miércoles, 4 de octubre de 2017

VENEZUELA ES UN PAÍS, UN PAÍS PARA QUERER


Esta semana en una conversación surgida en uno de mis grupos, salió el tema de cómo considerar a mi país, a Venezuela, en su condición actual. Alguien decía que es el mejor país del mundo, otros decían que era cierto, pero a medias, dadas las difíciles condiciones para vivir en él, otros se limitaron a no decir nada, entre ellos yo. Es muy difícil hablar de lo que se quiere y a la vez reconocer sus dificultades y problemas. Fue una conversación que me llevó a revisar mi propia historia y a repensar lo que mi vida en mi país y fuera de él ha significado. Viviendo en otro país, uno empieza a ver las cosas de manera diferente. No mejor, mi peor, solo diferente. Por eso preferí escribir estas líneas.

Venezuela es un país de muchos contrastes. Desde el punto de vista geográfico, tiene todos los ambientes y ecosistemas que existen. Hay montañas con nieve a muy pocas horas de terrenos desérticos y dunas. Zonas de selva, así como islas, costas y playas paradisíacas. Ciudades hermosas, unas modernas, otras más antiguas o de corte colonial. Pueblos de blancos, de indios, de negros, de guajiros, de mulatos, de catires. Zonas de inmigrantes y de tribus autóctonas. Tenemos de todo.

Por muchísimos años, produjimos al menos el 80% de lo que comíamos, solo importábamos aquellos productos que no pueden producirse en el país a gran escala por sus condiciones climáticas, como el trigo, ciertas frutas, cierta cantidad de leche en polvo, producto importado para cubrir las deficiencias que se generaban básicamente en el verano y poder cubrir la demanda de una población que siempre consumió lácteos, tal vez en exceso; también importábamos aceite de oliva, ciertos granos y cualquier otra vaina que nos diera la gana de comer. Fuimos exportadores de plátano, arroz, azúcar, café, cacao, caraotas, soya, frijoles y muchos otros productos, sin incluir todos los productos industrializados, cuya lista sería larga. Por supuesto, eran de menor cuantía al lado de nuestras exportaciones de petróleo, pero a lo que me refiero, es que habían excedentes. Venezuela era el centro de negocios de América Latina, el Headquarter de las grandes multinacionales más importantes del mundo que veían lo estratégico y conveniente que era estar en Venezuela. Una nota al margen, era tal la producción, que no se generaba escases en el país, aun con el gran contrabando de extracción, que ayudaba en las necesidades en los estados fronterizos de todos nuestros vecinos.

La empresa petrolera de mayor valor en la tierra era PDVSA. El país cuenta con las reservas probadas de petroleo mas grandes del mundo, también con ingentes cantidades minerales de hierro, oro, bauxita, cobre, níquel, plata, plomo, zinc, carbón, calcio, magnesio, yeso, diamantes y piedras preciosas, así como uranio y en fechas más recientes se ha descubierto coltán. Venezuela ha sido bendecida por Dios desde su creación. Sus paisajes naturales como el Salto Ángel, Canaima, el Relámpago de Catatumbo, la Gran Sabana y las Mujeres más bellas del mundo, no son una casualidad. 

Venezuela posee una mezcla étnica única, producto de su política de puertas abiertas para todo aquel que quisiera vivir y trabajar en ella. También una de las gastronomías más ricas del mundo. Lo que no conseguías en los restaurantes de Caracas, era porque no existía y no exagero, viví en esa ciudad por varios años y doy fe de ello. Las famosas arepas de maíz, elaboradas de diferentes formas en toda la geografía nacional, las hallacas, las empanadas y los pastelitos maracuchos, son únicos. Me atrevo a decir, con mucha propiedad, ya que las he probado en muchas partes del mundo, que las pizzas que se hacen en mi país, solo las superan las pizzas de New York. Un pastel de chucho (pescado) o un cruzado Margariteño, una carne en vara en los Llanos, un plátano con queso de Santa Bárbara del Zulia, un chivo del estado Falcón o un Plato Navideño Venezolano, son placeres extrasensoriales.

Las cervezas Polar, Zulia o Regional, también son únicas. Los Vinos de Pomar, producidos en el estado Lara, los Rones orientales y del centro-occidente, el mal apreciado Anís y tantas otras bebidas espirituosas producidas desde frutas tropicales, son otra distinción que poseemos. Sus quesos son tan variados como su gente, ya que los hay blancos, duros, semiduros, grasos, semigrasos, crema, de año, blanditos. De concha roja y concha negra, cubiertos con café o con pimienta. De telitas, cuajadas, palmita, toncha, madurado, cebú, de trenzas, de bola, aliñados, ahumados, en fin; podría poner más de 50 tipos de quesos que yo mismo he probado y me quedaría corto. Y solo he mencionado los quesos blancos hechos de leche de vaca. De los quesos de leche de cabra, en un solo sitio cerca de Carora, he degustado más de veinte variedades.

