendido a adorar.


Eduardo J. León Hernández
Enero 29, 2.019

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