Venezuela fue el referente de América en construcción de hospitales, autopistas y carreteras, complejos habitacionales y hoteleros, universidades y centros de investigación, centrales hidroeléctricas, tiene el teleférico más largo y alto del mundo, uno de los puentes más grandes del mundo y el segundo más largo de América Latina. Fue el primer país del sur de nuestro continente en tener una central atómica. La época dorada de la construcción en Venezuela durante los años 50 y 60, solo se compara con lo hecho en Dubái, aunque usted no lo crea. La educación a todo nivel, siempre fue gratuita y de alta calidad. Muchos de quienes leen esto, igual que yo, venimos de familias con escasos o moderados recursos, pero sin necesidad de otra cosa que ganas de estudiar y progresar, logramos graduarnos en la carrera universitaria que escogimos. Algunos lograron mas de un título. 

Venezuela, modestia aparte, creo que exceptuando el trigo, no necesitaba nada. Ahora necesita de todo. Y aquí comienza lo difícil de escribir. 

Buscando repetir un “dictador bueno”, intentado conseguir un salvador con mano dura, mi pueblo metió la pata. Cansado de la creciente corrupción y buscando una vida mejor (sobre esto último, ahora se escucha mucho decir que no sabíamos lo que teníamos), es cuando empieza la debacle. Hoy en mi país, producto de la más cruda, criminal y rancia tiranía, cuyos actos de violencia, odio y robo descarado no tienen replicas en este lado del mundo, no hay comida, ni medicinas, ni atención hospitalaria. No hay repuestos, ni neumáticos, tiene la inflación más alta del mundo y también el salario más bajo del orbe. Caracas, ciudad a la que aprendí a querer aun siendo Maracucho, es la ciudad más insegura que existe, lidera el Top-ten de las más peligrosas del mundo, donde también están otras tres ciudades venezolanas, según lo reportan varias instituciones que hacen estos estudios. Igualmente el desgobierno es el rey en violaciones de derechos humanos, criminalidad y actos ilegales. Es el único país donde Odebrech se portó como una institución angelical, no hay ni la mínima intención de investigarlos. Estos son hechos innegables. No podemos tapar la realidad con poemas. 

Un país, para quienes nacen en él, es lo mejor. Preguntemos a los cubanos en el exilio que piensan sobre su isla, preguntemos sino añoran su música y las puestas de sol. Preguntemos a un español, a un portugués o a un italiano de los que residen en nuestro país desde hace muchos años, sino extrañan esos momentos de su juventud, de su infancia, así como sus vinos, el bacalao, el pan y los corderos. Estoy seguro que hablarán bien de su país, pero reconocerán las causas de su salida, del porque tuvieron que emigrar y dirán que Venezuela es su segunda patria, nunca la primera, esto es lógico y natural. Mi país siempre fue de puertas abiertas, recibía y lo que con seguridad, nunca exportó fue su talento, a muy poca gente le interesaba vivir en el extranjero, excepto que fuese una excelente e irrepetible oportunidad o una huida por amor.

En este momento viene a mi mente la película de Tom Hank, donde él interpreta a un ciudadano de Cracovia atrapado en el aeropuerto de New York. A pesar de tener la oportunidad de quedarse como refugiado en el país cuna de la libertad (les suena eso), con solo pronunciar una frase que el personal de inmigración le solicitaba, prefirió quedarse donde estaba, haciendo lo que podía hacer para vivir dentro del aeropuerto, construyendo, levantando bloques, limpiando, pero también viviendo su propia historia amor, nada más que con Catherine Zeta Jones (así cualquiera) y cuando finalmente puede ir a la ciudad, solo sale para ir a escuchar Jazz en uno de los suburbios de la gran manzana. Hizo lo que su corazón le señaló, pero pudo haber hecho lo contrario y no habría estado mal; seguro que siempre habría llevado a Cracovia en su alma y pasara lo que pasara en su país, para él siempre sería el mejor del mundo. 

En la década de los 70, ARS Publicidad produjo para Corpoturismo (oficina del gobierno de aquel entonces) una serie de cortos llamados “Venezuela es un país, un país para querer”. Fueron hechos para promocionar a Venezuela en el exterior. La música fue compuesta y arreglada por el maestro Chuchito Sanoja, el ritmo corresponde a la onda nueva del gran Aldemaro Romero, quien estaba en su época de oro y era el formato musical más avanzado y el de mayor impacto en el país para aquel entonces. Les invito que los busquen en internet y verán lo que les he contado.

Venezuela es un país, un país para querer. Un país roto que pronto arreglaremos. Es una belleza, que con la fuerza del venezolano y de todo aquel extranjero que acogió a esta maravilla del Caribe como suyo, pondremos de nuevo a la cabeza de los mejores sitios para nacer, crecer y morir. Mientras tanto, mientras esta pesadilla dura, mientras pagamos este error y acabamos con los odios, tenemos que vivir con lo que tenemos. Hay que luchar, no saldremos con romanticismo, tampoco con poemas, pero saldremos.


Eduardo J. León Hernández

Barranquilla
Octubre 04, 2.017

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